Capítulo 123

Konor se muestra bastante incómodo por mi pregunta y mira a su alfa, como si estuviera buscando algo en su cara, pero este frunce el ceño, pero es a mí a quien observa con cierto brillo en los ojos, como si hubiera algo interesante en mi cara, pero luego decide mirar de reojo al malherido de Melvin. Entonces este traga en seco.

“¿Te has dado cuenta de que todos están muy nerviosos?”, me dice Aella y no puedo hacer otra cosa que reconocerlo.

“Parece que hay un pescado grande y gordo que apesta por aquí”, le digo con el ceño fruncido, “y creo que ahora se va a destapar”.

“Pues, eso espero”, señala mi loba interior y yo suspiro hondo, “que salga la verdad a la luz y que pague el lobo que tenga que pagar”.

―La gran verdad, señorita Sia, es que no lo sé―me responde y yo frunzo el ceño en su dirección―como dije, estuve

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