BEATRIZ—Te extrañé tanto, Bea, no tienes idea de lo que me has hecho falta —mordisquea el lóbulo de mi oreja. Mandando descargas de electricidad por todo mi cuerpo. Estamos desnudos bajo el agua caliente de la regadera, como en el pasado. Sus manos se deslizan por las curvaturas de mis caderas. —Nicola —susurro—. De… detente… No me presta atención, algo brutal y destructivo se acumula en el fondo de mi estómago, cuando comienza a besarme el cuello, mordiendo ligeramente, chocando y rompiendo el ritmo de mi respiración. Quiero mandarlo a la mierda, pero estoy demasiado consumida por su toque diabólico. —Bea, di que no me has podido olvidar —demanda al tiempo que me gira para quedar frente a frente. Nicola, vestido, es demasiado atractivo, el sueño erótico de cualquier mujer, pero desnudo en todo su esplendor, es mejor que una maldita fantasía. Ante mi silencio, toma mi mano y la coloca encima de su grueso y largo miembro erecto, al sentir la suavidad, un gemido se escapa de entre
MILENKAEn cuanto envío la fotografía y le doy a presionar, ladeando una sonrisa de oreja a oreja, ahora sabiendo la verdad de Bea, más que nunca debo ser cautelosa con los pasos que doy, comportarme como una perra frente a la mujer que una vez amó más que nada en el mundo, no funcionará, por lo que debo cambiar de estrategia. Hace unas horas que Bianca me llamó, para informarme que Nicola se ha quedado en Italia, con la zorra, llamé al número que me envió ella, de la casa de uno de sus amigos, el famoso pintor Martín Lovato, pero cuando me atendieron, dijeron que Bea se había regresado a su casa, en compañía de Nicola. Pensar en ellos dos a solas, suelta mi imaginación, dándome ideas morbosas de lo que pudieran estar haciendo en estos precisos momentos. —¿Pensando en Bea? La voz sonora de Bianca, hace que de un respingo, volteo y me encuentro con un par de ojos asesinos. Desciendo la mirada y me encuentro con la hoja que estoy aplastando con la mano. —¿Qué tal el vuelo? —arguyo.
BEATRIZLas lágrimas cubren mis ojos y nublan mi visión, ver la imagen de Milenka no mejora las cosas, el pecho me duele, porque hace unas horas era yo quien estaba de piernas abiertas, recibiendo sus brutales embestidas, nada supera la sensación que me provoca el pie de foto ¿en qué estaba pensando? —¿Bea? Doy un respingo, bloqueo de nueva cuenta su celular y lo dejo donde estaba. Limpiando mis lágrimas con el dorso de la mano al tiempo que le doy la espalda. —Lo siento, vibró tu celular —balbuceo—. Creo que necesito una ducha. Intento irme, sin embargo, me detiene tirando de mi brazo. —Bea —gruñe.No me atrevo a verlo a la cara, por lo que le doy su móvil. —Perdón, fui imprudente—repito, soltándome de su agarre. —¡Mami! —Vladimir corre a mi dirección y lo alzo en brazos—. ¡Desayunemos juntos! Trago grueso. —Cariño, dejemos a tu papá a solas, tiene que arreglar un asunto, ¿quieres? Mi pequeño hijo hace un ligero puchero que me parte el alma, sin embargo, no me permito ser d
BIANCAMis peones ya están colocados sobre el tablero, ellos son quiénes deben hacer todo el trabajo por mí, eso es seguro, Milenka y su padre son unos idiotas, pero de algo están sirviendo para poder llevar a cabo mi plan, ella es la niña caprichosa y él, un tonto padre que la complace en todo. Luego de presenciar el drama que hizo en su casa, donde mi intención era tanto lastimarla como hacerle creer que Bea es una perra, me fui de ahí, donde el aire comenzaba a ser asfixiante, y el ambiente hostil. Saber que Nicola era distinto con Bea en el pasado y que en el presente igual, fue un golpe duro para ella, como lo fue para mí. Para derrotar a tu enemigo debes conocerlo bien, y Milenka debe ser mi juguete para luego deshacerme de él. Regresé a la oficina solo para aparentar, terminé mi trabajo y cuando por fin llegó la hora de la comida, decido llamarle a Nicola. Portarme bien con él para que me tenga confianza y así enterarme de los pasos que piensa dar, es una de mis prioridades
