MILENKAHe ganado una batalla, pero no la guerra, no me sabe a victoria porque sé que Nicola sigue pensando en esa cualquiera, y mientras maneja en silencio, mi cabeza no deja de dar vueltas a lo mismo, al día en el que perdí mi virginidad, el día en el que terminé llorando sola, y en silencio. Cinco años atrás… Reviso que mi maquillaje esté perfecto, sé que soy una vanidosa de primera categoría, pero no me importa. Lo único que me interesa es verme bonita para Nicola, hoy es la cena con los socios de Empire Company, y todos están abajo bebiendo, Nicola más de lo normal, no le conozco mucho, sin embargo, me gusta y sé que yo a él también. Termino de retocar mi maquillaje, saliendo del cuarto de baño que está dentro de la casa del señor Byron Hill, cuando alguien tira de mi brazo y me lleva arrastrando a la habitación adyacente, donde Nicola cierra con pestillo. —¿Sucede algo? —pregunto con el corazón en la boca. —No —responde moviendo el cuello con estrés. Es tan apuesto, que m
BEATRIZLos ojos me pican cuando veo el cheque en blanco que sostiene Byron con altanería, quisiera decir que se trata de una mala broma, una jugada pésima, pero no es así, en su mirada hay determinación, él se quiere deshacer de mí, y acaba de decir que jamás verá a Vladimir como su nieto. —Hazlo, Bea, es lo mejor para todos —insiste, manteniendo su voz apacible. Trago grueso, se requiere todo de mí, para no estamparle la chequera en el rostro, una fuerte punzada en el pecho, hace que me falte el aire. Trato de mantener la calma, es imposible. —Nicola me ama, ¿cómo piensas hacer que borre lo que siente por mí? —inquiero con cautela, sin romper el contacto visual con él. —Eso es algo que se puede arreglar fácilmente —dice—. Una vez que quedes fuera de la foto, Milenka tendrá el camino libre, tiene todos los encantos que un hombre podría desear en una mujer. Sonrío sin gracia. —¿Tanto me odias, Byron? —enarco una ceja con incredulidad. —Rompiste mi corazón, Bea, lastimaste a mi
BIANCAHan pasado dos días en los que Nicola ha andado de un genio del demonio, no quiere hablar con nadie, ignora a todo el mundo y trata mal a la gente de la empresa, sé que es por Bea, todos lo sabemos, lo último que supe de ella es que se fue de la casa con todo e hijo, Milenka ha hecho su mayor esfuerzo porque esté de buen humor, pero nada de eso sirve. Ni siquiera me permite a mí, acercarme a él, y eso me duele, el primer paso ya lo dimos, aún faltan cosas, como el hecho de que ella siga en esta ciudad, no deja de ser una tentación para él. —¿En qué piensas? —me pregunta Milenka, quien está sentada al frente de mí. —En nada importante —respondo tajante. —¿También estás de mal humor? —arguye con una ceja levantada. —No, solo estoy pensando en qué estará haciendo Bea en estos momentos —confieso, tomando un sorbo de café. —Ella ya no es un problema, Nicola se va a casar conmigo —afirma con seguridad y tengo ganas de destriparla por ser tan idiota. —Vas a perder si piensas q
BEATRIZTrato de mantener la calma, ¿cómo es que me encuentra? Cuando éramos novios, en el pasado, hacía lo mismo, no importaba dónde o en qué lugar estuviera, llegaba y cuidaba de mí, el problema es que ahora eso queda en el pasado y él está comprometido con otra mujer, una a la que llevará al altar. Pensar en eso siquiera, me duele una mierda y quisiera que todo fuera mentira. —Nicola —logro articular—. ¿Qué haces aquí? Pero él no me presta atención, sus ojos están clavados en Levi, quien a su vez, le retiene la mirada, ambos como si fueran dos perros a punto de un ataque. —Vladimir —responde seco—. Nuestro hijo me ha llamado, lo demás, lo deduje. Trago grueso. —Emmmm—Así que tú eres quien le envía rosas a mi mujer —habla Nicola, con la mandíbula apretada y ojos oscurecidos. Levi ladea una sonrisa burlona. —¿Tu mujer? Creí que solo era la madre de tu hijo —responde.—Es mía —sentencia Nicola—. No me gusta que amenacen lo que es mío. —Pensé que eso solamente era si se trata
