MILENKAEl agua caliente hace que mis músculos se relajen, no he dejado de pensar en Nicola y en lo mucho que lo amo, deseo ser su esposa más que nada en el mundo, Bianca dijo que ella se encargaría de todo para hacer que Nicola me follé en verdad y de ese modo, quedar embarazada. Ese es mi objetivo y lo voy a lograr. Hace un par de horas que no sé nada de él y ya lo extraño. Odio a Bea, más que a nada en el mundo, por su culpa, mis planes se están yendo por el retrete, y no me gusta que me esté alejando de Nicola. Con esos pensamientos, recuesto mi cabeza sobre el respaldo de la tina del baño, dejando que el agua caliente con esencia a vainilla, inunde mi ser, paso una mano por mi hombro, el toque es simple al hacerlo yo misma, pero placentero cuando pienso que es Nicola quien lo está haciendo. Remojo mis labios, desciendo mi mano hasta llegar a mi coño, e introduzco un dedo, entreabro los labios, dejando salir un suave halo mezclado con un gemido, lo introduzco y saco al ritmo d
NICOLAEspero paciente a que Bea entre, pedí verla primero porque pese a que los doctores me avisaron que mi padre y hermanastra estaban aquí, no tengo ánimos de hablar con nadie, que no sea la mujer que amo. Le salvé la vida, ahora ella me debe más, así que esperaré paciente a que ella me quiera devolver el favor, y sé de qué modo. Los minutos pasan hasta que la puerta se abre, alzo la mirada y veo a Bea entrar, un brillo malicioso se ancla en sus ojos, cierra la puerta detrás de ella, hay miedo, incertidumbre y angustia en su mirada. —Estoy bien —arguyo con seguridad. Asiente en silencio, mientras observa a detalle mi cuerpo, revisando que todo esté en orden. —Mi brazo se encuentra bien, lo podré mover en un par de horas —le aseguro—. Ven. Duda por un par de segundos, luego hace lo que le pido con cautela, merma el enorme espacio que de pronto nos separa, quiero dejar las cosas claras con ella, antes de que algo más ocurra, y dejarle claro una cosa, no pienso renunciar a ella.
LIZABETHAVengo de una familia en donde mi madre murió, mi padre es un idiota al que le tengo respeto, miedo, uno que jamás me ha dado una sola muestra de cariño y que, por el contrario, en lugar de protegerme, amarme o incluso verme, me golpea, regaña, y me hace vivir el peor castigo desde que tenía cuatro años de edad. Uno en el que consiste en meterme dentro de un pequeño armario oscuro, donde apenas y me llega el oxígeno, la luz y donde he vivido las peores experiencias de mi vida, porque sí, gracias a eso, a mi edad, le temo a la oscuridad.Él siempre ha querido y mimado a Milenka, ella es su hija mayor, la única, creo yo, su gran orgullo, desde niñas la trató como a una princesa, dándole todo lo que necesitaba, no había cosa que no pidiera que él no le diera, es la única que tuvo cumpleaños, por eso, cuando tuve la oportunidad, me fui de casa, mintiendo sobre irme a un internado en Noruega. Cuando en realidad hice todo por cumplir mi sueño, y ahora soy una gran modelo, no de t
BEATRIZEstoy en medio de un bucle del que no puedo salir, porque no quiero y porque el ciclo de mi miseria se repite, tengo a Nicola, el hombre con el que alguna vez iba a casarme, dentro de mi habitación, caminando de un lado a otro como león enjaulado. Se pasa una mano por el cabello y yo me quedo sentada sobre la orilla de mi cama, con los brazos cruzados. —¿Vas a hablar? ¿O piensas seguir haciendo eso hasta que hagas un hoyo en el piso? —rompo el silencio que nos envuelve. Levanta la mirada, mala idea, porque en sus ojos nace un brillo lascivo que me hace temblar las piernas. Me remuevo inquieta, odio que las cosas estén tan mal entre los dos, pero nada puedo hacer, él tomó sus decisiones y yo las mías. —Me voy a casar con Milenka —arguye.Pese a que ya sé, aún se siente como el primer golpe cuando lo escuché de sus labios. —Bien —espeto con firmeza y me pongo de pie—. Si es todo lo que me quieres decir, puedes irte. Me fulmina con la mirada. —No termino —da un paso adelan
