Llego a la habitación corriendo a toda prisa, con el corazón acelerado solo de pensar que Adrien pudo haberme descubierto, así que cierro mi puerta con cerrojo. Espero un minuto y luego otro, hasta darme cuenta de que estoy a salvo y cuando ya me siento segura, me quito las zapatillas y me tiro boca arriba a la cama con la ropa puesta.
Mi cabeza está llena de todo lo que hablaron los hermanos Mctire en el jardín.
Si entendí bien, Aike quiere irse de la manada para tomar su posición en la empresa de la manada. También está el hecho de que Adrien no quiere darle el mando de Ice Inc. y las razones son de lo más claras para mí, no quiere que se entere de lo quebrada que está esa empresa, tanto, que el pobre Adrien está sacrificando su propia maquinaria, con tal de producir más y tener los mercados llenos de su mercancía.
De lo poco que aprendí al lado de mi padre y de todas las veces que me obligó a trabajar con él aunque fuera un mes durante el verano, estoy seg
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Los dos gorilas de Aike me están mirando con disimulo, pretendiendo que me están ignorando, aunque todos sabemos que no pueden evitar el verme. De seguro saben las razones por las cuales el alfa ha pedido expresamente el no dejarme pasar. Y yo que había dicho ayer que no parecía un niño mimado, pero tal parece me equivoqué y el chico es toda una diva del drama y ya es hora de que lo supere, porque esa actitud lo único que consigue es alejarme de mis planes. Claro que tampoco es que mi actitud haya ayudado a mejorar mi posición, después de todo yo le pedí que se fuera ayer y ahora se está vengando de mí. “A lo mejor le rompimos el corazón”, dice Aella, que no había hablado hasta ahora, “sueles romperle el corazón a todos, Sia, en especial a mí”, agrega y la sangre empieza a hervirme. “¿Corazón?, ¡Tú no tienes corazón!”, le reclamo, “¡Tú mataste a mis padres!”, le grito, pero no espero a que me conteste, tampoco pienso permitir que este par de gorilas m
La palabra "invasión" resuena en mi cabeza como algo que no encaja de ninguna manera. Me imagino viejas películas de guerra donde grandes dictadores que imponen a la fuerza con sus países vecinos. Entonces asumo que es lo normal en esta clase de bestias que solo saben de brutalidad y sangre, después de todo, yo estoy siendo adiestrada para la guerra, siendo una cadete de la guardia delta. Entonces me fijo en el tal Valentine quien se nota muy preocupado ante la noticia que acaba de traer y Aike se pasa las manos una y otra vez por el cabello, mientras maldice por lo bajo. Así que sí que debo asumir que la situación es demasiado grave. ―Los Zafiro se aparecieron en la plantación con maquinaria y toda una tropa de sus propios deltas, así que Raynor trajo un destacamento para defender el territorio de nuestra manada―indica Valentine, con las cejas totalmente arqueadas―entonces fui a calmar las aguas y fue cuando me mostraron la documentación en toda regla para e
―Tienes que prepararte―me dice Mara, quien me conduce al comedor.―Este...―titubeo porque no sé cómo explicarle que tengo un asunto pendiente en mi habitación y llamar a Bernard. Pensé que me dejaría en paz hasta la noche, pero creo que no me desharé de ella tan fácilmente―necesito darme una ducha y cambiarme para estar lista para la noche. ―Cariño, ¿para qué necesitas ropa, si te vas a transformar? ―me responde poniendo los ojos en blanco―en vez de vestirte, tendrás que desnudarte, más bien, si es que quieres conservar ese bonito suéter. ―Pero, Mara...―vuelvo a gaguear porque se me acaba de secar el cerebro tratando de buscar una buena excusa. ―Mara nada, Bellamy―me responde―ahora ven, vamos a comer algo para tomar energía en tu transformación―me dice y me mira con curiosidad―no sé cómo fue tu primera transformación o cuántas veces lo has hecho después de eso, pero aquí tenemos tradiciones y tú vas a ser parte de ellas, así que vamos a hacer como que esta
