Helen controló sus emociones. “¿A dónde la vas a llevar?”.

Mark ya tenía un lugar en mente. “Suiza. He oído hablar de un hospital allí con una reputación estelar, y he enviado a algunos de mis empleados para ayudar a facilitar su eventual estadía. En este momento, estoy haciendo los arreglos necesarios para mi empresa... dejaré parte de mi trabajo a Jackson mientras estoy fuera. Naturalmente, no estoy dispuesto a cederle mi deber. Simplemente, no estoy disponible físicamente para muchos de mis negocios”.

Las cejas de Helen se arrugaron. “Pasar parte de tu trabajo a Jackson podría estar bien y todo eso, pero ¿qué pasa con el pequeño Smore? ¿Él también se irá contigo?”.

Esa era la pregunta del millón de dólares que había atormentado a Mark durante demasiados días y noches. “Yo… bueno… Para ser franco, no planeo llevarlo con nosotros. Mi propósito de ir allí es curar la enfermedad de Ari, por lo que llevar a un niño con nosotros solo sería un inconveniente. Sinceramente, creo que es me