NICOLALa cabeza la tengo echa un lío, pero no lo que siento, amo a Bea, ella sigue siendo mi prioridad, mi primera opción, las cosas con ella las tengo claras, por otra parte, quiero a Milenka, si bien mi hermanastra tiene razón en algo, es gracias a ella que yo he podido salir adelante. Estuvo conmigo en mis momentos más oscuros, hace seis años, luego de haber creído que Bea me abandonó, pensando una y mil veces que se fue con otro, entré en un estado de adicción al alcohol, gracias a él podía olvidar quién era y el dolor que me había causado Bea, Milenka estuvo a mi lado, me apoyó, me mimó, es una gran mujer, la respeto, sin embargo, pese a que hace unas semanas pensé en que casarme con ella alejaría lo malo de mí, nunca pude llegar a amarla. Me obligué infinidad de veces, e incluso me repetí que es ella la mujer de mi vida, nunca funcionó, porque una y otra vez regresaba al mismo lugar, al de Bea. Su recuerdo me dolía, pero mientras supiera que estaba viva, mantenía la esperanza
BEATRIZEn cuanto veo la situación, abrazo a mi hijo y lo protejo, una cosa es que intente lo que quiera conmigo, una muy distinta, que quiera tocar a Vladimir, lo coloco detrás de mí y él se abraza a mi cintura. Los ojos de Milenka van directo a nuestro hijo y luego pasan a mí, el odio es tan palpable que puedo entenderla. ¿Quién no celaría a un hombre como Nicola? El padre de mi hijo la fulmina con la mirada y el ambiente se vuelve hostil y silencioso. —¿Tu hijo? —balbucea ella. —Bianca ya debió decírtelo, así que ahórrame el hecho de tener que repetirlo —espeta Nicola. Quién está en un momento de crudeza extrema, e incluso casi me convenzo de que la odia, pero se iba a casar con ella o al menos lo pensaba, por lo que borro eso de mi cabeza. —Sí —susurra mirándome—. ¿Podemos hablar en privado? Hay muchas cosas que quiero decirte, y… —Hablaremos más tarde —la interrumpe Nicola. Milenka baja la mirada, me da tanta pena después de lo que hice, que tomo una bocanada de aire y ag
NICOLA Termino de subir yo mismo el equipaje faltante de Vladímir y Bea, mientras ella termina de darle las gracias a la recepcionista y le entrega las llaves junto con la copia, pensar que alguien está amenazándola, hace que la sangre me hierva, en estos momentos me devano los sesos pensando en una solución a esto, lo primero será revisar las cámaras de seguridad, algo debieron grabar cuando ocurrió el incidente de la ventana. —Papi, mamá dice que Brujilda es tu novia y que ustedes no vivirán juntos conmigo —dice mi hijo llamando mi atención. Aparto la mirada del culo de Bea y le miro a él con el ceño fruncido. —¿Brujilda? —frunzo el ceño. —La señora fea que estaba cuando bajamos del avión —me explica. —Se llama Milenka —le digo—. Y lo que dice tu mamá es mentira, ella y yo… —Todo está listo —interrumpe Bea. —¡Mami, papá dice que lo que… ! —Andando —refuto cerrando la puerta e impidiendo que Vladimir diga algo más. Bea me mira con el ceño fruncido, pero no dice nada
BEATRIZ"Mantengamos esto en secreto, por el momento, Nicola"Recuerdo las palabras que le dije a Nicola, antes de entrar a la empresa. Ahora, viendo el dolor de Milenka, mientras observa la situación, creo que fue lo correcto, me da vergüenza, porque tanto ella como yo, no tenemos la culpa, el destino fue quien nos puso en esta situación. —Hermano, tenemos que hacer algo —habla Bianca. Milenka, al ver que Bianca está alterada, sale de la habitación en silencio, cerrando la puerta de golpe. —¡No podemos perderlo todo, es el imperio que ha formado nuestro padre con mucho esfuerzo! —sigue.Sigo en silencio, en medio de la oficina de Nicola, mientras él teclea rápidamente en su móvil. —¡Si no hubieras estado en Italia, perdiendo tanto tiempo, nada de esto hubiera pasado! —brama con ojos llenos de rabia. Pero Nicola no le presta atención, de hecho, es como si no existiera. De pronto, voltea a verme. —¡No te quedes ahí, tráeme un café caliente! —grita.Mi mirada recae en los ojos osc