BENJAMÍN — Dúchate conmigo... — preguntó con su dulce y ebria voz tratando de sacarme del lugar. — ¡Argh... eres demasiado... demasiado pesado! — ¡Podemos hacer esto en casa! — ¡No! — volvió a pisar fuerte como un niño mimado. — ¡Yo quiero ahora! Ella es rápida cuando pone sus manos en los puños de mis pantalones tratando de abrirlos, sabía a dónde iba eso y no importaba lo tentador que fuera, nunca la tocaría en esas condiciones. — Amor... para, por favor... — digo quitando sus manos de mi ropa. — Vámonos a casa, allí podemos darnos tantas duchas como quieras, ¡lo juro! — Trato de negociar. — ¿Lo estás sintiendo? — dijo tomando una respiración profunda. — ¡Vaya... qué rico! — ¡Para! Oírla decir "delicioso" mientras chupaba sus labios cerca de mí fue extremadamente provocativo. — Pero yo quiero... Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, presionando su cuerpo húmedo contra el mío. Allí me empapo mientras ella pasa sus uñas detrás de mi nuca, oliendo mi piel con su olor vi
Mila bennet10 AÑOS DESPUÉS— ¡No puedes entrar a mi habitación y revisar mis cosas!— ¡A papá le encantará ver esto! — se burló agitando la carta en su mano.— ¡Devuélvemelo ahora, Apolo!Hija de una emperatriz impecable, hermana del glorioso príncipe Apolo, media hermana de Peter Bennet, descendiente del último y único dragón más poderoso del mundo, y descendiente del más temido de los vampiros, Benjamin Bennet. Esta es Artemisa, la Princesa de Dallnalia.— ¡Te juro que te romperé los dientes, chico!— Vaya, mira que atrevimiento... — se burló riendo. — ¿Por qué no hablas así delante de mamá?Artemis se había convertido en una chica astuta, impulsiva y sorprendentemente fascinante. Acababa de cumplir diecisiete años, pero desde los doce había sido deseada por los siete rincones del mundo. Muchos sospecharon que la Princesa cargaba con la fama que tenía por la madre que la precedió, sin embargo, su belleza era capaz de cargar con todo el mérito.— ¿Por qué tienes que ser tan molesto?
Todo empezó hace dos años, Thomas Clifford, el rey de Dallnalia, exigió a sus subordinados que encontraran una mujer digna de ser su esposa. No una esposa cualquiera. Thomas era el tipo de hombre que vivía rodeado de aduladores y mujeres atractivas, teniéndolo todo en la palma de la mano. Para el Rey, el matrimonio era algo extraordinario. No se trataba de fidelidad, ni de amor, sino de tener a la mujer más hermosa para exhibirla como trofeo. Tras dos años de búsqueda, su leal mayordomo, James Cooper, se aseguró de que había encontrado a la mujer ideal, fascinándole con la noticia. Pronto, con una belleza incomparable y sólo veintidós años, Mila Rivera fue la elegida del rey. Sus padres, felices con el matrimonio de su segunda hija, aprovecharon la ocasión para venderla al precio más alto y, por supuesto, nuestro monarca pagó. En Dallnalia no había ceremonias matrimoniales, como tampoco había leyes honestas. La elegida para ser reina, sólo conocería a su marido
- ¡Bienvenida, reina Mila! -dijo James, el hombre que conocí en el baile, que me saludó rápidamente de pie en el vestíbulo.- ¡Hola, señor Cooper!- ¿Ha sido agradable el viaje?- ¡Espléndido! -respondo con una sonrisa en la cara.- Su Rey estaba encantado con su coronación, ¡dijo que lo hizo muy bien!- Gracias. -Le digo. -Pero debo confesar que me pareció extraño que el Rey no estuviera presente.- ¡Si tus padres te han enseñado bien las leyes, sabrás que esta reunión sólo puede tener lugar después de la coronación! -replicó con rudeza."¡Vaya!"- Sí... ¡soy consciente! -digo titubeando.Extrañado, pone los dedos en el auricular conectado a su oreja, comunicándose con alguien al otro lado.- Positivo, ¡voy para allá! -dice.Le miro con ojos curiosos, esperando que comparta la información conmigo.- ¡Ruego a su Majestad que espere aquí unos minutos, el Rey le recibirá en breve y su guardia de seguridad está en camino! "¿Quiere que espere aquí?"- Me gustaría ir a mis aposentos, ¡si
