Lieve no habló mucho; no necesitaba hacer preguntas. Diana, su dama de compañía, era muy parlanchina y tomó la delantera, explicándole todo sobre la vida en el área de las seleccionadas. Desde que había tocado su puerta, casi veinte minutos atrás, Lieve no había podido pronunciar una sola palabra. Diana le contó que a cada seleccionada se le asignaba una dama de compañía durante su estadía. También le explicó que las lecciones eran impartidas por especialistas en etiqueta y modales, a menudo hijos de nobles que se encargaban de entrenar a las jóvenes omegas. Todo esto debía completarse en un plazo de dos semanas, ya que después se llevaría a cabo la tercera fase de la selección, un gran baile donde las omegas serían presentadas. Durante la noche, bailarían e interactuarían con los alfas que también buscaban pareja. Al final de la velada, cada alfa elegiría a una joven, aunque no lo haría directamente, sino a través de la jefa de las institutrices. A Lieve no le sorprendió esta infor
Después de aceptar la sugerencia de Diana, Lieve se propuso recordarlo siempre, estar atenta a cada uno de sus movimientos a partir de ese momento. Aunque no sabía hasta qué punto se vería arrastrada a situaciones contradictorias, decidió mantenerse al margen durante el tiempo que estuviera en el palacio. La discreción sería su mejor aliada, al menos mientras las aguas se calmaran.Recogió su cabello en una alta coleta, el cabello blanco cayendo en mechones ordenados, y, siguiendo a Diana, ambas salieron del vestidor en dirección a la zona de los baños. Al llegar, Lieve no pudo evitar mirar, no solo con curiosidad, sino con una profunda admiración por la estructura majestuosa del lugar.El baño era una maravilla de opulencia, desbordante en su esplendor. Cientos de velas iluminaban suavemente las paredes de piedra, su luz titilante creando una atmósfera cálida y envolvente. En el centro, una monumental bañera de mármol, diseñada para albergar a varias damas, rebosaba con aguas cálidas
Las omegas intercambiaron miradas cargadas de complicidad, alimentando la intriga de Lieve. Los rumores sobre ella parecían envolver las paredes del palacio, y ahora su curiosidad era más fuerte que nunca. —¿Y bien? —preguntó con los brazos cruzados, dejando claro que su paciencia estaba al límite. —Se dice que el general es el responsable de tu estadía, que él te elegirá y por eso estás aquí, a pesar de no haber pasado la selección. —¿El general? —La sorpresa en su voz era genuina. Había imaginado muchas teorías, pero esa superaba cualquiera de sus expectativas—. ¿De dónde sacan esas tonterías? —Oh, por favor. No intentes negarlo —insistió una de las chicas—. Todas estuvimos ahí el primer día de la selección. Él salió específicamente por ti. Y cuando te desmayaste, fue él quien te llevó en brazos al interior del palacio. No sabemos cómo, pero hay algo entre tú y el general Davian. —¡Por supuesto que no! —El tono exaltado de Lieve dejó a las demás sorprendidas. Había sido más veh
Esa mañana, Lieve despertó con el cuerpo pesado y la mente aún atrapada en el letargo. No había logrado dormir bien la noche anterior, y apenas los primeros rayos del sol se asomaron, Diana irrumpió en la habitación, descorriendo las cortinas con un movimiento decidido que inundó el espacio de luz y perturbó su sueño. —Buenos días, señorita —la saludó con suavidad. —Buenos días —respondió Lieve, incorporándose con lentitud y frotándose los ojos adormilada. Diana avanzó hasta ella, sosteniendo una taza de porcelana de la que se desprendía un aroma relajante. —Le he traído un té aromático de hierbas. Lieve aceptó la taza con una leve inclinación de cabeza. —Muchas gracias. El calor del líquido humeante le despejó los sentidos poco a poco. Mientras lo bebía, el silencio de la habitación le permitió acomodar sus pensamientos. Al levantar la vista hacia Diana, su curiosidad la llevó a preguntar: —¿Hoy tengo algo que hacer? —Sí, señorita. Tomará el desayuno con las demás omegas en
