Si hay algo que me enseñó mi padre fue la manera de jugar a la diplomacia, mientras conseguía todo lo que quería de sus futuros adversarios financieros y, sí, sé que mi padres era despiadado a la hora de acabar con lo que le estorbaba, pero nadie podría negar que era muy bueno en eso.
Eso no significa que haya aprendido bien ese arte que, por cierto, no se hereda o se pega de alguna manera cósmica. De hecho, hace un momento perdí la batalla en manos de Zeira, a pesar de que traté de dar un argumento más o menos decente.
"Eso no fue un argumento más o menos decente", indica Aella, "más bien, fue un chiste de mal gusto".
"Tampoco te vi aportando ideas, cariño", le respondo.
Entonces la rabia empieza a apoderarse de mí, recordando lo que ocurrió esta mañana con mi nana y quisiera que pague, pero Aella tiene razón. O la manera en que t
“¡Ajá, ajá!”, canturrea a Aella en mi mente y yo solo pongo los ojos en blanco. “¡Es solo un niño!”, le recuerdo, “se supone que somos las adultas por aquí, las que debemos poner el ejemplo”. “Él es un brabucón en toda regla”, me recuerda, “además de que se estaba metiendo con su prima, aprovechándose de su tamaño y su fuerza”, añade con un gruñido, “¿te imaginas cuántas veces debe haberle hecho lo mismo a la pobre Kala?”. Y es cierto. Según lo que nos ha contado Mara, sus primos la trataban peor que a una esclava y debe ser normal para este tal Lúcian intimidar a Mara tantas veces como le ha dado la gana, cobijado bajo el ala de su madre, que de seguro lo animaba para que lo hiciera, tanto a él como su otro hijo. Entonces miro detrás de mí y veo que Mara ya se ha recompuesto de la amenaza de su primo o de la transformación que acabamos de tener, cualquiera de las dos situaciones, en todo caso. ― ¡Discúlpate con tu prima! ―le grita Aella a tra
La mirada de Kala es de consternación y supongo que no le agrada para nada que las cosas no salieran como ella esperaba y debo añadir que tampoco esperaba que este encuentro se diera como hasta ahora. “Sí, debimos encontrarla a solas, en un callejón oscuro y con mis fauces en su cuello, de preferencia”, me dice Aella, aún eufórica en mi mente. “¿Qué, ahora somos carteristas de poca monta o qué?”, le respondo haciendo un soplido y ella pone los ojos en blanco, “creo que debes dejar de ver películas de detectives, me parece”. “Solo quiero que admitas que eso es lo que te gustaría, Sia”, trata de que me sincere, pero, lejos de eso, lo que quiero es otra cosa. “Lo que en realidad me gustaría es estar en una playa en Tahití, Aella”, le confieso y ella pone los ojos en blanco, “con una trago en la mano y con Aike a mi lado, sabiendo que ya todo el mundo está fuera de peligro y con Bernard muerto o en un calabozo diminuto, donde no entre la luz del sol”, le
“Tienen suerte”, dice Aella y yo frunzo el ceño porque no entiendo a qué se refiere, “lo primos de Mara tienen suerte de que Zayn se haya aparecido por aquí, quiero decir”.“Yo diría que nos ha salvado de una situación incómoda e incluso peligrosa, más bien”, señalo y ella respira hondo, “no podemos ser como antes, cuando nos liábamos a la primera que nos provocaban. Tenemos una deuda, ¿recuerdas?”, le digo y ella asienta con la cabeza, “si metemos la pata, no solo estaría en juego nuestra cabeza, sino la de Aike y todos los miembros del concejo del alfa, gente a la que queremos”.“Sí, tienes toda la razón”, concuerda, “la verdad es que nos hemos comportado como unas majaderas, al seguirle el juego a esos dos, pero yo tengo una excusa, soy loba, en cambio tú eres una brabucona nata”, me dic
