MILENKAAbro los ojos lentamente, desde que Nicola me trajo del hospital, no he dejado de pensar en lo correcto que se siente, como en el pasado, él cuidando de mí en la cama, atento a mis necesidades, levanto la barbilla, se ha quedado dormido y siento que el aire me falta al ver lo apuesto que es. Detallo sus labios, su rostro apacible, todo en él es perfecto para mí, me doy el tiempo de respirar su aliento cálido y mentolado, luego me abrazo a su cuerpo dejando que la sábana se resbale a un costado. Es ese ligero movimiento el que lo hace despertar, no sin antes murmurar el nombre que más detesto en el mundo. —Bea… Tenso el cuerpo, la burbuja rosa en la que me encontraba, se rompe y me hace caer en la realidad. Por lo que me alejo de él de mala manera. Cierro los puños y me incorporo, lo que lo hace despertar. —Lo siento —arguye adormilado—. Me quedé dormido. Observa la hora que marca su reloj de mano y se aparta de mí, la falta de su calor hace que sienta un vacío en el estó
BEATRIZRespirar el mismo aire que Milenka Yasori, no es de mis cosas favoritas, mucho menos tenerla en mi casa, bajo el mismo techo que mi hijo, no confío en ella y mucho menos en Bianca, pero hablar de una vez es mejor que seguir postergando todo hasta el final, así que la observo a detalle entrar a mi despacho. —Y bien, no tengo mucho tiempo —me cruzo de brazos manteniendo toda la distancia posible. El gesto serio y agrio que tiene, se transforma en uno más vivo y audaz, lo que me hace pensar que no tiene para nada, buenas intenciones y que lo que está a punto de salir de su boca, no me va a agradar nada. Espero a que tome asiento, no lo hace, se queda de pie y ambas nos lanzamos miradas envenenadas. —Quiero saber realmente a lo que viniste a Chicago —rompe el silencio que nos envuelve. Frunzo el ceño. —Apareciste de la nada, sé qué eras la prometida de Nicola y que nunca llegaste a la fiesta de compromiso, si uno te investiga aparece que estás casada con un millonario y que
BEATRIZMientras Baster maneja, siento más muerto mi corazón, conforme pasan los minutos, creo que he tomado la decisión correcta al alejarme de Nicola, porque no quiero estar con alguien que no confía en mi palabra y que me ha mirado como lo hizo él. La barbilla me tiembla, los labios se me adormecen, y los ojos se me empañan para derramar las lágrimas que ya no puedo detener. —Tranquila —Baster me pasa un pañuelo sin quitar la mirada del frente. —Gracias —mi voz tiende de un hilo. Cierro los puños, al llegar a casa, siento que el aire me falta, bajo del auto y corro al interior de mi casa, donde cruzo el vestíbulo y al ver a Martín y a Luca bajar las escaleras, me detengo, los dos me miran con el ceño fruncido, luego es Martín quien extiende sus brazos hacia mi dirección. Me envuelve en un cálido abrazo de oso y me permito inspirar su olor. —¿Qué sucedió? —escucho que pregunta Luca. —Nicola —responde Baster—. Vino Milenka, discutieron, al parecer su embarazo es de alto riesg
NICOLATodos creen que pueden manejar mi vida, mis pensamientos y sentimientos como les plazca, pero no es así, pese a todo y pese a que las pruebas apunten a Bea como la culpable, la amo más que a nada en el mundo. No pienso perderla, solo debemos aguantar un mes y listo, todo volverá a la normalidad, o al menos eso es lo que quiero hacer. Recuperar el tiempo perdido va a ser costoso, cuando le dije la estupidez de no creer en nadie, hablaba en serio, todas parecen estar jugando su propio juego, uno en el que al parecer yo soy el premio. Veo a Milenka, el doctor no miente, dice que un disgusto más o algo que la altere, puede perder a nuestro hijo. Ella duerme un poco, ¿cómo es que llegamos a tanto? La quiero, eso es real, pero no la amo, a más, llegamos a una clase de acuerdo en la que ella me dará el divorcio cuando la empresa quede a mi nombre. —Nicola… Susurra en sueños, su voz es débil. Poco a poco despierta hasta que me localiza y su mirada se ilumina. —Nicola —despierta po
