El lobo frente a mí me mira con el ceño fruncido y los labios apretados, pero no me está intimidando en lo absoluto. De mi boca se escapa un bufido que hace que la cara de Hal se ponga aún más roja y no entiendo por qué.
Para lo que me importa su actitud.
―En realidad, el que no tiene idea de la importancia de las clases es Melvin, Hal, porque me dejó en medio de las colchonetas y se fue a quién sabe a dónde―le respondo y él pone los ojos como platos.
―En todo caso, debiste pasar a mi oficina, Bellamy―me responde cabreado―soy yo quien decide que harás en mi gimnasio.
―Lo tomaré en cuenta para la próxima vez, Hal―le respondo, aunque hubiera querido agregar, la próxima vez que algún idiota decida hacerme perder el tiempo―solo pensé que te molestaría más si estaba en un rincón sin hacer nada que ayudara con mi entrenamiento.
―Está bien―me responde y le hace una seña al instructor que lo acompaña y este se nota pensativo, así que asumo que están t
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Logro llegar a uno de los árboles que están en el borde del bosque, mientras trato de calmarme. Mi corazón late como si hubiera estado en una maratón, pero trato de mantener la calma. De seguro me podré ocultar por unas horas, hasta que se me ocurra cómo evitar a Adrien. Quizás corra hasta salir de este maldito lugar y ya veré después cómo darle una excusa a Hal de mi ausencia, porque en definitiva Adrien no debe encontrarme ni sospechar siquiera que estoy en su propia manada. "Reconoció nuestro aroma otra vez", me dice Aella. "Razón por la cual huimos, loba tonta", le digo y ella me gruñe. "¿Has notado que cada vez que estás nerviosa la tomas conmigo?", me reclama y yo pongo los ojos en blanco. "Para ser una loba, eres demasiado sensible", le recuerdo. "Y tú eres una brabucona en toda regla", me responde. "Está bien, tenemos cosas más importantes que estar discutiendo entre nosotras, así que ¿tregua?", le pido y ella resopla p
"Qué bueno que se fueron", me dice Aella y yo también me siento aliviada. Si estuviera en el mundo humano en un bosque desnuda con cuatro hombres medio drogados, no sé qué hubiera pasado conmigo o, peor, sí que lo sabría.Siendo una loba, me hubiera transformado y corrido a toda velocidad, pondría la alarma, todos los Luna de Hielo se hubiera transformado y ahora mismo estaríamos en batalla. Las cosas ahora son muy, pero muy diferentes. Mara también respira hondo una vez se da cuenta que los zafiro no van a regresar. ― ¿Quieres comer algo? ―me invita Mara lo que me saca una sonrisa de burla, porque vaya si sabe cambiar de tema en un abrir y cerrar de ojos.Es interesante porque yo estoy preocupada por la próxima guerra de hombres lobo y ella, de su panza. ―No creo que sea buena idea―le respondo y es verdad, por lo menos para mí, porque lo último que quiero es ir al comedor de la casa de la manada, donde seguro estará gente de la cual estoy
Mara empieza a calentar sus deliciosos espaguetis en el microondas y prepara rebanadas de pan con mantequilla, las cuales mete en el horno eléctricos, mientras Aike y yo nos sentamos en el mini comedor. ―Estuve preocupado por ti―me dice y yo lo miro extrañado―supe lo que pasó hace un rato en el entrenamiento. ―No pasa nada―trato de calmarlo, pero él está molesto―son un par de chiquillos que no han superado la adolescencia. ―Claro que pasa algo―me dice y me toma la mano―por eso te fuiste del entrenamiento, porque te dolió lo que dijeron―trata de consolarme y yo no debo sacarlo de esa idea, porque no debe saber por qué me fui realmente, por la presencia de su hermano en el gimnasio. Estoy a punto de contestarle, pero Mara y Valentine aparecen como si fuera algo sincronizado, justo cuando ella va a colocar los platos en la mesa, él se presenta en la puerta y se sienta en una de las cabeceras, frente a Aike y todos nos saludamos. ―Hoy pasó a
Ambos chicos se van, dejando la mesa llena de los trastes y cubiertos que acaban de utilizar. También me dejaron con una madeja de pensamientos, las cuales no puedo desenmarañar, comenzando con la primera pregunta. ¿Por qué Valentine me ha echado a la boca del lobo, específicamente, a la de su primo Adrien?Se suponía que me cuidaría, pero solo me está demostrando por qué no debo de confiar en ninguno de estos malditos lobos, aunque te ofrezcan comida deliciosa o, en el caso de Aike, un magnífico cuerpo con el cual jugar. ―Descuida―le digo a Mara, que intenta nuevamente levantar los platos para fregarlos―yo me encargo―señalo y los tomo, sacudo y los lavo. ―Siempre me has dado la impresión de que eres una especie de princesa o algo así―comenta con las cejas levantadas―nunca creí que fueras de aquellas de las que les gusta hacer labores caseras. ―Y no lo soy, pero me gusta que todo esté limpio―le respondo, mientras pongo los trastes a escurrir―además
