BEATRIZTodo me da vueltas, un olor fuerte a alcohol, pica mi nariz y hace que poco a poco recobre la conciencia. La boca la tengo seca, estoy tan mareada como si me hubiera bebido una botella entera de alcohol, nunca he sido buena para los tragos, Debby suele decir con orgullo que no tengo el cuerpo para soportar grandes cantidades de alcohol. Es cierto, muevo mis manos, las abro y cierro, dándome cuenta de que no están atadas, poco a poco abro los ojos, a lo lejos, un par de voces llegan a mis oídos, todas son masculinas y parece que están discutiendo. Me lamo los labios, hago un nuevo intento por abrirlos. Mi cabeza me manda las imágenes de lo sucedido, recuerdo estar en el estacionamiento subterráneo, luego me cubrieron la boca y es todo lo que sé, trago grueso, el ácido estomacal se me sube por la garganta. Lo primero que veo cuando por fin abro los ojos, es un techo parecido a una bodega. Me recuerda a las que se llenan con cargas de textiles de otro país, un olor nauseabund
BYRONTermino de firmar los papeles de la empresa, hace dos horas que recibí la noticia por parte de Bianca, de que la empresa por la que ha trabajado tanto mi familia, ha regresado a mis manos, bueno, a las de mi hijo Nicola, mi único orgullo. Él no es como su hermano Jared, nunca lo fue. Ambos son polos opuestos, pero al mismo tiempo tan idénticos. Evan Yasori está muerto, igual que Milenka, y es una lástima, estoy a nada de levantarme de mi despacho para irme, cuando la puerta se abre y es Bianca quien entra. La ahora mujer que adopté como si fuera mi propia hija, cuando me enamoré de su madre, no es sangre de mi sangre ni carne de mi carne, pero la adoro, Jared tiene la loca idea de que ella es mala y que planea algo, pero no lo creo. Tiene una cara de Ángel y eso es lo que es para mí, un ser inocente que está en medio de tiburones como nosotros. —Hola papá —me saluda. Me llama así desde el primer momento en el que su madre nos presentó. —Bianca —saludo alegre cuando se ace
BEATRIZLa cabeza me da vueltas, cuando despierto, me doy cuenta de que sigo en medio de la misma pesadilla, no sé en donde estoy, ellos hablaron algo sobre Gary, piensan que soy su novia y quieren pedirle tres millones de dólares para que me dejen libre, al principio creí que eran mandados por Bianca, pero al parecer no la conocen. Y por su acento, deduzco que tampoco son de aquí. Trato de incorporarme, me siento demasiado mal, recuerdo haber salido del baño y desmayarme enseguida. Mi estado no ha mejorado desde ese momento. Las rejas se abren y entra el mismo tipo moreno que me ha estado ayudando, lleva consigo una botella de agua nueva, y un cubo de metal. —Te ves muy mal —dice con el ceño fruncido. —Me siento mal, tal vez necesite ir al médico —susurro.—Buen intento, pero no vas a ir a ningún lugar hasta que nos entreguen el dinero —me tiende la botella y el cubo. —Gracias.Las náuseas vuelven, pero las retengo, me enjuago la boca y luego vuelvo a beber agua. —O te hizo al
NICOLALlevo más de dos horas en el hospital, o puede que incluso más, la cabeza está a punto de estallarme y no sé qué más hacer para salvar la vida de la única mujer que amo, en cuanto me enteré de lo sucedido, Luca me mandó llamar. Llegamos a la casa de Bea, donde Gary, ese mal nacido, estaba nervioso hasta la médula, no hizo falta que me explicara nada, ya que mi hermano menor, Jared, lo investigó y me dijo que tenía una prometida en Italia, nadie sabía de su relación, por eso es que Bea nunca lo intuyó. Los secuestradores querían tres millones de dólares por ella, bueno, yo les di más de lo que pedían y al final aceptaron, al principio pensé que Bianca tuvo algo que ver, me equivoqué, porque esto era cosa y problema del idiota que ahora está delante de mí, sentado, fingiendo que le preocupa. Parece que siente mi mirada porque levanta la suya y frunce el ceño. —No deberías estar aquí —espeta con firmeza. —¿Volverás con lo mismo? —enarco una ceja con incredulidad.—Yo soy el