MILENKAEl agua caliente hace que mis músculos se relajen, no he dejado de pensar en Nicola y en lo mucho que lo amo, deseo ser su esposa más que nada en el mundo, Bianca dijo que ella se encargaría de todo para hacer que Nicola me follé en verdad y de ese modo, quedar embarazada. Ese es mi objetivo y lo voy a lograr. Hace un par de horas que no sé nada de él y ya lo extraño. Odio a Bea, más que a nada en el mundo, por su culpa, mis planes se están yendo por el retrete, y no me gusta que me esté alejando de Nicola. Con esos pensamientos, recuesto mi cabeza sobre el respaldo de la tina del baño, dejando que el agua caliente con esencia a vainilla, inunde mi ser, paso una mano por mi hombro, el toque es simple al hacerlo yo misma, pero placentero cuando pienso que es Nicola quien lo está haciendo. Remojo mis labios, desciendo mi mano hasta llegar a mi coño, e introduzco un dedo, entreabro los labios, dejando salir un suave halo mezclado con un gemido, lo introduzco y saco al ritmo d
NICOLAEspero paciente a que Bea entre, pedí verla primero porque pese a que los doctores me avisaron que mi padre y hermanastra estaban aquí, no tengo ánimos de hablar con nadie, que no sea la mujer que amo. Le salvé la vida, ahora ella me debe más, así que esperaré paciente a que ella me quiera devolver el favor, y sé de qué modo. Los minutos pasan hasta que la puerta se abre, alzo la mirada y veo a Bea entrar, un brillo malicioso se ancla en sus ojos, cierra la puerta detrás de ella, hay miedo, incertidumbre y angustia en su mirada. —Estoy bien —arguyo con seguridad. Asiente en silencio, mientras observa a detalle mi cuerpo, revisando que todo esté en orden. —Mi brazo se encuentra bien, lo podré mover en un par de horas —le aseguro—. Ven. Duda por un par de segundos, luego hace lo que le pido con cautela, merma el enorme espacio que de pronto nos separa, quiero dejar las cosas claras con ella, antes de que algo más ocurra, y dejarle claro una cosa, no pienso renunciar a ella.
LIZABETHAVengo de una familia en donde mi madre murió, mi padre es un idiota al que le tengo respeto, miedo, uno que jamás me ha dado una sola muestra de cariño y que, por el contrario, en lugar de protegerme, amarme o incluso verme, me golpea, regaña, y me hace vivir el peor castigo desde que tenía cuatro años de edad. Uno en el que consiste en meterme dentro de un pequeño armario oscuro, donde apenas y me llega el oxígeno, la luz y donde he vivido las peores experiencias de mi vida, porque sí, gracias a eso, a mi edad, le temo a la oscuridad.Él siempre ha querido y mimado a Milenka, ella es su hija mayor, la única, creo yo, su gran orgullo, desde niñas la trató como a una princesa, dándole todo lo que necesitaba, no había cosa que no pidiera que él no le diera, es la única que tuvo cumpleaños, por eso, cuando tuve la oportunidad, me fui de casa, mintiendo sobre irme a un internado en Noruega. Cuando en realidad hice todo por cumplir mi sueño, y ahora soy una gran modelo, no de t
BEATRIZEstoy en medio de un bucle del que no puedo salir, porque no quiero y porque el ciclo de mi miseria se repite, tengo a Nicola, el hombre con el que alguna vez iba a casarme, dentro de mi habitación, caminando de un lado a otro como león enjaulado. Se pasa una mano por el cabello y yo me quedo sentada sobre la orilla de mi cama, con los brazos cruzados. —¿Vas a hablar? ¿O piensas seguir haciendo eso hasta que hagas un hoyo en el piso? —rompo el silencio que nos envuelve. Levanta la mirada, mala idea, porque en sus ojos nace un brillo lascivo que me hace temblar las piernas. Me remuevo inquieta, odio que las cosas estén tan mal entre los dos, pero nada puedo hacer, él tomó sus decisiones y yo las mías. —Me voy a casar con Milenka —arguye.Pese a que ya sé, aún se siente como el primer golpe cuando lo escuché de sus labios. —Bien —espeto con firmeza y me pongo de pie—. Si es todo lo que me quieres decir, puedes irte. Me fulmina con la mirada. —No termino —da un paso adelan