Por la noche, luego de arreglar todas sus cosas, Diane pide algo de comer porque no tiene idea de cocinar, aunque eso no le quita el sueño porque es experta en sándwiches y se acostumbró en la universidad a sobrevivir sólo con ellos durante el día.
Ahora pudo prepararse uno, pero sencillamente es imposible, porque no tiene energías, no quiso salir a comprar y tiene demasiada hambre. El ejercicio al que se sometió en aquella habitación con Fer la dejó en sus niveles más bajos.
Toma su teléfono mientras espera a que llegue la comida y comienza a buscar clases de yoga, porque varias de las posiciones la dejaron bastante adolorida.
—Es increíble como no sabía de esto… de las cosas que me estaba perdiendo por buscar a cualquier tipo por allí.
Llaman a la puerta y corre hacia ella, abre rápidamente y se gira para buscar el dinero de la propina q
Los primeros rayos del sol se cuelan por la cortina que se bate por el viento, Diane abre los ojos con pereza, recuerda que no cerró del todo la ventana y por eso se ha despertado tan temprano, pero no es eso lo que la hace sentarse en la cama.Fer está allí, a su lado, con el cabello alborotado y su rostro relajado, él también se despierta, se da cuenta de la ventana abierta, así que sale de la cama, la cierra y vuelve a meterse a la cama, atrayendo a Diane a su cuerpo.—Duérmete de nuevo, mujer, que estás de vacaciones —ella se encoge de hombros e intenta acomodarse, pero el pijama le da un poco de calor, así que decide quitárselo, quedando sólo con braga—. Te gusta provocarme.—Me dio calor y eso es lo que hago cuando eso pasa… además, eres mi invitado y no tienes que quejarte, pudiste dormir en el sofá.—No quise, dormir cont
Diane siente en este beso algo muy diferente a los otros que Fer le ha dado y no se queja, se siente bien, como si en verdad ella fuera todo eso que él dijo.Se quita la sábana de encima y Fer comienza a acariciarla con delicadeza, se acomodan en la cama y una nueva manera de disfrutarla se desata en ese preciso momento.Por alguna razón, las sensaciones se sienten mil veces peor que el otro día, Diane tiene una necesidad desbordante de tener a Fer sólo para ella para siempre y sabe que está perdida, sólo que no lo puede reconocer.Mientras que Ferdinand no quiere irse, desea quedarse con ella así, para siempre. Por eso cuando se introduce en ella, lo hace con lentitud, con una ternura que jamás sintió, porque de esa manera quiere que ella lo extrañe.Esta vez lo hace lento, con dedicación, buscando borrar a ese idiota y también lo que ella cree de sí misma.<
Ya instalados en el lago, los dos se van a la cocina, mientras Ferdinand prepara algo rápido de comer, ella busca leña para encender la chimenea. Cuando Fer la ve aparecer con los maderos, deja todo de lado y corre para ayudarla.—¡Debiste decirme! Yo los llevo como si nada.—No soy tan frágil como crees.—No se trata de que seas frágil, sino de caballerosidad.—Ya estás cocinando, creo que es suficiente caballerosidad, ¿no crees?—Puede ser, pero no te dejaré cargar estas cosas.Fer las deja al lado de la chimenea y regresa a la cocina, quince veinte minutos después llega con la comida allí, Diane ya tiene todo organizado en la mesita de centro y los dos se sientan sobre mullidos cojines para disfrutar de la comida junto al calor que la chimenea desprende.Hablan de todo un poco, hasta que llegan a la mitad de la botella y Fer le pregun
Lo que ambos esperaban de esa semana en el lago era algo completamente diferente a lo que en realidad está pasando, porque si creyeron que por estar solos y juntos se la pasarían teniendo sexo desenfrenado, pues los dos se equivocaron.Desde que llegaron hace cuatro días no han tenido nada de intimidad sexual, más que dormir abrazados porque eso los hace sentir… bien. Sólo se han dedicado a hablar, caminar, dormir, jugar UNO y admirar la belleza del lago desde la terraza de la cabaña, como este momento, en que Diane está metida bajo una manta porque sí.—¿Crees que al regresar mi madre me pida explicaciones? —le pregunta Diane a Fer mientras se come una de las nueces a la que él le ha quitado la cáscara.—Puede ser, aunque creo que también te pedirá perdón. Por lo que me has contado de ella, creo que tiene miedo de que te pase algo malo.—Pero eso ya me pasó.—Sí, pero ella no lo sabe —Diane mira al hombre y él sólo le dedica una sonrisa—. Puede ser que ahora no lo veas, pero cuando s
