NICOLALlevo más de dos horas en el hospital, o puede que incluso más, la cabeza está a punto de estallarme y no sé qué más hacer para salvar la vida de la única mujer que amo, en cuanto me enteré de lo sucedido, Luca me mandó llamar. Llegamos a la casa de Bea, donde Gary, ese mal nacido, estaba nervioso hasta la médula, no hizo falta que me explicara nada, ya que mi hermano menor, Jared, lo investigó y me dijo que tenía una prometida en Italia, nadie sabía de su relación, por eso es que Bea nunca lo intuyó. Los secuestradores querían tres millones de dólares por ella, bueno, yo les di más de lo que pedían y al final aceptaron, al principio pensé que Bianca tuvo algo que ver, me equivoqué, porque esto era cosa y problema del idiota que ahora está delante de mí, sentado, fingiendo que le preocupa. Parece que siente mi mirada porque levanta la suya y frunce el ceño. —No deberías estar aquí —espeta con firmeza. —¿Volverás con lo mismo? —enarco una ceja con incredulidad.—Yo soy el
BIANCAVer a Nicola feliz, era mi meta, es decir, la meta inicial, lo que siempre quise hacer por él, pero saber que Bea está esperando un hijo de él, de nuevo, hacen que la sangre se me pudra. No solo por el hecho de que ella esté haciendo todo lo posible por quedárselo, sino, porque siento que mis esfuerzos han sido en vano, ya que de nada sirve el que hubiera matado a Milenka, quitado del camino a Evan y devolverle la empresa, él siempre vuelve a sus brazos. Y eso es algo que me purga, me limita, estoy en el hospital escuchando como Byron habla bien de Bea, así que cuando termina de hablar con Lizabetha y la veo alejarse, notando cómo Baster, el guardaespaldas del que tanto debo tener cuidado. Me acerco a él. —Estoy tan contenta —miento—. Es decir, vamos a tener un nuevo miembro en la familia. Byron asiente con una sonrisa que va de oreja a oreja. —Así es. —¿Hablarás con ella? —le pregunto con cautela. —Por supuesto, hay muchas cosas que debemos arreglar, he sido un idiota a
LIZABETHACuelgo el teléfono, el notario de mi padre es muy insistente cuando se trata de la herencia de mi padre, prácticamente soy dueña ahora de todo, y no es que no me guste, pero eso conlleva a tener mucha responsabilidad, una que no quería tener tan rápido. Milenka siempre supo manejar todo, y se supone que yo era la oveja de la familia, eso es lo que nos llevó a esto. Entro al sanitario y me remojo el rostro con agua fría, es importante que Bea esté tranquila, es mi amiga, e incluso se me acaba de ocurrir la idea de proponerle ser socias. Me doy un retoque de maquillaje cuando mi móvil vuelve a sonar, veo el número y se trata de Jared. Sonrío, él me cae bien y tiene una cosa con Anastasia. —Hola.—¿Investigaste algo? —me pregunta con rapidez. Niego con la cabeza. —¿Siempre has sido tan impaciente? —resoplo.—No, solo cuando se trata de lo que es de mi completo interés —susurra.—Vale, pues… Mis palabras se quedan suspendidas cuando la puerta se abre y aparece bajo el umb
BEATRIZ"Embarazada" Esa es la palabra que no abandona mi cabeza, todo me da vueltas, pero por lo menos los mareos ya han desaparecido. Siento el imperioso deseo de salir corriendo, lo que acaba de ocurrir me deja confundida, pero segura de que el hijo que estoy esperando es del mismo hombre del que llevo huyendo. Nicola, él es padre, por segunda vez, de mi hijo. Quisiera decir que no estoy contenta, pero lo estoy, de verdad lo estoy. Nicola entra a la habitación irrumpiendo mis pensamientos, se le ve agitado, contrariado, pero mantiene un brillo en los ojos. —Estás embarazada —dice lentamente, como si él tampoco se creyera esas palabras. Asiento, cierra la puerta detrás de él, y de pronto mi felicidad se apaga, porque sé que estamos mal, porque hemos pasado por tanto, y pese a que las ganas de estar a su lado son demasiado fuertes, sé que no es lo correcto. —Te voy a devolver el dinero —rompo el efecto con mis palabras. Él frunce el ceño, se acerca a mí y me quita la sábana de