Salgo de los dormitorios y Valentine me está esperando justo en la puerta y decido tomar el camino a la casa de la manada, pero él me detiene. ―Espera―me dice y me toma de la mano para llevarme por otro camino―por esta entrada podremos evitar que alguien nos vea―entonces me lleva por un pasillo que está entre los dormitorios y el gimnasio que da a una escotilla en el suelo―esta es una salida secreta en caso de que haya alguna invasión―me dice y él hace una especie de patrón en una pantalla táctil para acceder. Luego me conduce por unas escaleras y a otro pasillo―para que esto salga bien tenemos que seguir un plan, ¿de acuerdo? ―De acuerdo―le digo, mientras sigo sus largas zancadas. ―Bien, esto es lo que hay que hacer―continúa mirando al frente―debes quedarte en la alcoba de Aike hasta que pase la cena―me dice―luego de ella, yo le revelaré a Aike quién eres, le daré una excusa de que tú realmente no sabías quién era Adrien, hasta que lo viste por casualidad, ¿
Aike tiene un no sé qué al cual decir que no es imposible. Como si mi cuerpo se volviera deseo solamente con pensar en todas las delicias que hace o que me provoca o ese "lo que sea" que me hace gemir con solo pensarlo. Y puedo decir que me encanta la rudeza con la que acaba de sacar a Mara, tanto que me ha importado un rábano, porque está reclamando estar conmigo, que su cuerpo se apodere del mío de la manera en que lo estoy ansiando. Me gustaría decir que tengo recargos de conciencia al respecto, con todo aquello que se preocupa por mí y hasta me ha invitado a comer y tal, pero no tengo tiempo para pensar en eso ahora, solamente quiero a Aike dentro de mí, volviéndome loca con sus besos y sus caricias donde me gusta. Lo siento Mara, pero Aike o yo nos disculparemos después. Me río solo de pensar en todo lo que viene, porque se nota desesperado por tenerme, por desahogarse conmigo de la manera en que ambos lo podemos hacer, igual que la tarde de ayer
Él apoya sus brazos al lado de mi cabeza sin dejar de mirarme, mientras continúa sus movimientos de cadera, lo que hace que me desespere, queriendo que esté dentro y moviéndose como solo él sabe. Pero parece que está disfrutando mucho verme sufrir y se ríe, luego baja su cara para darme leves mordiscos en la barbilla, deslizando sus dientes a través de mi carne lentamente, lo que hace que mis pezones se pongan más duros y me manda hondas eléctricas desde mi cuello hasta mis pezones y luego a mi centro, lo que me tiene temblando de anticipación. Luego sube su boca hasta la mía con su lengua que llega a mi garganta, devorando mi boca con hambre y deseo, lo que hace que me pierda y que levante la cadera para que se introduzca completamente, así que me detiene. ―Chhh, tranquila―me dice en mi boca, besando delicadamente mis labios y tratando de calmar las malditas ganas que tengo que se hunda en mí―espera un momento más―agrega y creo que quiere hacer como hace un rato, qu
Me separo un poco de él, porque en serio me siento mal por todo, por él, por mí e incluso por Adrien, porque es un verdadero idiota por no apreciar lo que tiene, su manada y a su hermano. Diría que me encantaría tener un hermano como Aike, salvo que lo prefiero aquí a mi lado, cansado por todo lo que hemos hecho y todo lo que pretendo que hagamos después. ―Se me olvidaba la razón principal por la cual te traje a mi habitación―me susurra al oído, lo que me provoca escalofríos―ya sabes, el jacuzzi. ―Sí, claro―le digo y pongo los ojos en blanco―por supuesto, el jacuzzi, es la única razón por la cual me trajiste aquí. Así que me lo presentas y me devuelvo a los dormitorios de cadetes, ¿te parece? ―le digo con una sonrisa pícara y él me envuelve entre sus brazos. ―Bueno, como no quieres ir por tu propia voluntad, tendré que llevarte a la fuerza―me dice y me toma entre sus brazos del sofá lo que me hace reír a carcajadas. ―Así no, espérate―le digo y