Narrador omniscienteAl despertar se sintió distinta. Sin moverse de la cama, supo dónde estaban sus compañeros.—IncreíbleDe pronto vino el dolor. Sentía como si fuese un cascarón que empezaba a quebrarse.—Ayuda…Ya sus hombres estaban ahí, le quitaban la ropa para que el cambio fuera sencillo.—Si luchas, dolerá. Esto pasa en cachorros y es más sencillo. Respira, bonita, pasará pronto.— ¿Cómo regreso de nuevo?—Cuando quieras cambiar, tu loba lo sabrá. Confía en ella y déjala salir, porque si la retienes, ella también sufre.—Va a querer salirse a la calle…—No, nos transformaremos también, nuestros lobos evitarán que se vaya. Tenemos detrás de la casa cuatro hectáreas de terreno para que la dejes correr.Al cambiar fue como un pop, similar al sonido de una gaseosa al abrirse. Sus hombres le pusieron un espejo delante. Era totalmente blanca y sus ojos eran amarillos; sus hombres cambiaron y resultó ser de un tamaño similar a ellos, aunque un poco más pequeña.Corrieron, juguetearo
Narrador omniscienteDespués de que Anna abriera el refugio, entró a buscar sus cosas. Mirar las fotos de su mamá, los dibujos, todo aquello fue muy duro.—Tranquila, mi niña.—La extraño.—Lo sé y ella, estoy seguro, te cuida desde algún sitio. Lo importante es que tienes todas estas cosas. Las llevaremos a casa y podrás descansar.Anna descansaba en una postura que dejaba claro que se sentía bien, a pesar de las descargas emocionales a las que se había sometido. Y sus compañeros guardaron sus cosas; sabían que ella no estaba lista aún para ver todo aquello. Un miembro de la manada llegó por la nueva loba; era necesario que otros la cuidaran durante las siguientes treinta y seis horas y ellos tres ya tenían demasiado entre manos con Anna.Alec, que estaba en la cocina, sonrió al mirarla bajar a comer.—Hola, cariño.—¿Y Mary?—Vinieron por ella de la manada, ¿quieres comer?—Muero de hambre. ¿Podrías, por favor, guardarme las cosas que trajimos? Sé que es importante para la manada que
Narrador omniscienteAnna intentaba nunca mirar atrás, las cosas que ya habían pasado no tenían forma de cambiarse, la sensación de ira, arrepentimiento o incluso miedo ya no tenían cabida en su corazón. Su realidad —una bastante desagradable, por cierto— era que su padre no la quería. No recordaba a su mamá y su papá le decía que la había abandonado cuando era una bebé.A su padre no le importaba qué hacía durante el día, mientras no le estorbara estaba bien porque si se atrevía a ser una molestia, la golpeaba. Aquella tarde en especial se sentía nerviosa. Había visto ese todoterreno varias veces y, cuando lo hacía, una marca de nacimiento empezaba a picar.Se decía que los dueños eran tres hermanos, cada uno más guapo que el otro, quienes ocasionalmente bajaban al pueblo y aquel era uno de esos días. Mientras caminaba por allí, se dio cuenta de que su padre tenía razón al llamarla torpe, pues por ir pensando en cómo solucionar su vida se estrelló con una inmensa pared de músculos. Su
Narrador omniscienteAlexander se alejó de Alec y recogió a su mujer del suelo, retando a sus hermanos a seguirlo y ninguno lo hizo. Caminó con ella hasta sentarla dentro de su auto.—Tranquila.—Quiero recordar, pero me duele.—Encontraremos la respuesta a todo, no te preocupes. No quiero enviarte con tu padre, así que te llevaré a una cabaña cerca de aquí. Pertenece a mi familia y nadie salvo nosotros tres entra ahí.—Las autoridades vendrán por mí, aún no cumplo 21 años.—Tienes casi 22 años. Si alguien trata de sacarte de ahí, morirá y esa es mi promesa. Eres nuestra mujer, nuestra compañera y te engañaron para alejarte de nosotros. Pero no sucederá de nuevo.Alec estaba lejos de sus hermanos, tratando de lidiar con las cosas que vio en la mente de su mujer, ella no recordaba, pero todo estaba ahí. Pudo ver a la niña pequeña llorar la muerte de su madre, los recuerdos de ellos y lo que la había llevado a olvidarlos, y lloró, por su compañera, por lo que le quitaron. También se vio