Se quedan dos días más de lo previsto porque se les da la gana y se regresan a Chicago, Fer es quien conduce de regreso sólo porque Diane va feliz disfrutando de la vista, de ser libre y se nota completamente renovada, como si fuera otra.Ese paseo que pintaba para ser la escapada de dos amantes lujuriosos terminó siendo una terapia para ambos, porque hasta Fer se sacó algunos demonios de encima.Y no, a él no le rompieron el corazón ni lo decepcionaron, es un suripanto sólo porque se le dio la gana ser así.Llegan al departamento de Diane, los dos se bajan con una sonrisa y él se ofrece a llevar sus cosas adentro, ella asiente coqueta y camina adelante moviendo sus curvas de manera provocativa.—Esa es la caminata de una mujer que sabe lo que provoca —ella se ríe, lo mira por sobre el hombro y Fer silba con exageración—. ¡Rayos, lo tuyo es serio mujer!Antes de subir, ella pasa por su correspondencia, tiene varias facturas por pagar y entre todo una invitación. Caminan al ascensor mi
Fer se pasea nervioso por fuera del edificio de Diane, ella no quiso que la fuese a buscar hasta su departamento, así que no le queda más remedio que pasearse como león enjaulado esperando que ella baje.—Esta mujer me va a matar de un infarto, seguramente quiere que yo me caiga desmayado aquí en plena calle después de verla.En ese instante toma una piedra para desquitarse y comienza a patearla lejos de allí, hasta que escucha alguien aclararse la garganta, levanta la vista y se queda con una expresión por completo muy boba.Diane está parada en la entrada y se ve como una princesa.Además del vestido que la hace ver preciosa, va con un peinado con un moño alto que la estiliza por completo, unos aretes dorados y una cadena en donde un dije en forma de corazón cuelga en su cuello. El maquillaje es sencillo y suave, sin embargo, resalta perfectamente sus ojos azules, que a Fer lo dejan cautivado en menos de un segundo.Se acerca a ella rápidamente y le ofrece la mano para ayudarla a ba
—Diane… Te ves preciosa… —Ross intenta acercarse un poco más a ella, pero Diane retrocede de inmediato, puede ver la incomodidad en el rostro del hombre, quien sólo le dice, casi en tono lastimero—. ¿Será que podemos hablar un momento? ¿A solas?—Yo contigo nada tengo nada que hablar.—Por favor, hay muchas cosas que hace cuatro años nos quedaron pendientes.—Entre tú y yo no quedó nada pendiente, hazte un favor y mejor vete antes de que llegue alguien y te parta la cara.—¿Te refieres al tipo que estaba contigo? Se nota que él no es de tu mundo, no debería estar a tu lado, más parece un guardaespaldas que una pareja.—¿Y qué tendría de malo que yo me enamorase de una persona como él? Sería lo mejor que me podría pasar un hombre alejado de todo este asunto del poder y el dinero, que ve las cosas con más claridad y con más sencillez, que me da real protección, pero, sobre todo, que esté dispuesto a jugársela por mí.—Diane, por favor. Dame solo cinco minutos para poder decirte algo que
Madison toma asiento en uno de los sillones que están allí y Diane se deja guiar por Fer para sentarse frente a ella. Deja pasar unos breves segundos de silencio para tratar de calmar la tensión, pero en realidad eso lo hace mucho peor, así que sólo, suspira y comienza a contarle la verdad a la mujer.—Hace cinco años yo era mayor de edad, recién había comenzado la universidad y pretendía trabajar un poco más que sólo las vacaciones en la empresa de mi familia. Para entonces llegó un nuevo proyectista, uno que traía muy buenas referencias y que además daba la impresión de ser responsable y bastante bueno en su trabajo. Y, por supuesto, no decepcionó.«Ross se veía joven, pero maduro. Con el tiempo supe la edad que tenía, pero no me importó, me deslumbró y tal parece que yo también a él, así que comenzamos a salir, pero a escondidas de mis padres porque era demasiado mayor para mí.«Al inicio era algo inocente, tomarnos de las manos, un beso rápido… Hasta que una vez, en una oportunida