"Eres perfecta, cariño", me dijo, mientras sus manos recorrían mis pechos con ternura. Una dulce sensación de hormigueo recorrió mi cuerpo y me apoyé contra la pared, cerrando los ojos para deleitarme con esa sensación. Dan siguió explorando mi torso con sus dedos y, arrodillándose, empezó a quitarme las mallas de una manera sensual. Besó mis muslos y no pude evitar gemir.

"No puedo..." La presión crecía en mi interior. Me condujo hacia la cama y me hizo sentar en el borde, separando mis piernas. Antes de que pudiera comprender lo que estaba ocurriendo, su lengua comenzó a lamerme.

"¡Ay, por favor!", un grito escapó de mis labios. Nunca esperé que hiciera eso, y me retorcí de placer, ya que era demasiada éxtasis para mí. Su delicioso aroma me envolvió y gemí de nuevo. Mis dedos comenzaron a tocarlo donde podía, y él gruñó en aprobación. Perdimos el control y nos entregamos a nuestros deseos.

Mi centro ardía, estaba llena de excitación. Lo deseaba con desesperación, aunque quería tom