NICOLALa cabeza me estalla, y manejo lo más rápido que puedo, me siento tranquilo de saber que estoy bien con Bea, ella prometió que va a esperarme, por lo que muevo el cuello con estrés, rechazando todas las llamadas de Bianca, no me apetece hablar con nadie de mi familia. Al llegar, aparco, necesito un descanso pronto, sin embargo, al cruzar el vestíbulo dispuesto a subir las escaleras, me encuentro con Bianca, quien me mira de un modo extraño. —Llegas tarde —réplica.Enarco una ceja con incredulidad. —¿Y qué haces en mi casa? Subo las escaleras con prisa, no quiero hablar con ella en estos momentos, pero al parecer mi hermana se va a negar a darme un momento de paz, ya que sus pasos replican detrás de mí. Apresuro el paso y me alcanza, tirando de mi brazo con fuerza. —Estás muy cambiado, Nicola —comienza.Nos detenemos en medio del pasillo. —¿A qué viene todo esto? —arguyo de mala gana. —A que no soy la única que piensa que desde el regreso de Bea a tu vida, has cambiado, y
BEATRIZNicola sigue sin contestarme el teléfono, insisto un par de veces más antes de salir de casa, al no ver cambio alguno, comienzo a preocuparme, tomo mi saco, las llaves del auto y me apresuro, mientras manejo le mando un mensaje de texto a Baster, para informarle que estaré afuera, antes de darle a la tecla de enviar, lo borro, no quiero molestarlo. Piso el acelerador, la noche es fresca, llegando, noto que las rejas se abren solas debido al mecanismo eléctrico de sensores, aparco a las afueras, viendo el auto de Nicola y el de Milenka. El mal presentimiento llega con eso, trago grueso, me convenzo de que debe tratarse de asuntos de la empresa. Antes de llamar a la puerta, vuelvo a llamarle, sigue mandando mis llamadas al buzón, levanto la mano y toco el timbre, una de las mujeres de servicio me abre. —¿Diga? —El Sr. Hill, me ha llamado… —Pase —dice, haciéndose a un lado para darme el paso—. El señor está en su despacho. —Gracias.La señora se marcha y comienzo a caminar
NICOLAPese a tener los ojos cerrados, siento los latidos de mi corazón acelerados, mi respiración se estabiliza poco a poco, la garganta la siento seca y me remojo los labios, tomo una larga bocanada de aire, un hormigueo recorre cada espacio de mi cuerpo y me encuentro tan agotado como si hubiese corrido en una maratón. Me obligo a abrir los ojos lentamente, hasta que reconozco la estancia, mi oficina, me incorporo con un dolor punzante de cabeza, uno que no me deja pensar bien al momento, intento ordenar las piezas del rompecabezas y los recuerdos vienen a mí de golpe. Yo hablando con Milenka, firmando documentos, luego todo parece confuso porque vi a Bea, o al menos eso creí, la besé y… abro los ojos de golpe, desciendo la mirada, estoy desnudo, pero eso no es lo que me descoloca, sino, el hecho de que al voltear a mi izquierda, me encuentre con Milenka, dormida en el suelo a mi lado, desnuda, con solo mi saco cubriendo su cuerpo esbelto. La verdad no tarda en llegar y me pongo
BEATRIZLe echo un vistazo al portafolio que me muestra Gary, en la tablet, es muy bueno, me atrevería a decir que incluso mejor que yo, lo cual me sorprende, ya había escuchado de un joven talento inglés que estaba rompiendo las barreras del arte, pero nunca, ni en mis más locos sueños, había visto algo como esto. Es decir, su trabajo es irreal y tan sereno a la vez, sus obras deberían ser llamadas obras de arte puras. Me quedo callada cuando él de la nada, toma mis manos y les da un beso, el tacto me hace sonreír. —Es un placer conocer a la mujer más talentosa —susurra en tono meloso. —El placer es mío —le regalo la sonrisa más genuina que tengo. —Martín y Luca me han contado lo de la galería, y me gustaría que tratáramos mejor, debo admitir que la propuesta de trabajar con ustedes es tentadora —expresa ladeando una media sonrisa. Detalla mi rostro con ímpetu y es cuando noto que debo tener un aspecto horrible, anoche cuando llegué a casa, ni siquiera me preocupé por darle una