Nota de Autora: Hola, un saludo. Antes de comenzar a leer me gustaría dejar esclarecidos algunos aspectos fundamentales de la trama que deberán conocer para comprender en su totalidad la historia. 1. Las jerarquías que conocemos dentro del género de hombres lobos, serán manejadas de manera diferente en esta historia. Ser Alfa, Beta u Omega, no solo serán rangos sino que serán características de nacimiento que le otorgarán a cada individuo un lugar en la sociedad. 2. Los alfas son la jerarquía menos común, así como los más poderosos, por ende son venerados, respetados y colocados en la casta más alta de la sociedad. Los betas son la jerarquía más común, la mayoría son personas comunes, ciudadanos promedios, uno que otro noble, y servidumbre de palacio. Los omegas son la jerarquía menos apreciada, usualmente nacer siendo uno se podría considerar una maldición, han sido discriminados, alejados de la sociedad y tratados como inferiores. 3. Aunque normalmente este género se maneja con
Ya era tarde esa misma noche, el cielo que hasta hacía unas horas lucía despejado, salpicado en estrellas, ahora se veía nublado por una infinidad de nubarrones negros, anunciando la llegada de una fuerte tormenta. El invierno había llegado, traía consigo un aire frío del norte que le brindaba a las noches una frescura ya casi intolerable. A pesar del furioso y helado aire que batía las ramas de los árboles y los arbustos de aquel jardín, el rey se encontraba allí de pie, afuera, frente a los veinticinco arbustos de camelias perfectamente podados y cuidados. Observando las bellísimas flores blancas que cuidaba como si fueran el más preciado tesoro. Su mente sin embargo estaba enfrascada en otra época, una antigua, tan antigua como él, aquella época en la que podía contemplar de cerca la sonrisa más hermosa que algunos ojos tuvieran la dicha de disfrutar. Pero eso había sido mucho tiempo atrás, pues el destino no fue bondadoso consigo y su amada. Una lágrima rebelde rodó por su meji
La mañana ya había llegado, después de lavar su rostro, Lieve salió de su pequeño cuartucho, justo a la salida del Distrito 0. Quizás esa era la única parte buena de su vida, estar en aquella zona le permitía poder divisar a la perfección en dirección a la gran ciudad capital y el castillo. Y desde las lejanías envidiar la vida que siempre le hubiese gustado tener. A pesar de la pobreza en la que había nacido, las ropas viejas y sucias, todo eso no era suficiente para tapar el porte de la joven omega. Su andar, su apariencia, su mirada, todo eso desprendía un aura refinada que era imposible que pasara desapercibida para los demás. Elegante, sutil, delicada, hermosa, como un cisne, así lucía Lieve Rosewind a los ojos de los demás, como si hubiese nacido en el seno de la más importante familia, como si fuese la mismísima reina de Rhevnar. Claro está, eso era imposible. Si bien en toda la historia de Rhevnar como país, como imperio, no constaba jamás el nombre de ninguno de sus monarca
El día había llegado, aquel momento esperado por muchos. La selección de los marcados significaba una esperanza para muchos omegas, principalmente aquellos que provenían de lo más bajo de la sociedad, aquellos como Lieve. Las mañanas en el palacio solían ser muy tranquilas, sin embargo aquel día el bullicio que provenía de la entrada retumbaba por cada corredor y salón dentro del colosal amurallado. Incluso llegaba a oídos del monarca, que como cada día a esa hora, se hallaba en el ala este, firmando algunos decretos reales y revisando todas las asignaciones que le eran llevadas. A pesar de jamás abandonar el palacio y de por sí nunca salir del ala este, donde permanecía prácticamente prisionero, Kyros no se libraba de todos los quehaceres que le eran otorgados, después de todo era el rey del gigantesco Imperio de Rhevnar. Había gobernado por tantos años que después de los primeros cien perdió la cuenta, el tiempo se volvió para él como cadenas dolorosas que se ataban a su cuello, a