Nos aproximamos a un nuevo año, les deseo que sea uno lleno de mucha dicha, trabajo y grandes momentos. Saludos con cariño.
Los delicados dedos de Antonella se deslizaron por las mejillas de Húnter.—Eres un gran hombre —mencionó mientras sus hermosas orbes color avellana, se clavaban en los de él—. Mi corazón está ocupado —se aclaró la garganta—, lamento mucho no poder corresponderte.Húnter tomó sus manos y besó su dorso.—Me hubiera encantado escuchar que me dieras una esperanza aunque fuera mínima —resopló—, pero lo comprendo, viviste un gran amor y no estás lista para dar un paso más. —Sonrió con cariño—. Lleva su tiempo volver a reconstruirse.Antonella frunció el ceño.— ¿Por qué lo dices? —cuestionó.—Porque creí que nunca me volvería a enamorar, después que mi prometida murió en el accidente en el que murió mi hermana también. —Su garganta picó—, pero mírame aquí sintiendo cierto interés por ti. —Rozó su mejilla.Antonella se acercó y lo abrazó con cariño.—Lo lamento mucho —expresó con sinceridad. «Sono sicuro che troverai la persona giusta». (Estoy segura que encontrarás a la persona indicada).
— ¿Qué es lo que tengo que saber? —Iñaki cuestionó.Connor se acomodó sobre la cama recargando la espalda sobre la cabecera.—Ella es Antonella Bianchi —refirió y le mostró un par de imágenes que tenía guardadas en su móvil.Iñaki tomó el teléfono de su amigo y comenzó a ver aquellas fotos.—Es una mujer muy hermosa —refirió con sinceridad, apreciando las hermosas facciones de la chica, además de dibujar una sonrisa al verla reír.— ¿No la recuerdas? —Connor cuestionó.—¿La conozco? —lo miró con incredulidad.Connor ladeó los labios y sonrió.—¿No se te hace conocida? —indagó.Iñaki volvió a ver su imagen.—No. —Negó con su cabeza, sin embargó su corazón se agitó.— ¿Qué tengo que ver con ella? —preguntó con nerviosismo.—Ella es la mujer de tu vida —refirió con la voz fragmentada—, la persona que más te ama en el mundo.Un par de lágrimas recorrieron sus mejillas.—Necesito recordar —suplicó y se llevó las manos a su rostro, entonces las yemas de sus dedos sintieron los molestos bord
En ese momento un par de Escorts ingresaron al tocador para retocarse el maquillaje.—Esta noche, va a haber mucho movimiento —expresó una de ellas.—Solo vine a retocarme el maquillaje y a tirar el miedo que siento, al pensar que me toca estar con la bestia, me asusta estar cerca de él —manifestó—, se quedó hablando con unas personas, eso me da el tiempo que necesito para tomar valor. —¿Y por qué aceptaste? —preguntó la mujer.—Porque escuché que es bueno al hacerlo, que es un hombre ardiente. —Mordió sus labios.Antonella presionó sus puños con fuerza, su torso subía y bajaba agitado de escucharlas.—Me cuentas, qué tal, lo gozas, para que la próxima vez, me toque a mí. —Pasó la lengua por sus labios.La joven salió caminando con rapidez del lugar, sentía el estómago revuelto, justo cuando pasaba por los privados, se detuvo en el que le habían señalado para él, tenía un letrero que decía: Reservado para la Bestia.Movió su rostro hacia los lados y giró la perilla de la puerta abri
El corazón de Antonella se llenó de una gran emoción al escucharlo y le regaló la mejor de sus sonrisas al reflejarse en aquella enigmática mirada color marrón.Iñaki pasó las manos por su larga cabellera, al ver su cristalina mirada, su corazón se agitó. Al tenerla completamente desnuda sobre él, percibió que se efervecía, como nunca antes le había ocurrido, entonces ya no tuvo voluntad, llevó sus manos hacia sus mejillas y acercó con urgencia sus labios a los de ella.La chica correspondió a la forma frenética en la que la besaba, encontrándose con la lengua de él, sus manos se acercaron a la firmeza de su pectoral deslizando sus dedos sobre su magro torso. Se puso de pie unos instantes, para ayudarlo a retirarse toda la ropa que estorbaba. Entonces comenzaron a regalarse grandes caricias, haciendo que Iñaki se encendiera como dinamita pura, ante aquella llamarada de nombre Antonella, quien le regalaba grandes caricias encendiendo una mecha que estallaría en mil fragmentos.Iñaki l
