Por la tarde, Eileen fue dada de alta y regresaron a la mansión.Joseph había estado con ella todo el tiempo.Incluso, cuando el médico entró en la habitación y les informó que todo había salido tan bien que sería dada de alta pronto.Eileen se emocionó al oír esto. Sinceramente, no podía creer que todo hubiera sucedido tan rápido.Prácticamente, había entrado y salido del hospital.Le resultaba increíble, ya que, cuando había tenido que ser operada de un nódulo en uno de sus senos, había tenido que esperar un mes entero para que el seguro social se dignara a meterla a un quirófano.Aquella había sido una estancia más que traumática en el hospital y ver que el dinero lo solucionaba todo la angustiaba.—¿Qué sucede? —le preguntó Joseph mientras iban de camino hacia la mansión.Al salir del hospital habían parado un taxi e iban cómodamente en él, dado que Joseph había dejado su coche en la Villa.—Nada, solo pensaba… —Suspiró.—¿En qué? —Joseph frunció el ceño.Una lágrima traicionera r
Conforme pasaban los días, Joseph intentaba acercarse cada vez más a Eileen, de manera paulatina.Durante toda la primera semana, después de hablar con Mary no había podido dormir bien, pensando en todo lo que esta le había comentado.Quería reconquistar a Eileen, ganarse por completo su corazón y su confianza, pero, siendo tan malo para las relaciones personales, no sabía cómo diablos hacerlo.Por este motivo, no le quedó más remedio que acudir a la mujer que, no solo lo había cuidado y criado como una madre, sino que seguía ahí para aconsejarlo como cuando era un niño y, posteriormente, un adolescente.—Mary, te juro por lo que más quiero, te juro por la vida de mis tres hijos que no sé cómo diablos acercarme a Eileen.Suspiró, lleván
UNA SEMANA DESPUÉSJoseph había pasado la última semana hablando con Mary, buscando la manera de convencer a Eileen de que comenzara terapia.Él sabía más que nadie que ella era capaz de salir de ahí.Sí, era cierto que no conocía a Eileen en profundidad, porque no se lo había permitido.Había sido un imbécil.Pero si había algo de lo que estaba seguro era de la fortaleza de la mujer con la que, en algún momento, se había casado.No sabía cómo había logrado enamorarse tan perdidamente de ella, cuando prácticamente la había ignorado más de lo que la había acompañado.Se sentía fatal por todo lo que ambos habían vivido, pero, sobre todo, por el estado
Cuando llegaron a la consulta, Eileen se apeó del coche y, un segundo más tarde, se asomó a la ventanilla del coche.Joseph abrió la ventana con el botón de apertura automática y la miró, sorprendido.—¿Qué pasa? —le preguntó con las cejas alzadas.—¿No me acompañarías? —inquirió Eileen con cierta incomodidad.Era evidente que no le agradaba en lo absoluto pedirle aquello.Sin embargo, aunque le incomodaba, Eileen no se sentía capaz de adentrarse sola.Atrás había quedado la mujer decida que había sido.Esperaba, con todo su ser, que la terapia le ayudara a recuperar su antiguo «yo». Sabía que ya no sería la misma, pero, al menos, quería estar bien, tranquila
UN MES DESPUÉS.Eileen, contra lo que había creído en un principio, se sentía mucho mejor tras acudir a terapia y comenzar a tomar las píldoras que le había recetado el psiquiatra.Tenía que reconocer, muy a su pesar, que Joseph Anderson había tenido razón. Aquellas terapias le estaban ayudando más que nunca. En su cabeza, no cabía la idea de que unas simples pastillas, sumadas a las terapias psicológicas la ayudarían tanto.Si bien, en un comienzo, se había sentido atontada, e, incluso, se sentía aún más sumida en el pozo del que quería salir.En varias ocasiones había intentado dejarlas, como en ese momento, sin embargo, Joseph se percataba y, en ese momento, se percató de cuál era de sus intenciones, por lo que la instó, sin obli
La cena de Acción de Gracias pasó sin ningún altercado, por el contrario, todos disfrutaron de estar en compañía.Aquella noche era la primera vez que la madre de Eileen, así como sus hermanos, conocían en persona a Joseph Anderson.En un momento, dado, la madre de Eileen la apartó del grupo que comía y bebía entre risas y le dijo:—Ese hombre te ama, Ei.Eileen tragó saliva. Su madre era la típica mujer que se dejaba llevar por su intuición y rara vez, por no decir nunca, se equivocaba.Ella había sido quien le había advertido de que Charles no era quien pintaba ser de cara al público y bien que había tenido razón.¿Cuántas veces se había maldito por no haberla oído?—&iques
Joseph cada día veía mejor a Eileen y sentía que, aunque fuera lentamente, podía comenzar a acercarse a ella.Le alegraba sobremanera que hubiera seguido su consejo de hablar con Sabrina y el doctor Richardson. Si bien al principio, ella no veía ni el más mínimo cambio, y, aún, seguía sin verlo por completo, él sí podía percatarse de aquel nuevo panorama.El día anterior, durante la cena de Acción de Gracias, la había visto mucho más animada que en los últimos tiempos. Una sonrisa había permanecido perenne en su rostro y no había nada que lo llenara de más satisfacción que verla sonreír de aquella manera.Hacía unos días, con la ayuda de Mary, por supuesto, porque era bastante idiota para esas cosas, había comenzado a preparar una velada para que Ei
Cuando Eileen bajó las escaleras, no pudo evitar quedar boquiabierta. Joseph lucía un traje azul con rayas sutiles en blanco, una camisa desabotonada en los primeros botones de la misma, luciendo sus pectorales, su cabello estaba finamente peinada y su barba de días había desaparecido.Así, sin barba, aparentaba mucha menos edad de lo que realmente tenía. A Eileen no le hizo mucha gracia este último punto, porque le encantaba el toque galante que le daba su barba, pero se abstuvo de hacer ningún comentario al respecto.En cuanto a Joseph, tampoco le pasó desapercibido el aspecto de Eileen, quien siembre de pantalones o jeans y quien pocas veces usaba un vestido como aquel, que se entallaba a su cuerpo y realzaba su figura.—Estás más preciosa que nunca —la elogió, dibujando una sonrisa de oreja a oreja.Re