"Acabo de conocerlo, es imposible que compartamos la misma cama así como así"."Y ese baño, si necesito usar el baño, ¿será delante de él?"- ¡No tenemos que conocernos! -se burló. -Estás buena y pareces lista. No tienes de qué preocuparte. -sonrió y salió de la habitación dejándome en shock. -¡TE ESPERO EN EL BAR! -gritó fuera."¿QUÉ?""Está de broma, ¿no?".Mi sentido común nunca falla con hombres así.Tenía noción de que sería difícil enamorarse, sólo que no imaginé que él haría ese proceso más difícil siendo un gran imbécil.- "Estás buena y pareces inteligente"... -repito, imitando su voz, con una mueca.Salgo de la ducha y me pongo un vestido negro de seda, no demasiado ceñido al cuerpo. Es un vestido holgado, con un elegante escote en los pechos y una sensual abertura en la pierna. Sobre mi pelo negro con rizos hasta la mitad de la espalda, me hago un rápido moño suelto, que deja algunos mechones ligeramente sueltos. Me aplico un gloss transparente que resalta mis labios y, por
Cuando abro mi armario, llego a la conclusión de que Thomas quiere mostrar todo lo que pueda de mi cuerpo, ya que la mayoría de las prendas de ese armario tenían un escote exagerado en los pechos. Tal vez ser Reina y su esposa, simboliza una especie de trofeo que necesita ser exhibido. La sensatez, o cualquier otro tipo de salud mental, no formaban parte de ello.(...)- ¡Buenos días, Sr. Bennet! -le salude al entrar en la cocina-.- Por favor, ¡llámeme Peter! -su petición fue acompañada de su hermosa sonrisa y una taza de café.- ¿Ha visto al rey?- Ha salido por hoy, pero si necesitas algo, ¡házmelo saber!- Bueno... ¿qué tenemos que hacer hoy? -Trago un poco del café.- ¡Tu primera tarea del día empieza con este librito de aquí! -me entrega un cuaderno azul oscuro.En cuanto veo el título "Estatuto Imperial de Dallnalia" comprendo enseguida que James estaba creando cotilleos sobre mí.- Imagino que fue idea del señor Cooper... -comento con las cejas arqueadas.- ¡Dijo algo sobre su
Camino un poco más y cuando creo que he llegado al final, mis ojos se obligan a comprender de qué se trataba.- ¡Dios mío! -Piso el freno, apoyándome en el muro de piedras.Mis pies tocan la arena, una arena que llenaba buena parte del suelo, conectando con el mar. El mismo mar que tanto amaba nuestro pueblo y del que yo tenía el privilegio de tener un trocito en mi jardín trasero.No podía ver el final. Ni siquiera podía mover mi cuerpo con tanta perfección cubriendo mis ojos. Porque allí, no sólo estaba el agua, también había árboles y enormes montañas llenas de plantas y pájaros volando.Es como un bosque limpio y libre de cualquier ser humano, intacto del mundo. Muy bien escondido."¿Estoy loco?"Eso tenía que ser un sueño, un lugar así no podía existir dentro de una cueva.- Creo que no he dormido bien... -murmuro a solas.Sacudo la cabeza dos veces y cierro los ojos durante diez segundos, cuando comprendo que necesito un psiquiatra, me doy la vuelta para marcharme, conmocionado
"¡Tienes que verlo para creerlo!" - ¡Vale! -Entiendo el camino. -¡Vuelvo dentro de un rato! Sigo sus instrucciones y recorro el palacio como solía hacer con mis hermanas en los museos. "¿Por qué los palacios tienen que tener tantas habitaciones?". Bajo las escaleras del sótano y encuentro otro pasillo con varias habitaciones. No había arañas, ni murciélagos. Era un pasillo largo que a diferencia de los otros tenía una pared al final, indicando el final. Varias puertas a ambos lados, lámparas de araña iluminando y una pintura barata en la pared. Un punto negativo para las diversas injusticias que Thomas, comete. - ¿Peter? -Lo veo tumbado en la esquina de la puerta entreabierta. - MAJESTAD -impresionado, se levanta de la cama y se dirige a la puerta invitándome a entrar. "¡Maldita sea, sólo lleva una canción de samba!". - ¿Ha pasado algo? -pregunta aún sorprendido por mi presencia. - N-no... -respondo completamente perdida en las curvas de su abdomen. - Lo siento, ¡aquí nunca