BEATRIZSiento que el enojo que siento por Gary, se transforma en rabia, cuando lo veo entrar con tanta seguridad y lanza esas palabras sin sentido, ¿de verdad cree que le voy a dar una nueva oportunidad? Está equivocado, me mintió y odio las mentiras, quienes me conocen bien, lo saben de antemano. —¿Bromeas? —refuta Nicola. —No —Gary da un paso adelante—. Amo a Bea tanto o más que tú. Sello mis labios. Él pasa su atención del padre de mis hijos a mí. —Bea, ¿podemos hablar? —inquiere.Pero Nicola no deja que se acerque más a mí, ya que se pone en medio de los dos, haciendo que desaparezca de mi campo de visión. Hay ocasiones en las que olvido que Nicola suele ser un poco posesivo. No tenemos nada de qué hablar, lo sabe, pero me ahorro el tener que dejarlo en vergüenza. Así son las cosas, así es como sucede cuando hay mentiras al inicio de una relación. —Ella no tiene nada de que hablar contigo —dice Nicola en tono no negociable. La tensión que se construye entre ambos es tanta
BEATRIZLas horas pasan, camino de un lado a otro, los doctores no me han querido decir nada, Luca me avisó que cuando escucharon el llanto de Vladimir, ya se encontraba tirado en el suelo. Llamaron a una ambulancia al ver sangre que brotaba de su cabeza. Pensar en mi hijo herido, hace que los nervios me invadan el sistema y que no piense bien. Cuando por fin el doctor sale, somos Nicola y yo quienes nos acercamos rápidamente. —¿Cómo está mi hijo? —inquiero sin darle tiempo de hablar. El doctor me mira, luego a Nicola y asiente. —El pequeño cayó de un árbol, al parecer quiso agarrar un gato que estaba trepado en un árbol, perdió el equilibrio y cayó, se fracturó el brazo y tiene algunos rasguños, pero no es nada del otro mundo, pero será incómodo —nos explica. Siento que un enorme peso desaparece de encima de mis hombros. —¿Puedo pasar a verlo? —pregunto y mi voz tiende de un hilo. —Por supuesto —asiente.Nicola se queda hablando con el doctor, una enfermera me lleva hasta la
BIANCAHay veces en las que los enemigos deben saber ocultarse bajo la piel de borrego, aunque por sus venas corra la traición, la angustia y el dolor, cuando eres el villano de la historia de otros, tienes un enorme poder encima de los hombros, las decisiones se toman una sola vez, no importa si es errante o no, ya está. Y esa es la primera lección que aprendí de mi madre, quien no ha dejado de enviar mensajes una y otra vez, con el mismo tema, al parecer el divorcio con Byron se ha dado, todo salió como lo planeó, pero contó con que Byron es un hueso duro de roer. A tal modo de que le ha dado lo límite de dinero, amenazando con que si se le ocurría demandar, lo iba a pasar mal. Cosa que la tiene de un mal genio, tengo tantas cosas en la cabeza como para lidiar con sus dramas, por ello, no le respondo. En cambio, miro al hombre que yace ebrio hasta una cuba y desnudo a mi lado, intenta abrir los ojos, pero no puede, solo despierta de vez en cuando. —¿Bia? —gruñe en tono somnolie
NICOLAEscucho atento lo que me dice uno de mis investigadores privados, luego de maldita amenaza, lo más seguro para Bea y Vladimir, es que se vayan a vivir conmigo, mientras hablo para que investiguen lo sucedido, miro de soslayo que Bea sigue empacando las maletas de nuestro hijo, quien se tuvo que despertar y ahora sonriendo ayuda a su madre a empacar. La idea de que vivamos los tres juntos, no solo le emociona a él, surte el mismo efecto en mí, en especial porque ahora que son míos legalmente, y por todo, puedo protegerlos como debía haber hecho hace muchos años. Pero regresar al pasado, sin duda, no dejará nada bueno en este presente, a más de que me amarga el genio, así que me concentro en la llamada y les doy las últimas órdenes hasta que cuelgo. —Tienes que portarte bien —logro escuchar que Bea le dice a nuestro hijo. Le coloca la sudadera y alborota su cabello, me gusta su modo madre oso activado, cuando me mira hay un vacío, uno que nunca voy a poder llenar, pero cuand