El lobo blanco frente a mí cubre con su cuerpo mi visión, así que no tengo la menor idea de qué está pasando entre ambos lobos, solamente que se están enfrascando en una serie de gruñidos. El lobo blanco afirma sus patas en la tierra húmeda, como si estuviera preparándose para atacar. En un momento el lobo blanco mira hacia atrás, directamente a mi cara. Hace algún tipo de señas, pero no entiendo lo que quiere de mí, así que vuelve a mirar al frente.Entonces ambos lobos se transforman, quedando desnudos frente a frente. El lobo negro es ahora un hombre enorme de cabello negro y ojos grises con una musculatura imponente, igual que el lobo blanco. Ambos hombres se ven frágiles para el tamaño imponente de Aella, quien está gruñendo, babeante, dispuesta a atacar. ― ¿Le puedes decir a tu loba que ya puede parar? ―le espeta el hombre frente al alfa sustituto y asumo que se está refiriendo a mí, pero Aella no está dispuesta a que nos transformemos. "Atac
Aike y Valentine se miran el uno al otro, tal y como Aike hizo con el tal Zayn un rato atrás, claro que con menos gruñidos y baba saliendo de sus bocas, sin embargo, el momento no deja de ser demasiado tenso para mi gusto. Entonces Valentine decide bajar la casa en sumisión y espero que con eso se acabe la situación molesta porque yo no he pedido que vengan ninguno de los dos, para empezar. ―Después hablaré contigo, Valentine―le dice a su primo, como si hubiera una conversación que me acabara de perder y supongo que eso se debe al enlace mental que mencionó Mara hace un rato. ―Por supuesto, mi alfa―le responde este y le hacer un ademán digno de un rey, dejando a la bomba de tiempo que es Aike en este momento en medio de mi habitación, el cual me está mirando directamente a la cara y yo decido ignorar deliberadamente, aunque no puedo evitar decirle algo. ―Espero no conocer a otro Mctire más por hoy, al menos―le respondo a Aike antes que empiece siquiera a habl
Unos acompasados ronquidos están susurrando en mi oído, lo que me hace abrir los ojos y me doy cuenta de que estoy aferrando un enorme brazo a mi pecho, el cual tiene un reloj en la muñeca y me doy cuenta de la hora. ― ¡Por Dios! ―le digo a Aike que está a mi espalda―ya tengo que ir a entrenar. Pero él ignora mi preocupación y, en lugar de liberarme de sus brazos, me está dando besos tiernos en el cuello. "Esto nos gusta", dice Aella muy feliz de que le hagan arrumacos matutinos, que podrían ser el preludio de algo más. ―Podrías reportarte enferma―me susurra al oído y yo me siento algo mareada de todos los besos que me da desde mi barbilla hasta mi nuca, haciendo movimientos con sus pelvis, que me hacen que mis pezones se endurezcan. Puestas las cosas desde su punto de vista, estoy muy, pero muy tentada. Hemos repetido unas cuatro o cinco veces más y no sé cuánta fue la cantidad de orgasmos que he tenido en toda la noche, pero quién cuenta cuando se l
Justo cuando salgo de la oficina de Hal, me encuentro a un tipo que no había visto hasta ahora, así que asumo que es el tal Melvin. Su físico es tan imponente como el resto de los instructores, con el cabello negro y lo lleva al estilo man bun. También tiene una barba insipiente bien definida y un bigote tipo inglés, que lo hacen ver como un pirata. En serio, solamente le falta el parche en el ojo o la pata de palo y un perico en el hombro. Me pregunto de dónde lo habrán sacado, porque con esa pinta llama mucho la atención. ―Sígueme―me dice y se da la media vuelta, como si se tratara de un robot, de hecho va un paso que casi me hace trotar. No sé si son ideas mías, pero tal parece que se quiere deshacer de mí. ¡Perfecto! Yo tampoco quiero demorarme en esto. Prefiero dar un par de patadas que hacer eso de la fulana meditación, así que espero que su actitud signifique que pronto podré comunicarme mentalmente con todo el mundo y ya no tendré que
El lobo frente a mí me mira con el ceño fruncido y los labios apretados, pero no me está intimidando en lo absoluto. De mi boca se escapa un bufido que hace que la cara de Hal se ponga aún más roja y no entiendo por qué. Para lo que me importa su actitud. ―En realidad, el que no tiene idea de la importancia de las clases es Melvin, Hal, porque me dejó en medio de las colchonetas y se fue a quién sabe a dónde―le respondo y él pone los ojos como platos. ―En todo caso, debiste pasar a mi oficina, Bellamy―me responde cabreado―soy yo quien decide que harás en mi gimnasio. ―Lo tomaré en cuenta para la próxima vez, Hal―le respondo, aunque hubiera querido agregar, la próxima vez que algún idiota decida hacerme perder el tiempo―solo pensé que te molestaría más si estaba en un rincón sin hacer nada que ayudara con mi entrenamiento. ―Está bien―me responde y le hace una seña al instructor que lo acompaña y este se nota pensativo, así que asumo que están t