A veces se me olvida que tuve una vida aquí, una en la cual fui feliz y no lo sabía, una en la cual tenía amigos normales y enemigos normales, gente que se preocupaba si estaba triste y otros que querían ponerme en mi sitio.Mara era una de ellas.La historia de sus padres era muy parecida a la mía, una completa tragedia y gracias a ella, su vida fue un infierno hasta que se fue de la casa de sus tutores. Así que ella sentía empatía por mí y quería ser mi amiga, sin importar todas mis malacrianzas.Fue una amiga genuina, tal como Barbie, la diferencia es que ella no vivió mi historia, como lo hizo Barbie, solo me brindó su amistad porque vio a una persona que merecía una persona que la comprendiera.Y, por supuesto, lo tuve que arruinar todo con las ganas inmensas que tenía de que el mundo de los lobos ardiera.Pero ahora resulta que el mundo de los lo
La sorpresa de su visita en mi habitación me tiene con las cejas arqueadas y una sonrisa espontánea que no puedo evitar y creo que es una recompensa justa a todos los sinsabores que he tenido durante mi camino hasta aquí y la persona que lo ha provocado.Aike me corresponde y mira con esa sonrisa pícara que me encanta y yo decido quitarme la chaqueta y dejarla en uno de los sillones y ambos nos encontramos a medio camino, pero él me arrastra con delicadeza hasta la cama, tomándome por mis hombros, lo cual me provoca un cosquilleo ahí donde me toca, y ambos nos sentamos.―He deseado estar contigo desde el momento que te dejé esta mañana, en la habitación del ala delta―me dice y toma mi cara entre sus manos, mientras me da un tierno beso. Sus labios se sienten como si estuviera en el cielo y él fuera mi ángel de la guardia, uno pecaminoso que me incita a pensar en lujuria y en toda mi fal
Aike y yo nos estamos mirando con una sonrisa de oreja a oreja con anticipación a todo lo que va a pasar. Sus ojos destellan calor y lujuria a partes iguales, y solamente su sonrisa hace que me recorra un escalofrío que va desde mi columna y me irradia de pie a cabeza y siento cómo mi centro se moja.Me siento tan vulnerable entre sus brazos, como si mi capa de sarcasmo y egoísmo se derritiera ante su presencia cálida y su imponente fortaleza, lo cual me hace sentir protegida y sensible, todo a la vez. Aike es muchas cosas para mí y tiene muchos más significados cuando me encuentro entre sus brazos.Él me mira por un instante más, como si no se pudiera creer que estamos así de unidos o, por lo menos, eso es lo que siento yo y el corazón se quiere salir de mi pecho y me quedo sin aliento estando tan cerca.Es cuando decide atacar mi boca con hambre, como si fuera a comérsela de un
En cuanto entramos al cuarto de baño, él me toma de la mano y me lleva hasta el armario, donde mueve la ropa del fondo y revela una puerta, la cual no recuerdo haberla visto antes y lo miro fijamente, pero él sigue sonriendo, como si fuera la cosa más normal del mundo.Digo, una puerta en el fondo del armario. Estoy segura de que este mundo no es igual al humano, pero debe reconocer que esto es lo más extraño que me pueda imaginar.Y es cuando empiezo a sentirme paranoica.―Ven, por aquí―me dice, todavía arrastrándome de la mano y hace un patrón en la pantalla de la cerradura, igual a la de la puerta principal de mi habitación y ambos entramos a otro ropero―por cierto, esta es mi habitación―me aclara y yo lo miro de reojo―la mandé a poner esta mañana, junto con las alarmas en la puerta y ventana―ahora lo miro con el ceño fruncido y él traga en seco.
“Esa Kala está más trastornada de lo que pensaba”, me dice Aella, aún anonadada por lo que acaba de contar Mara, “digo, sé que ser Luna es algo a lo que muchas lobas aspiran y tal, con eso de que son la pareja del alfa de la manada y todo eso, pero inventarse que era la pareja destinada de Adrien es demasiado”.“Pues, no lo creímos cuando nos lo dijo la primera vez y no lo creemos ahora que nos lo cuenta Mara, su propia prima”, le digo bastante asombrada, “pero creo que ya estuvo bueno de hablar de esa loba y debemos ponernos en acción”, añado y miro a Mara a los ojos.―Me parece que ya es hora de quitar a la pegatina de mi puerta, como bien lo dijiste hace un momento―le recuerdo la manera en que refirió a su prima hace un rato y ella frunce el ceño―o tendremos que ver a Zayn enojado y no debe ser algo divertido para nada.―Si―se limita a decirme, al ti