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CAPÍTULO 1 - Bienvenida, Reina Mila

- ¡Bienvenida, reina Mila! -dijo James, el hombre que conocí en el baile, que me saludó rápidamente de pie en el vestíbulo.

- ¡Hola, señor Cooper!

- ¿Ha sido agradable el viaje?

- ¡Espléndido! -respondo con una sonrisa en la cara.

- Su Rey estaba encantado con su coronación, ¡dijo que lo hizo muy bien!

- Gracias. -Le digo. -Pero debo confesar que me pareció extraño que el Rey no estuviera presente.

- ¡Si tus padres te han enseñado bien las leyes, sabrás que esta reunión sólo puede tener lugar después de la coronación! -replicó con rudeza.

"¡Vaya!"

- Sí... ¡soy consciente! -digo titubeando.

Extrañado, pone los dedos en el auricular conectado a su oreja, comunicándose con alguien al otro lado.

- Positivo, ¡voy para allá! -dice.

Le miro con ojos curiosos, esperando que comparta la información conmigo.

- ¡Ruego a su Majestad que espere aquí unos minutos, el Rey le recibirá en breve y su guardia de seguridad está en camino!  

"¿Quiere que espere aquí?"

- Me gustaría ir a mis aposentos, ¡si no es mucho pedir!

"¡Realmente necesito una cama!"

- Como dije, ¡la señora debería esperar aquí! -dijo dándose la vuelta sobre su espalda.

"¡Espeso!"

El sol entraba a raudales por las enormes ventanas de cristal, iluminando una majestuosa escalera dorada que se alzaba en medio del vestíbulo. El dorado llamaba tanto la atención que acabó tapando toda la belleza de los magníficos rubíes sujetos a la barandilla.

"Oro... una escalera de oro...".

- ¡Qué exageración! -comento para mis adentros.

Casi diez minutos enteros allí, y bostezo mientras deslizo mis dedos por los rubíes que tengo delante.

"Ese día saltó de feliz a tedioso en pocos segundos...".

- ¡MILA REY! -una voz alta y alegre resuena desde el pasillo contiguo, haciendo que mi corazón se acelere. -Siento llegar tarde, es que me he entretenido con unas tareas...

Un chico un poco más alto que yo, de pelo castaño y hombros anchos, camina hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja.

- Soy Peter Bennet, ¡tu guardia de seguridad!

"¿Seguridad?"

Sólo cuando se pone delante de mí pienso que tengo una afección cardíaca.

- ¡Es un placer, Sr. Bennet! -tartamudeo.

"Dios, qué sonrisa tan perfecta..."

Traje, zapatos de vestir, reloj en la muñeca y cara de niño.

No era el Rey, pero era un castigo para mi mente retorcida.

- É... -me mira extrañado a los ojos, se lleva la mano a la nuca y sacude la cabeza con una carcajada-.

- ¿Ocurre algo? -Me pongo roja.

"¿Qué necesidad hay de ese pelo liso desordenado y esos músculos, como un chico malo?

- Para nada. -responde afligido. -Me acabo de dar cuenta de que he perdido una buena apuesta...

"¿Apuesta?"

Cruzo los brazos esperando una explicación más plausible.

- Los chicos y yo hicimos una apuesta sobre la Reina elegida... -explica todo tímido, sin importarle las formalidades. -¡Confieso que viéndote ahora, estoy seguro de que perderé mucho dinero!

- Perdona, pero sigo sin entender...

- ¡Eres jodidamente hermosa! -dijo, dejándome atónito por su valentía y su lenguaje. -¡Y no esperaba que a James le fuera tan bien con su misión!

Mis ojos se abrieron de par en par y mi corazón dio un vuelco. Si me quedo cerca de este chico, mi matrimonio estará perdido incluso antes de empezar.

- Lo siento, ¡no pretendía incomodarte!

Era difícil saber si lo que me incomodaba era el cumplido o el hecho de imaginármelo atándome a la cama con su corbata.

- No pasa nada... -intento tranquilizarle.

Ya sabía que me rodearían unos cuantos guardias de seguridad, pero no imaginaba que el encargado de escoltarme tendría esa cara de adolescente travieso.

- Perdone, pero ¿cuántos años tiene? -fui directa, ahogada por mi curiosidad.

- ¿Cuántos años cree que tengo?

Es muy juguetón, lo que me puso las cosas más difíciles.

- No lo sé. -Hago una pausa para pensar. -¡Tal vez dieciocho!

Vuelve a reír, dejando ver sus hoyuelos torturados.

- Si tuviera dieciocho años, ¿se convertiría eso en un problema entre nosotros?

"¡Joder!"

"¡Socorro, que alguien me saque de aquí!".

- No... -mi boca dice "no", pero mis pensamientos se preocupan.

- ¡Es una broma! -Es blando. -¡Tengo veinte años! -responde.

No sé por qué, pero algo me dice que no miente.

- Bueno... -cambio de tema. -Si tú eres el encargado de acompañarme las veinticuatro horas, imagino que también podrás llevarme a mi habitación, ¿no?

"¡Que me busque el Rey!".

- ¡Por supuesto! -respondió. -Puedo llevarte donde quieras... -dice ella, mordiéndose el labio inferior.