Los labios de Ivanna se separaron en una gran O, y su barbilla tembló.—Eres peor de lo que imaginaba, te aprovechaste de la situación, para sacar ventaja. —Antonella la miró con despreció—, lo que nos han hecho tu padre y tú, no tiene nombre —refunfuñó—, espero que esta sea la última vez que te apareces en nuestras vidas, ¿no te parece que ya nos has hecho mucho daño?Gran cantidad de lágrimas corrieron sobre las mejillas de Ivanna, movió su cabeza negando.—Eso no es verdad, no le creas —dijo a Iñaki—, esta mujer miente, quiere separarnos —sollozó.—Eso no es verdad. —Connor se puso de pie y la miró con desprecio—, Iñaki y tú terminaron hace mucho tiempo, y todos sabemos que no fue él quien se alejó de ti.Ivanna miró a Connor sorprendida.—Mienten —pronunció con dificultad—, nos conocemos desde que éramos adolescentes, no puedes creerles —dijo en un hilo de voz.—Deberías tener dignidad, el amor no se ruega —Antonella expresó con dureza.—Eres una maldita, desgraciada. —Ivanna elev
Andrea descendió de la vieja motocicleta Harley Pink, que solía conducir, se retiró el casco y agitó su cabeza, luciendo su hermosa melena color cobriza. Sacudió sus entallados pantalones de cuero, se dirigió a la gran terraza, que se encontraba adornada con globos metálicos en color dorado y plateado.Quiso saludar a sus papás, pero los observó charlando con unos viejos amigos, el matrimonio Sorni, por lo que buscó con su mirada a sus hermanos, abrió los ojos de par en par al ver a Luna charlando con un apuesto caballero.Con discreción caminó hacia su residencia y fue hacia la cocina, frunció el ceño al observar a un joven abrir la nevera.— ¿Se te perdió algo? —cuestionó con desconfianza.El chico cerró de golpe el frigorífico y fijó su azulada mirada en aquella muchacha, al verla frente a él, pasó saliva con dificultad. —Tu mamá me permitió tomar el mousse de chocolate que tanto me gusta —respondió intentando sonar estable.—Eres tú, Emilio Sarni —Andy rodó los ojos y se acercó p
Iñaki inclinó su mirada color marrón, y recorrió al pequeño con parsimonia. Sus grandes manos temblaron al sostenerlo.—No soy muy bueno con los niños —expresó—, no quiero que se vaya a despertar y se asuste al verme.—Sabrá que eres su papá. —La voz de Antonella se fragmentó—, jamás te tendría miedo —aseguró, al tiempo que volvía a sujetar al pequeño.—Será mejor que me vaya. —Se giró en su eje.—No, no te vayas, no huyas, por favor —suplicó la joven—. Nos has hecho mucha falta, no imaginas cuanto. —Su voz se fragmentó—, charlemos, yo puedo responder todas tus dudas.«No puede escapar de tu destino», aquella voz en su interior, se volvió a manifestar. Iñaki se detuvo en seco al escucharla y recordó haber visto a una mujer de edad mayor, cuando estaba en coma.—Tienes razón, hablemos —solicitó.Antonella resopló con alivio y su mirada se llenó de un brillo especial.Al ingresar al apartamento, Iñaki recorrió con su mirada el lugar, sintiendo una especial calidez en el interior, disti
—Muchas gracias —Antonella se aclaró la garganta y se ruborizó.— ¿Sucede algo? —cuestionó Húnter.La mirada de la chica se iluminó.—Me reencontré con el papá de mi hijo.Frunció el ceño y la miró con extrañeza.— ¿Cómo? —preguntó sin comprender. —¿Él…, no murió? Movió su cabeza, luego de tomar las flores, lo invitó a pasar.—Te presento a Iñaki Alvarado, el hombre por el que se me desgarró el alma al pensar que había muerto.Húnter lo miró a los ojos y se llenó de una gran felicidad por ella, no pudo evitar notar aquellas cicatrices, pero no le tomó ninguna importancia, para él no había nada mejor que saber que Antonella sería muy feliz.—Mucho gusto —expresó con sinceridad.La mirada grisácea de aquel hombre, le pareció sincera a Iñaki, aunque no pudo evitar mirarlo con recelo.—El gusto es mío —dijo con seriedad.—Húnter es un amigo que conocí en Canadá —explicó Antonella para disipar la tensión que se sentía en el ambiente—, ha sido muy amable con nosotros.—No deseo importunar,