NICOLATodos creen que pueden manejar mi vida, mis pensamientos y sentimientos como les plazca, pero no es así, pese a todo y pese a que las pruebas apunten a Bea como la culpable, la amo más que a nada en el mundo. No pienso perderla, solo debemos aguantar un mes y listo, todo volverá a la normalidad, o al menos eso es lo que quiero hacer. Recuperar el tiempo perdido va a ser costoso, cuando le dije la estupidez de no creer en nadie, hablaba en serio, todas parecen estar jugando su propio juego, uno en el que al parecer yo soy el premio. Veo a Milenka, el doctor no miente, dice que un disgusto más o algo que la altere, puede perder a nuestro hijo. Ella duerme un poco, ¿cómo es que llegamos a tanto? La quiero, eso es real, pero no la amo, a más, llegamos a una clase de acuerdo en la que ella me dará el divorcio cuando la empresa quede a mi nombre. —Nicola… Susurra en sueños, su voz es débil. Poco a poco despierta hasta que me localiza y su mirada se ilumina. —Nicola —despierta po
BIANCAHan pasado dos semanas desde que no hemos tenido noticias de Bea, sabemos dónde está, pero no ha dado señales de vida por estos rumbos, en cambio, la que me preocupa es Milenka, que ha estado quisquillosa últimamente, en cambio, Nicola, cada día va de mal en peor, siempre de mal humor, siempre serio, callado, asintiendo a todo lo que dice Milenka, Evan y nuestro padre. Ya no parece ser el hombre del que me enamoré, y comienzo a dudar si en lugar de haberme deshecho de Bea, hubiera sido mejor que comenzara con la estúpida de Milenka. Levi Leonell permanece oculto en las sombras porque así lo hemos decidido, y porque estamos esperando el momento indicado, termino de alistarme y me pongo en marcha, pero justo en ese instante, Milenka entra en compañía de Evan. —Hola —me saluda la muy zorra—. ¿Te vas? Miro de soslayo a Evan, quien sonríe y sin decir nada, pasa de largo en dirección al despacho de mi padre, dejándome a solas con la creída de su hija, a quien cada vez soporto m
LIZABETHABajo las escaleras con prisa, nunca me ha gustado hablar con mi padre, pero creo que es momento de hacer valer mi voz, así que me dirijo al despacho, de donde sale Byron Hill, el padre de Nicola, al verme, se le ilumina el rostro y mi cuerpo se relaja. Él me cae bien, es amable, atento, caballeroso, un hombre que me parece demasiado inteligente, y que aunque sea incorrecto, creo que me gustaría más como mi padre que el que Dios me dio. —Hola, Lizabetha, es un gusto volver a verte —me dice en tono ronco. Como el de Nicola cuando está enfadado. —Buenos días, Sr. Hill —sonrío.—¿Buscas a Evan? —me pregunta. Asiento. —Estoy seguro de que querrá ver a su hija pequeña —se despide de mí, con un beso en la mejilla—. Está dentro, nos veremos luego. —Hasta pronto, Sr. Hill. Lo veo marcharse y con él, mis esperanzas de tener una noche llena de paz. Quisiera cambiar de opinión, pero el que Milenka esté actuando mal, me obliga a esto. Llamo dos veces y luego entro, mal momento, e
BEATRIZBaster se ha ido con Milenka, no sé por qué, o para qué, pero dijo que confiara en él, y eso hago, meto la última caja en la cajuela del auto, cuando me doy cuenta de que por las prisas de salir de la empresa, he olvidado mi cartera en la oficina de Nicola, no es que me alegre verlo o hablar con él, no después de lo que pasó, pero es el padre de Vladímir y tampoco pienso comportarme como una niña haciéndole la ley del hielo. A más de que me ha facilitado algunas cosas para la investigación, por lo que de mala gana vuelvo a entrar a la oficina, subo al elevador y espero paciente, las puertas se abren y diviso que todos están susurrando algo, la respuesta viene a mí, cuando me doy cuenta de los gritos de Bianca hacia Nicola. Mismos que se hacen más nítidos cuando me acerco a la puerta con la intención de llamar, tomar lo que es mío e irme. —¡No entiendo qué haces aquí, vete! —brama Nicola. —¡Estoy aquí, porque alguien tiene que abrirte los ojos y recordarte que estás espera