"Vaya... qué cabrón...".

"¿Es algún tipo de gesto amistoso, o una prueba de fidelidad?".

- Ven... -me tiende suavemente la mano, esperando que se la coja.

Le miro con total confianza, estiro mi mano lentamente hacia la suya y sostengo sus suaves dedos apoyándome en ella. Entonces me mira a los ojos con la misma disposición, pero avergonzada me deslizo fuera de una conexión muy profunda.

"Incluso quería sentir más de tu piel, pero el guante que cubre tu palma se interpone en nuestro contacto, ¡haciéndome desear el resto de tu cuerpo!".

- ¡ESPERA! -se abre.

Una voz fuerte y gruesa surge de detrás de nosotros, hasta que un aire frío recorre toda mi espina dorsal, provocando que un intenso escalofrío recorra mi cuerpo. Ese sobresalto me hace perder el paso, pisando mal, sólo para que Pedro, se apresure a agarrarme de la cintura con una fuerza y voluntad inigualables.

- ¡MAJESTAD! -me sujeta. -¿Estás bien? -pregunta preocupado.

Sobresaltada, niego con la cabeza dos veces, asegurándole que estoy bien. Entonces unos pasos duros golpean la escalera, indicándome que debo enderezar mi postura antes de que me castiguen.

- Siento haberte asustado. -dijo el hombre de pelo negro y barba perfectamente recortada. -¡Yo me encargo a partir de ahora Peter, puedes irte! -dispensó mi superhéroe, entregando el acceso de su cigarro en manos de mi guardia de seguridad.

- ¡Rey Thomas! -le saludo, aún intentando recomponerme.

- ¿Te has hecho daño? -pregunta y, sin que yo pueda evitarlo, sus manos descienden rápidamente hasta mi tobillo, quitándome el tacón de aguja del pie.

"¡Dios!"

- ¡Majestad! -miro atónita. -¡No hace falta agacharse!

"¡Dios, el Rey está arrodillado en el escalón, jugueteando con mi pie!".

- ¡Quédate quieto, necesito ver si no te lo has fracturado!

"¡AYUDA!"

- ¿Te duele aquí? -ignora mi preocupación y continúa examinándome.

- No, no me duele, ¡lo juro! -afirmo. -Por favor, levántate... -le pido, agarrándolo del brazo.

Me vuelve a colocar el talón en su sitio y se coloca a unos centímetros de mí, recorriendo todo mi cuerpo con la mirada mientras se levanta, soplándome el aliento en la cara.

- ¿Seguro que no te has hecho daño? -pregunta mirándome la boca.

El gesto me derretía, pero verlo en persona y en estas circunstancias rompió todo el humor que había planeado para nuestra primera cita.

- ¡Sí!

- No esperaba que nos encontráramos así, ¡pero me alegro de que hayas llegado bien!

Y no esperaba que el equipo del Rey, fuera tan bueno ocultando ciertas partes de él en televisión.

En pantalla, estaba claro que era un hombre de familia severo con una postura fuerte. No llevaba el collar de oro que luce, ni siquiera los primeros botones abiertos de su camisa de vestir. Los tatuajes de su brazo, acompañados de su caro reloj, me llevaron al siguiente dibujo, que estaba en su pecho izquierdo.

La imagen de un rey rudo y malcriado fue sustituida por una figura ligeramente traviesa y con un gusto posesivo. Ya no era un príncipe con un caballo blanco, porque estaba seguro de que debajo de su atractivo cuerpo también había una persona intimidante.

- El viaje fue estupendo, ¡gracias por enviar a gente tan atenta y acogedora!

- ¿Vamos a ver tu habitación? -pregunta, pero no espera mi respuesta.

Thomas me coge de la mano y se marcha tirando de mí escaleras arriba, olvidando por completo el accidente de hace unos minutos. No puedo ver la decoración de debajo y acabo fijándome sólo en dos pasillos del piso de arriba.

El que está frente al final de la escalera, es al que me guía, donde había tres puertas a la derecha y otras tres a la izquierda. La otra esquina, era más grande, pero no debía preocuparme, ya que podría conocer el resto más tarde.

Al abrir la última puerta de mi lado izquierdo, tomo aire en un intento de recuperar el aliento que perdí al subir los escalones, pero cuando la madera se apoya en la pared, todo mi pecho vuelve a cerrarse.

"Caray..."

La habitación tenía una cama impresionante a la derecha y un balcón espectacular con vistas al jardín delantero. Era bastante alto, pero había una pequeña barandilla alrededor de la cintura. Al otro lado, había un cuarto de baño con encimeras de mármol, una bañera y una ducha con una caja que estaba a la vista de cualquiera que entrara en la habitación. No había puerta, sólo un portal que claramente fue construido sólo con el propósito de romper toda privacidad que una persona debería tener. Ahora el armario, cero defectos, parecía haber sido construido según mis sueños.

- ¡Este es nuestro dormitorio! -contó, desmontando toda mi casa Barbie.

- ¿Nuestra habitación? -debate. -¿Pero no deberíamos conocernos mejor primero? -pregunto con la piel enrojecida.

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