BEATRIZEstoy en medio de un bucle del que no puedo salir, porque no quiero y porque el ciclo de mi miseria se repite, tengo a Nicola, el hombre con el que alguna vez iba a casarme, dentro de mi habitación, caminando de un lado a otro como león enjaulado. Se pasa una mano por el cabello y yo me quedo sentada sobre la orilla de mi cama, con los brazos cruzados. —¿Vas a hablar? ¿O piensas seguir haciendo eso hasta que hagas un hoyo en el piso? —rompo el silencio que nos envuelve. Levanta la mirada, mala idea, porque en sus ojos nace un brillo lascivo que me hace temblar las piernas. Me remuevo inquieta, odio que las cosas estén tan mal entre los dos, pero nada puedo hacer, él tomó sus decisiones y yo las mías. —Me voy a casar con Milenka —arguye.Pese a que ya sé, aún se siente como el primer golpe cuando lo escuché de sus labios. —Bien —espeto con firmeza y me pongo de pie—. Si es todo lo que me quieres decir, puedes irte. Me fulmina con la mirada. —No termino —da un paso adelan
NICOLALa cabeza me estalla, y manejo lo más rápido que puedo, me siento tranquilo de saber que estoy bien con Bea, ella prometió que va a esperarme, por lo que muevo el cuello con estrés, rechazando todas las llamadas de Bianca, no me apetece hablar con nadie de mi familia. Al llegar, aparco, necesito un descanso pronto, sin embargo, al cruzar el vestíbulo dispuesto a subir las escaleras, me encuentro con Bianca, quien me mira de un modo extraño. —Llegas tarde —réplica.Enarco una ceja con incredulidad. —¿Y qué haces en mi casa? Subo las escaleras con prisa, no quiero hablar con ella en estos momentos, pero al parecer mi hermana se va a negar a darme un momento de paz, ya que sus pasos replican detrás de mí. Apresuro el paso y me alcanza, tirando de mi brazo con fuerza. —Estás muy cambiado, Nicola —comienza.Nos detenemos en medio del pasillo. —¿A qué viene todo esto? —arguyo de mala gana. —A que no soy la única que piensa que desde el regreso de Bea a tu vida, has cambiado, y
BEATRIZNicola sigue sin contestarme el teléfono, insisto un par de veces más antes de salir de casa, al no ver cambio alguno, comienzo a preocuparme, tomo mi saco, las llaves del auto y me apresuro, mientras manejo le mando un mensaje de texto a Baster, para informarle que estaré afuera, antes de darle a la tecla de enviar, lo borro, no quiero molestarlo. Piso el acelerador, la noche es fresca, llegando, noto que las rejas se abren solas debido al mecanismo eléctrico de sensores, aparco a las afueras, viendo el auto de Nicola y el de Milenka. El mal presentimiento llega con eso, trago grueso, me convenzo de que debe tratarse de asuntos de la empresa. Antes de llamar a la puerta, vuelvo a llamarle, sigue mandando mis llamadas al buzón, levanto la mano y toco el timbre, una de las mujeres de servicio me abre. —¿Diga? —El Sr. Hill, me ha llamado… —Pase —dice, haciéndose a un lado para darme el paso—. El señor está en su despacho. —Gracias.La señora se marcha y comienzo a caminar
NICOLAPese a tener los ojos cerrados, siento los latidos de mi corazón acelerados, mi respiración se estabiliza poco a poco, la garganta la siento seca y me remojo los labios, tomo una larga bocanada de aire, un hormigueo recorre cada espacio de mi cuerpo y me encuentro tan agotado como si hubiese corrido en una maratón. Me obligo a abrir los ojos lentamente, hasta que reconozco la estancia, mi oficina, me incorporo con un dolor punzante de cabeza, uno que no me deja pensar bien al momento, intento ordenar las piezas del rompecabezas y los recuerdos vienen a mí de golpe. Yo hablando con Milenka, firmando documentos, luego todo parece confuso porque vi a Bea, o al menos eso creí, la besé y… abro los ojos de golpe, desciendo la mirada, estoy desnudo, pero eso no es lo que me descoloca, sino, el hecho de que al voltear a mi izquierda, me encuentre con Milenka, dormida en el suelo a mi lado, desnuda, con solo mi saco cubriendo su cuerpo esbelto. La verdad no tarda en llegar y me pongo