BIANCAVer a Nicola feliz, era mi meta, es decir, la meta inicial, lo que siempre quise hacer por él, pero saber que Bea está esperando un hijo de él, de nuevo, hacen que la sangre se me pudra. No solo por el hecho de que ella esté haciendo todo lo posible por quedárselo, sino, porque siento que mis esfuerzos han sido en vano, ya que de nada sirve el que hubiera matado a Milenka, quitado del camino a Evan y devolverle la empresa, él siempre vuelve a sus brazos. Y eso es algo que me purga, me limita, estoy en el hospital escuchando como Byron habla bien de Bea, así que cuando termina de hablar con Lizabetha y la veo alejarse, notando cómo Baster, el guardaespaldas del que tanto debo tener cuidado. Me acerco a él. —Estoy tan contenta —miento—. Es decir, vamos a tener un nuevo miembro en la familia. Byron asiente con una sonrisa que va de oreja a oreja. —Así es. —¿Hablarás con ella? —le pregunto con cautela. —Por supuesto, hay muchas cosas que debemos arreglar, he sido un idiota a
LIZABETHACuelgo el teléfono, el notario de mi padre es muy insistente cuando se trata de la herencia de mi padre, prácticamente soy dueña ahora de todo, y no es que no me guste, pero eso conlleva a tener mucha responsabilidad, una que no quería tener tan rápido. Milenka siempre supo manejar todo, y se supone que yo era la oveja de la familia, eso es lo que nos llevó a esto. Entro al sanitario y me remojo el rostro con agua fría, es importante que Bea esté tranquila, es mi amiga, e incluso se me acaba de ocurrir la idea de proponerle ser socias. Me doy un retoque de maquillaje cuando mi móvil vuelve a sonar, veo el número y se trata de Jared. Sonrío, él me cae bien y tiene una cosa con Anastasia. —Hola.—¿Investigaste algo? —me pregunta con rapidez. Niego con la cabeza. —¿Siempre has sido tan impaciente? —resoplo.—No, solo cuando se trata de lo que es de mi completo interés —susurra.—Vale, pues… Mis palabras se quedan suspendidas cuando la puerta se abre y aparece bajo el umb
BEATRIZ"Embarazada" Esa es la palabra que no abandona mi cabeza, todo me da vueltas, pero por lo menos los mareos ya han desaparecido. Siento el imperioso deseo de salir corriendo, lo que acaba de ocurrir me deja confundida, pero segura de que el hijo que estoy esperando es del mismo hombre del que llevo huyendo. Nicola, él es padre, por segunda vez, de mi hijo. Quisiera decir que no estoy contenta, pero lo estoy, de verdad lo estoy. Nicola entra a la habitación irrumpiendo mis pensamientos, se le ve agitado, contrariado, pero mantiene un brillo en los ojos. —Estás embarazada —dice lentamente, como si él tampoco se creyera esas palabras. Asiento, cierra la puerta detrás de él, y de pronto mi felicidad se apaga, porque sé que estamos mal, porque hemos pasado por tanto, y pese a que las ganas de estar a su lado son demasiado fuertes, sé que no es lo correcto. —Te voy a devolver el dinero —rompo el efecto con mis palabras. Él frunce el ceño, se acerca a mí y me quita la sábana de
BEATRIZSiento que el enojo que siento por Gary, se transforma en rabia, cuando lo veo entrar con tanta seguridad y lanza esas palabras sin sentido, ¿de verdad cree que le voy a dar una nueva oportunidad? Está equivocado, me mintió y odio las mentiras, quienes me conocen bien, lo saben de antemano. —¿Bromeas? —refuta Nicola. —No —Gary da un paso adelante—. Amo a Bea tanto o más que tú. Sello mis labios. Él pasa su atención del padre de mis hijos a mí. —Bea, ¿podemos hablar? —inquiere.Pero Nicola no deja que se acerque más a mí, ya que se pone en medio de los dos, haciendo que desaparezca de mi campo de visión. Hay ocasiones en las que olvido que Nicola suele ser un poco posesivo. No tenemos nada de qué hablar, lo sabe, pero me ahorro el tener que dejarlo en vergüenza. Así son las cosas, así es como sucede cuando hay mentiras al inicio de una relación. —Ella no tiene nada de que hablar contigo —dice Nicola en tono no negociable. La tensión que se construye entre ambos es tanta