Narrador omniscienteMirándola dormir tranquila, Luca supo que la mordida había funcionado. Eso lo dejaba tranquilo, pero sentir el sabor de su sangre fue difícil; no pudo evitar que su bestia tomara el control. Había pensado, como los demás, que Ágata estaba muerta, pero estaba ahí, solo que se mantenía inmóvil. No sabía si era por debilidad o porque los culpaba por no proteger a Anna.Convocó entonces a Alec y a Xander, quienes llegaron poco después.—La mordida funcionó.—Sí, estaba tan mal, aterrada de que encendiera la luz. Pero le he dicho que le diríamos lo que pasó, y Alec, tú lo viste todo. Sin embargo, la loba está ahí, atrofiada, diría yo, por decirlo de algún modo.—¿Atrofiada?—No funcional… no lo sé. Piensa en una gata, enroscada sobre una alfombra, dormitando. Ella está así, miró a mi lobo, pero simplemente suspiró y siguió descansando. La sentí vibrar con mi presencia, así que me reconoció.—Hablaré con ella si Anna me lo permite.Anna salió un par de horas después, vié
Narrador OmnicienteDurante el desayuno, Anna empezó a tocarse la cabeza, sentía un dolor fuerte.—¿Anna?—Murmullos, voces… un canto… no lo puedo describir, pero duele.—Esto suena a un ataque de la manada que la secuestró.—No sé cómo lo sé, pero es ella, Ágata. Siento su pena y su tristeza.—Trataré de que mi lobo charle con ella.Anna se acostó en la cama y tras concentrarse un poco logró que su loba escuchara y de pronto, frente a los hermanos, estaba la hermosa loba.—Ágata.—Lo siento, lo lamento. Los defraudé a todos.—No entiendo.—Cuando me drenaron, anularon nuestro vínculo. Anna no tiene ya la magia de su familia y, por ende, no tengo el derecho de tener tres compañeros. Para mí, en este momento, solo Xander es mi compañero. He charlado con los lobos de Alec y Luca, ellos no tienen sentimientos por mí y asumo que ustedes dos no sienten nada así por Anna, es como si nunca hubiese pasado.Los hermanos se quedaron quietos y comprendieron que ella tenía razón, pero no entendían
Narrador OmniscienteNo duró más que segundos para Xander, pero en el sitio en el que estaba el alma de Anna, pasaron varias horas. Allí recuperó sus memorias y se puso cara a cara con los magos, quienes la veían con orgullo.—Este era el sacrificio, Anna. Esta es la prueba de que veías por otros antes que por ti misma y por eso volverás con él. Nos falta aún la prueba final.—¿Y Ágata?—Ella está siendo castigada ahora; encarnará en algún joven de clase baja, vivirá penurias, pero, sobre todo, perderá sus memorias. Un reinicio limpio.—Pobre.—No te compadezcas; quedan cosas por afrontar. Hay un traidor entre los de Xander y debes descubrirlo, Anna. Aun sufrirán, pero si se mantienen juntos, nada los derrotará. Llevarás en tu cuello una cicatriz, símbolo de ese sacrificio. Vuelve con él; cumple con lo que debas hacer.—¿No tendré ninguna loba? Ágata actuó mal, pero soy quien se queda sin tener una.—Anna, escogiste…—No, es decir sí, escogí salvar a Mary, pero ustedes acaban de decirm
Narrador OmniscienteAnna despertó sin dolor. Aunque Ágata estaba allí en silencio, se sintió completa. Sin embargo, en lugar de Xander, estaba su lobo. Era la primera vez que lo veía y era inmenso, casi como un gran Danés.El lobo bruno y Xander en su mente sonó ofendido.℘¿Gran Danés, cariño?℘Lo siento, pero es que eres realmente inmenso. No entiendo por qué está él aquí y no tú, y me gusta esto de hablarnos mentalmente.℘Mi lobo siente pena por la forma en que te castigó.℘¿Debo dejar salir a mi loba?℘No, ella enfrenta las consecuencias del castigo de mi lobo por traición y sabrá cuándo salir. Mi lobo solo quiere quedarse contigo y no me deja volver, no aún. Si no te importa, tendrás un compañero peludo unas cuantas horas.Anna dio vueltas por la casa, tenía hambre, así que iba a prepararse un emparedado. El lobo, pegado a sus pies, lloriqueaba y supo que tenía hambre. Sacó un filete crudo y, mientras el peludito a su lado comía hasta saciarse, comió algo también y se fue a descan