Aquí sentada en el piso de la habitación que me asignaron estos malditos lobos, me siento más allá de estar desnuda. Como si estuviera exponiendo mi propio corazón delante de todos. Como si todos pudieran ver a través de mí, lo que quiero, lo que pienso, lo que deseo.
Me siento desprotegida ante los impulsos asesinos que no tenía y que no quiero.
No me puedo deshacer de ellos como si fueran una mala resaca. No, ellos me persiguen en cada cosa que hago. Es la primera reacción que tiene la maldita loba que vive en mí, atacar, matar.
Todo los días debo luchar con esto que soy ahora. Ya no puedo volver atrás. Es una lucha constante. Esto es lo que soy ahora, una bomba de tiempo a punto de estallar, si no la puedo controlar.
De la noche a la mañana dejé de ser la princesa de un enorme emporio comercial, para ser un monstruo, nunca más la niña mimada de mis padres, cuya única preocupación era ocultarle malas calificaciones o la cuenta de la tarjeta de
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Aike se levanta su cuerpo unos cuantos centímetros encima de mí para ver bien lo que sus ojos no dan crédito. Luego su mirada se convierte en odio hacia la marca arriba de mi clavícula, igual que lo he hecho innumerables veces desde que la tengo.Esa marca es el recordatorio de todo lo que soy ahora, un ser lleno de odio y la carcelera celosa del monstruo dentro de mí. ―Pero ¿cómo demonios se supone que estás marcada, si Vili jura que somos tu pareja destinada? ―grita Aike, cuando se sienta en el borde de la cama, colocando sus codos encima de sus muslos, para hundir su cara entre sus manos. Por un momento quedo desconcertada por la palabra “Vili”, pero entonces asumo que se trata de su lobo, que debe ser tan roñoso y molesto como Aella, escondido en algún punto de su mente. ―Así me convirtió el maldito―le respondo y me siento en la cama, con mis piernas recogidas. Ahora comienzo a sentirme desnuda, así que coloco una almohada encima de mi regazo.
Llego a la habitación corriendo a toda prisa, con el corazón acelerado solo de pensar que Adrien pudo haberme descubierto, así que cierro mi puerta con cerrojo. Espero un minuto y luego otro, hasta darme cuenta de que estoy a salvo y cuando ya me siento segura, me quito las zapatillas y me tiro boca arriba a la cama con la ropa puesta. Mi cabeza está llena de todo lo que hablaron los hermanos Mctire en el jardín. Si entendí bien, Aike quiere irse de la manada para tomar su posición en la empresa de la manada. También está el hecho de que Adrien no quiere darle el mando de Ice Inc. y las razones son de lo más claras para mí, no quiere que se entere de lo quebrada que está esa empresa, tanto, que el pobre Adrien está sacrificando su propia maquinaria, con tal de producir más y tener los mercados llenos de su mercancía. De lo poco que aprendí al lado de mi padre y de todas las veces que me obligó a trabajar con él aunque fuera un mes durante el verano, estoy seg
Los dos gorilas de Aike me están mirando con disimulo, pretendiendo que me están ignorando, aunque todos sabemos que no pueden evitar el verme. De seguro saben las razones por las cuales el alfa ha pedido expresamente el no dejarme pasar. Y yo que había dicho ayer que no parecía un niño mimado, pero tal parece me equivoqué y el chico es toda una diva del drama y ya es hora de que lo supere, porque esa actitud lo único que consigue es alejarme de mis planes. Claro que tampoco es que mi actitud haya ayudado a mejorar mi posición, después de todo yo le pedí que se fuera ayer y ahora se está vengando de mí. “A lo mejor le rompimos el corazón”, dice Aella, que no había hablado hasta ahora, “sueles romperle el corazón a todos, Sia, en especial a mí”, agrega y la sangre empieza a hervirme. “¿Corazón?, ¡Tú no tienes corazón!”, le reclamo, “¡Tú mataste a mis padres!”, le grito, pero no espero a que me conteste, tampoco pienso permitir que este par de gorilas m