BEATRIZEl rojo de la sangre de Nicola me deja sin habla, sus ojos son como dos puntos rojos a punto de fulminar a Gary, quien está alerta a cualquier movimiento que haga Nicola, y lo hace, no es de los que se quedan sin hacer nada al respecto. —¿Quién te crees para meterte en esto? —escupe Nicola. —Amigo y socio de Bea —responde Gary con seguridad. —No te metas —sentencia Nicola. —Me meto donde quiero —agrega Gary. Mala idea, porque Nicola se le abalanza devolviéndole el puñetazo con más fuerza, haciendo que Gary casi pierda el equilibrio, luego lo toma del cuello de la camisa y le da dos puñetazos más, uno al costado, otro en el estómago, Gary retoma fuerza, no se deja y le devuelve el golpe a Nicola en la quijada. —¡Alto! —grito.Pero me ignoran. Siguen en su rencilla hasta que el alboroto hace a Martín y a Luca salir de la casa, al ver el revuelo y la situación, ambos se acercan para ayudar, de soslayo advierto a Lizabetha, la hermana menor de Milenka, salir, ve todo y sonr
NICOLAHace seis años que no cometo una locura, no desde que un día robamos helados, Bea y yo, ahora me siento como un delincuente por hacer esto, pero no me importa, estoy harto de todo y solo quiero pasar un buen rato en compañía de mi hijo, pago los boletos de avión de primera clase, ir en uno de nuestros aviones privados no es opción, ya que podrían rastrearnos, a más que no quiero que nadie sepa donde estoy. Vladimir no se me despega ni un solo minuto, puedo decir que está igual de emocionado que siempre.—Papi, tengo hambre —me dice, haciendo la misma mirada de Bea, cuando quiere conseguir tanto. Confirmo que Vladimir se parece tanto a mí, pero también tiene mucho de su madre.—Vamos, comamos algo —le sonrío, tomando su mano. Reviso la hora en mi reloj de mano, he apagado mi móvil para que no moleste nadie, en unas horas comenzarán a buscarnos y estoy seguro de que el aeropuerto es el último lugar al que pensarían que he llevado a mi hijo. —Mamá va a venir, ¿verdad? —inquie
MILENKABusco por todas partes, no encuentro nada, prácticamente he volteado mi habitación y sigue sin aparecer mi estúpido diario, hago memoria una vez más, no funciona de nada, ya que sigo pensando que es una locura, es decir, siempre he sido cuidadosa con mis cosas. Maldigo en voz alta, aprovechando el que mi padre no se encuentre, y es que para ser honesta, siento que últimamente no vivo, solo respiro por obligación para poder cumplir mis caprichos basados en los estándares de mi padre. Porque yo siempre he sido su mayor orgullo, su todo, al terminar, mi pecho sube y baja debido a mi respiración acelerada. La cabeza me da vueltas y suficiente tengo con no estar embarazada, el tiempo me pasa volando y mientras más tarde en embarazarme, menos tiempo será el que Nicola le tomará descubrir la verdad. —¡Maldita sea! —bramo.De pronto, y siendo por intuición, salgo para entrar a la habitación de Lizabetha, por un momento lo dudo, ya que ella jamás se atrevería a traicionarme, pero…
BEATRIZNo puedo dejar de pensar en que esto es una muy mala idea, en especial cuando siento a cada momento, la mirada de Nicola sobre mí, trago grueso, intento poner atención a las palabras que brotan de la boca de mi hijo, pero parece que nada de eso funciona, no cuando lo único que quiero hacer es salir corriendo del avión en el que me he subido. Cuando me entero de que vamos a Hawai, a una de las propiedades de los Hill, siento que el aire me falta, no preparamos maletas, nada, Nicola solo trajo una mochila de Vladimir, donde solo alcanzó a meter lo esencial y dos mudas de ropa. Yo nada, tampoco él, por lo que supongo que al llegar, tendremos que comprar algo de ropa. —¡Estoy emocionado!La voz de mi hijo me saca de mi ensimismamiento. Sus ojos brillan con ansia y creo que es el único feliz de este viaje. Nicola ha permanecido tan callado como yo, solo responde con monosílabos a las preguntas que hace su hijo, o solo asiente y niega. —¡Ya quiero subirme a las motos! —añade.Ni