NICOLAPese a tener los ojos cerrados, siento los latidos de mi corazón acelerados, mi respiración se estabiliza poco a poco, la garganta la siento seca y me remojo los labios, tomo una larga bocanada de aire, un hormigueo recorre cada espacio de mi cuerpo y me encuentro tan agotado como si hubiese corrido en una maratón. Me obligo a abrir los ojos lentamente, hasta que reconozco la estancia, mi oficina, me incorporo con un dolor punzante de cabeza, uno que no me deja pensar bien al momento, intento ordenar las piezas del rompecabezas y los recuerdos vienen a mí de golpe. Yo hablando con Milenka, firmando documentos, luego todo parece confuso porque vi a Bea, o al menos eso creí, la besé y… abro los ojos de golpe, desciendo la mirada, estoy desnudo, pero eso no es lo que me descoloca, sino, el hecho de que al voltear a mi izquierda, me encuentre con Milenka, dormida en el suelo a mi lado, desnuda, con solo mi saco cubriendo su cuerpo esbelto. La verdad no tarda en llegar y me pongo
BEATRIZLe echo un vistazo al portafolio que me muestra Gary, en la tablet, es muy bueno, me atrevería a decir que incluso mejor que yo, lo cual me sorprende, ya había escuchado de un joven talento inglés que estaba rompiendo las barreras del arte, pero nunca, ni en mis más locos sueños, había visto algo como esto. Es decir, su trabajo es irreal y tan sereno a la vez, sus obras deberían ser llamadas obras de arte puras. Me quedo callada cuando él de la nada, toma mis manos y les da un beso, el tacto me hace sonreír. —Es un placer conocer a la mujer más talentosa —susurra en tono meloso. —El placer es mío —le regalo la sonrisa más genuina que tengo. —Martín y Luca me han contado lo de la galería, y me gustaría que tratáramos mejor, debo admitir que la propuesta de trabajar con ustedes es tentadora —expresa ladeando una media sonrisa. Detalla mi rostro con ímpetu y es cuando noto que debo tener un aspecto horrible, anoche cuando llegué a casa, ni siquiera me preocupé por darle una
MILENKAEstaciono el auto y me llevo la sorpresa de que el clima no mejora, estoy en la empresa que ahora es mía, lo que me lleva a hacer que de ahora en adelante todos me respeten como lo que soy, la novia de Nicola y su futura esposa, si alguien tenía dudas por el asunto de Bea, ahora quedarán aclaradas. Él me pidió que viniera, bien, ahora estoy aquí, en cuanto entro, la recepcionista me frunce el ceño, luego cambia su rostro con fugacidad, me indica que no está de acuerdo con mi presencia en la empresa, pero al seguir el protocolo, se ve obligada a sonreír, falsa. Subo al ascensor, aprieto el botón correspondiente y espero paciente, estoy adolorida, Nicola me folló duro, aunque me molesta que todo el tiempo repitiera el nombre de Bea, lo disfruté, bastante, sé que no se contuvo, esta vez hizo que quiso y yo estuve de acuerdo y feliz de poder complacerlo. Jamás voy a olvidar la mirada derrotada de Bea cuando nos vio, le sonreí porque quería que viera con sus propios ojos, quién
LEVIMuevo el cuello con estrés, quisiera decir que estoy bien, pero no lo estoy, los recuerdos de mi padre golpean duro mis sueños, irrumpe mi paz y desfavorece mis planes, no entiende ni en el más allá, que solo quiero proteger a Bea, que ella es la maldita luz que ha tocado la oscuridad en la que me empujaron cuando era apenas un niño. —¿Qué vas a tomar, guapo? Me pregunta una zorra que es el barman del lugar, me sonríe y tiene cara de que busca una buena polla, el problema es que ni en estos momentos sale de mi cabeza Bea, a quien deseo y no pienso descansar hasta hacerla mía. —Ron —espeto.Aparto la mirada de ella y vuelvo mi atención hacia la pista de baile, escuché que este era uno de los centros nocturnos más caros de Chicago, donde vienen incluso algunas celebridades, hasta ahora, solo he visto a mujeres deseosas de una buena follada, eso es todo. —Aquí tienes, un ron, doble, la casa invita —me sonríe la misma chica. Tomo el trago y la ignoro, no tengo ganas de hacerle a