La palabra "invasión" resuena en mi cabeza como algo que no encaja de ninguna manera. Me imagino viejas películas de guerra donde grandes dictadores que imponen a la fuerza con sus países vecinos. Entonces asumo que es lo normal en esta clase de bestias que solo saben de brutalidad y sangre, después de todo, yo estoy siendo adiestrada para la guerra, siendo una cadete de la guardia delta. Entonces me fijo en el tal Valentine quien se nota muy preocupado ante la noticia que acaba de traer y Aike se pasa las manos una y otra vez por el cabello, mientras maldice por lo bajo. Así que sí que debo asumir que la situación es demasiado grave. ―Los Zafiro se aparecieron en la plantación con maquinaria y toda una tropa de sus propios deltas, así que Raynor trajo un destacamento para defender el territorio de nuestra manada―indica Valentine, con las cejas totalmente arqueadas―entonces fui a calmar las aguas y fue cuando me mostraron la documentación en toda regla para e
―Tienes que prepararte―me dice Mara, quien me conduce al comedor.―Este...―titubeo porque no sé cómo explicarle que tengo un asunto pendiente en mi habitación y llamar a Bernard. Pensé que me dejaría en paz hasta la noche, pero creo que no me desharé de ella tan fácilmente―necesito darme una ducha y cambiarme para estar lista para la noche. ―Cariño, ¿para qué necesitas ropa, si te vas a transformar? ―me responde poniendo los ojos en blanco―en vez de vestirte, tendrás que desnudarte, más bien, si es que quieres conservar ese bonito suéter. ―Pero, Mara...―vuelvo a gaguear porque se me acaba de secar el cerebro tratando de buscar una buena excusa. ―Mara nada, Bellamy―me responde―ahora ven, vamos a comer algo para tomar energía en tu transformación―me dice y me mira con curiosidad―no sé cómo fue tu primera transformación o cuántas veces lo has hecho después de eso, pero aquí tenemos tradiciones y tú vas a ser parte de ellas, así que vamos a hacer como que esta
El lobo blanco frente a mí cubre con su cuerpo mi visión, así que no tengo la menor idea de qué está pasando entre ambos lobos, solamente que se están enfrascando en una serie de gruñidos. El lobo blanco afirma sus patas en la tierra húmeda, como si estuviera preparándose para atacar. En un momento el lobo blanco mira hacia atrás, directamente a mi cara. Hace algún tipo de señas, pero no entiendo lo que quiere de mí, así que vuelve a mirar al frente.Entonces ambos lobos se transforman, quedando desnudos frente a frente. El lobo negro es ahora un hombre enorme de cabello negro y ojos grises con una musculatura imponente, igual que el lobo blanco. Ambos hombres se ven frágiles para el tamaño imponente de Aella, quien está gruñendo, babeante, dispuesta a atacar. ― ¿Le puedes decir a tu loba que ya puede parar? ―le espeta el hombre frente al alfa sustituto y asumo que se está refiriendo a mí, pero Aella no está dispuesta a que nos transformemos. "Atac
Aike y Valentine se miran el uno al otro, tal y como Aike hizo con el tal Zayn un rato atrás, claro que con menos gruñidos y baba saliendo de sus bocas, sin embargo, el momento no deja de ser demasiado tenso para mi gusto. Entonces Valentine decide bajar la casa en sumisión y espero que con eso se acabe la situación molesta porque yo no he pedido que vengan ninguno de los dos, para empezar. ―Después hablaré contigo, Valentine―le dice a su primo, como si hubiera una conversación que me acabara de perder y supongo que eso se debe al enlace mental que mencionó Mara hace un rato. ―Por supuesto, mi alfa―le responde este y le hacer un ademán digno de un rey, dejando a la bomba de tiempo que es Aike en este momento en medio de mi habitación, el cual me está mirando directamente a la cara y yo decido ignorar deliberadamente, aunque no puedo evitar decirle algo. ―Espero no conocer a otro Mctire más por hoy, al menos―le respondo a Aike antes que empiece siquiera a habl
Unos acompasados ronquidos están susurrando en mi oído, lo que me hace abrir los ojos y me doy cuenta de que estoy aferrando un enorme brazo a mi pecho, el cual tiene un reloj en la muñeca y me doy cuenta de la hora. ― ¡Por Dios! ―le digo a Aike que está a mi espalda―ya tengo que ir a entrenar. Pero él ignora mi preocupación y, en lugar de liberarme de sus brazos, me está dando besos tiernos en el cuello. "Esto nos gusta", dice Aella muy feliz de que le hagan arrumacos matutinos, que podrían ser el preludio de algo más. ―Podrías reportarte enferma―me susurra al oído y yo me siento algo mareada de todos los besos que me da desde mi barbilla hasta mi nuca, haciendo movimientos con sus pelvis, que me hacen que mis pezones se endurezcan. Puestas las cosas desde su punto de vista, estoy muy, pero muy tentada. Hemos repetido unas cuatro o cinco veces más y no sé cuánta fue la cantidad de orgasmos que he tenido en toda la noche, pero quién cuenta cuando se l