BIANCAHan pasado dos semanas desde que no hemos tenido noticias de Bea, sabemos dónde está, pero no ha dado señales de vida por estos rumbos, en cambio, la que me preocupa es Milenka, que ha estado quisquillosa últimamente, en cambio, Nicola, cada día va de mal en peor, siempre de mal humor, siempre serio, callado, asintiendo a todo lo que dice Milenka, Evan y nuestro padre. Ya no parece ser el hombre del que me enamoré, y comienzo a dudar si en lugar de haberme deshecho de Bea, hubiera sido mejor que comenzara con la estúpida de Milenka. Levi Leonell permanece oculto en las sombras porque así lo hemos decidido, y porque estamos esperando el momento indicado, termino de alistarme y me pongo en marcha, pero justo en ese instante, Milenka entra en compañía de Evan. —Hola —me saluda la muy zorra—. ¿Te vas? Miro de soslayo a Evan, quien sonríe y sin decir nada, pasa de largo en dirección al despacho de mi padre, dejándome a solas con la creída de su hija, a quien cada vez soporto m
LIZABETHABajo las escaleras con prisa, nunca me ha gustado hablar con mi padre, pero creo que es momento de hacer valer mi voz, así que me dirijo al despacho, de donde sale Byron Hill, el padre de Nicola, al verme, se le ilumina el rostro y mi cuerpo se relaja. Él me cae bien, es amable, atento, caballeroso, un hombre que me parece demasiado inteligente, y que aunque sea incorrecto, creo que me gustaría más como mi padre que el que Dios me dio. —Hola, Lizabetha, es un gusto volver a verte —me dice en tono ronco. Como el de Nicola cuando está enfadado. —Buenos días, Sr. Hill —sonrío.—¿Buscas a Evan? —me pregunta. Asiento. —Estoy seguro de que querrá ver a su hija pequeña —se despide de mí, con un beso en la mejilla—. Está dentro, nos veremos luego. —Hasta pronto, Sr. Hill. Lo veo marcharse y con él, mis esperanzas de tener una noche llena de paz. Quisiera cambiar de opinión, pero el que Milenka esté actuando mal, me obliga a esto. Llamo dos veces y luego entro, mal momento, e
BEATRIZBaster se ha ido con Milenka, no sé por qué, o para qué, pero dijo que confiara en él, y eso hago, meto la última caja en la cajuela del auto, cuando me doy cuenta de que por las prisas de salir de la empresa, he olvidado mi cartera en la oficina de Nicola, no es que me alegre verlo o hablar con él, no después de lo que pasó, pero es el padre de Vladímir y tampoco pienso comportarme como una niña haciéndole la ley del hielo. A más de que me ha facilitado algunas cosas para la investigación, por lo que de mala gana vuelvo a entrar a la oficina, subo al elevador y espero paciente, las puertas se abren y diviso que todos están susurrando algo, la respuesta viene a mí, cuando me doy cuenta de los gritos de Bianca hacia Nicola. Mismos que se hacen más nítidos cuando me acerco a la puerta con la intención de llamar, tomar lo que es mío e irme. —¡No entiendo qué haces aquí, vete! —brama Nicola. —¡Estoy aquí, porque alguien tiene que abrirte los ojos y recordarte que estás espera
BEATRIZEl rojo de la sangre de Nicola me deja sin habla, sus ojos son como dos puntos rojos a punto de fulminar a Gary, quien está alerta a cualquier movimiento que haga Nicola, y lo hace, no es de los que se quedan sin hacer nada al respecto. —¿Quién te crees para meterte en esto? —escupe Nicola. —Amigo y socio de Bea —responde Gary con seguridad. —No te metas —sentencia Nicola. —Me meto donde quiero —agrega Gary. Mala idea, porque Nicola se le abalanza devolviéndole el puñetazo con más fuerza, haciendo que Gary casi pierda el equilibrio, luego lo toma del cuello de la camisa y le da dos puñetazos más, uno al costado, otro en el estómago, Gary retoma fuerza, no se deja y le devuelve el golpe a Nicola en la quijada. —¡Alto! —grito.Pero me ignoran. Siguen en su rencilla hasta que el alboroto hace a Martín y a Luca salir de la casa, al ver el revuelo y la situación, ambos se acercan para ayudar, de soslayo advierto a Lizabetha, la hermana menor de Milenka, salir, ve todo y sonr