Capítulo 121

Entonces salgo de la biblioteca, en donde se encuentran todos y voy con toda la naturalidad del mundo hacia el vestíbulo común a todas las alas de la enorme casa de la manada, pero me detengo un minuto para mirar hacia atrás y comprobar que nadie me sigue y, cuando me doy cuenta de que es así, voy con cuidado hasta el ala delta y tomo el largo pasillo son mucho sigilo.

“Asumo que ya debes de estar más que satisfecha”, le señalo a Aella, “ya le dije algo referente a su falta de ropa”.

“Pues, ya te habías tardado, me parece”, me dice con suspicacia, “aunque asumo que te habías demorado, porque estabas disfrutando de todo lo que estabas viendo, ¿o no?”.

“Te diré que sí, lo disfruté, pero eso no significa que me iba a lanzar a sus brazos ni nada de por el estilo, querida”, le respondo y ella me frunce el ceño.

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