BEATRIZLe echo un vistazo al portafolio que me muestra Gary, en la tablet, es muy bueno, me atrevería a decir que incluso mejor que yo, lo cual me sorprende, ya había escuchado de un joven talento inglés que estaba rompiendo las barreras del arte, pero nunca, ni en mis más locos sueños, había visto algo como esto. Es decir, su trabajo es irreal y tan sereno a la vez, sus obras deberían ser llamadas obras de arte puras. Me quedo callada cuando él de la nada, toma mis manos y les da un beso, el tacto me hace sonreír. —Es un placer conocer a la mujer más talentosa —susurra en tono meloso. —El placer es mío —le regalo la sonrisa más genuina que tengo. —Martín y Luca me han contado lo de la galería, y me gustaría que tratáramos mejor, debo admitir que la propuesta de trabajar con ustedes es tentadora —expresa ladeando una media sonrisa. Detalla mi rostro con ímpetu y es cuando noto que debo tener un aspecto horrible, anoche cuando llegué a casa, ni siquiera me preocupé por darle una
MILENKAEstaciono el auto y me llevo la sorpresa de que el clima no mejora, estoy en la empresa que ahora es mía, lo que me lleva a hacer que de ahora en adelante todos me respeten como lo que soy, la novia de Nicola y su futura esposa, si alguien tenía dudas por el asunto de Bea, ahora quedarán aclaradas. Él me pidió que viniera, bien, ahora estoy aquí, en cuanto entro, la recepcionista me frunce el ceño, luego cambia su rostro con fugacidad, me indica que no está de acuerdo con mi presencia en la empresa, pero al seguir el protocolo, se ve obligada a sonreír, falsa. Subo al ascensor, aprieto el botón correspondiente y espero paciente, estoy adolorida, Nicola me folló duro, aunque me molesta que todo el tiempo repitiera el nombre de Bea, lo disfruté, bastante, sé que no se contuvo, esta vez hizo que quiso y yo estuve de acuerdo y feliz de poder complacerlo. Jamás voy a olvidar la mirada derrotada de Bea cuando nos vio, le sonreí porque quería que viera con sus propios ojos, quién
LEVIMuevo el cuello con estrés, quisiera decir que estoy bien, pero no lo estoy, los recuerdos de mi padre golpean duro mis sueños, irrumpe mi paz y desfavorece mis planes, no entiende ni en el más allá, que solo quiero proteger a Bea, que ella es la maldita luz que ha tocado la oscuridad en la que me empujaron cuando era apenas un niño. —¿Qué vas a tomar, guapo? Me pregunta una zorra que es el barman del lugar, me sonríe y tiene cara de que busca una buena polla, el problema es que ni en estos momentos sale de mi cabeza Bea, a quien deseo y no pienso descansar hasta hacerla mía. —Ron —espeto.Aparto la mirada de ella y vuelvo mi atención hacia la pista de baile, escuché que este era uno de los centros nocturnos más caros de Chicago, donde vienen incluso algunas celebridades, hasta ahora, solo he visto a mujeres deseosas de una buena follada, eso es todo. —Aquí tienes, un ron, doble, la casa invita —me sonríe la misma chica. Tomo el trago y la ignoro, no tengo ganas de hacerle a
MILENKAAbro los ojos lentamente, desde que Nicola me trajo del hospital, no he dejado de pensar en lo correcto que se siente, como en el pasado, él cuidando de mí en la cama, atento a mis necesidades, levanto la barbilla, se ha quedado dormido y siento que el aire me falta al ver lo apuesto que es. Detallo sus labios, su rostro apacible, todo en él es perfecto para mí, me doy el tiempo de respirar su aliento cálido y mentolado, luego me abrazo a su cuerpo dejando que la sábana se resbale a un costado. Es ese ligero movimiento el que lo hace despertar, no sin antes murmurar el nombre que más detesto en el mundo. —Bea… Tenso el cuerpo, la burbuja rosa en la que me encontraba, se rompe y me hace caer en la realidad. Por lo que me alejo de él de mala manera. Cierro los puños y me incorporo, lo que lo hace despertar. —Lo siento —arguye adormilado—. Me quedé dormido. Observa la hora que marca su reloj de mano y se aparta de mí, la falta de su calor hace que sienta un vacío en el estó