MILENKAAbro los ojos lentamente, desde que Nicola me trajo del hospital, no he dejado de pensar en lo correcto que se siente, como en el pasado, él cuidando de mí en la cama, atento a mis necesidades, levanto la barbilla, se ha quedado dormido y siento que el aire me falta al ver lo apuesto que es. Detallo sus labios, su rostro apacible, todo en él es perfecto para mí, me doy el tiempo de respirar su aliento cálido y mentolado, luego me abrazo a su cuerpo dejando que la sábana se resbale a un costado. Es ese ligero movimiento el que lo hace despertar, no sin antes murmurar el nombre que más detesto en el mundo. —Bea… Tenso el cuerpo, la burbuja rosa en la que me encontraba, se rompe y me hace caer en la realidad. Por lo que me alejo de él de mala manera. Cierro los puños y me incorporo, lo que lo hace despertar. —Lo siento —arguye adormilado—. Me quedé dormido. Observa la hora que marca su reloj de mano y se aparta de mí, la falta de su calor hace que sienta un vacío en el estó
BEATRIZRespirar el mismo aire que Milenka Yasori, no es de mis cosas favoritas, mucho menos tenerla en mi casa, bajo el mismo techo que mi hijo, no confío en ella y mucho menos en Bianca, pero hablar de una vez es mejor que seguir postergando todo hasta el final, así que la observo a detalle entrar a mi despacho. —Y bien, no tengo mucho tiempo —me cruzo de brazos manteniendo toda la distancia posible. El gesto serio y agrio que tiene, se transforma en uno más vivo y audaz, lo que me hace pensar que no tiene para nada, buenas intenciones y que lo que está a punto de salir de su boca, no me va a agradar nada. Espero a que tome asiento, no lo hace, se queda de pie y ambas nos lanzamos miradas envenenadas. —Quiero saber realmente a lo que viniste a Chicago —rompe el silencio que nos envuelve. Frunzo el ceño. —Apareciste de la nada, sé qué eras la prometida de Nicola y que nunca llegaste a la fiesta de compromiso, si uno te investiga aparece que estás casada con un millonario y que
BEATRIZMientras Baster maneja, siento más muerto mi corazón, conforme pasan los minutos, creo que he tomado la decisión correcta al alejarme de Nicola, porque no quiero estar con alguien que no confía en mi palabra y que me ha mirado como lo hizo él. La barbilla me tiembla, los labios se me adormecen, y los ojos se me empañan para derramar las lágrimas que ya no puedo detener. —Tranquila —Baster me pasa un pañuelo sin quitar la mirada del frente. —Gracias —mi voz tiende de un hilo. Cierro los puños, al llegar a casa, siento que el aire me falta, bajo del auto y corro al interior de mi casa, donde cruzo el vestíbulo y al ver a Martín y a Luca bajar las escaleras, me detengo, los dos me miran con el ceño fruncido, luego es Martín quien extiende sus brazos hacia mi dirección. Me envuelve en un cálido abrazo de oso y me permito inspirar su olor. —¿Qué sucedió? —escucho que pregunta Luca. —Nicola —responde Baster—. Vino Milenka, discutieron, al parecer su embarazo es de alto riesg
NICOLATodos creen que pueden manejar mi vida, mis pensamientos y sentimientos como les plazca, pero no es así, pese a todo y pese a que las pruebas apunten a Bea como la culpable, la amo más que a nada en el mundo. No pienso perderla, solo debemos aguantar un mes y listo, todo volverá a la normalidad, o al menos eso es lo que quiero hacer. Recuperar el tiempo perdido va a ser costoso, cuando le dije la estupidez de no creer en nadie, hablaba en serio, todas parecen estar jugando su propio juego, uno en el que al parecer yo soy el premio. Veo a Milenka, el doctor no miente, dice que un disgusto más o algo que la altere, puede perder a nuestro hijo. Ella duerme un poco, ¿cómo es que llegamos a tanto? La quiero, eso es real, pero no la amo, a más, llegamos a una clase de acuerdo en la que ella me dará el divorcio cuando la empresa quede a mi nombre. —Nicola… Susurra en sueños, su voz es débil. Poco a poco despierta hasta que me localiza y su mirada se ilumina. —Nicola —despierta po