2/2 maratón Lali se despertó sobresaltada del sofá. Pero solo había tenido una pesadilla. Aún así no podría volver a dormirse, por eso se puso en pies y caminó por allí, hasta que quiso cerciorarse de que Sídney continuara durmiendo. En la habitación de Sídney, reinaba un silencio incómodo. La niña, envuelta en las sábanas de su cama, se removía inquietamente mientras sus sueños se llenaban de pesadillas.Los monstruos y las sombras oscurecían su mente y hacían que sus pequeños ojos se mantuvieran bien abiertos. Sídney intentó llamar a su niñera, pero no le salía la voz y se puso a llorar. Finalmente, Sídney escuchó un leve susurro detrás de la puerta. Era Lali, quien entró en la habitación y al verla en ese estado se alarmó muchísimo. —¿Qué te pasa, Sídney? ¿Por qué no estás durmiendo? —soltó, preocupada.—Siento miedo, Lali. Tengo pesadillas y no puedo dormir —su voz salió temblorosa. Lali se sentó al borde de la cama y acarició el cabello de la niña. —Lo entiendo, Sídney. Tod
Arthur no cambiaba la expresión en su rostro, se notaba bastante frustrado por seguir en problemas y en ese aprieto por conseguir un heredero con el objetivo de obtener la herencia, se miraba tan enfadado por el constante rechazo de Vanessa que en lo más profundo de su ser, ya comenzaba a brotar un odio acérrimo hacia la mujer. —¿En qué estás pensando? —cuestionó su abogado? Continúas perdido en tus pensamientos, me da curiosidad saber. —Ya no lo soporto más, Vanessa no quiere por las buenas, pues tendrá que ser de otro modo. —¿Por las malas? Ay, Arthur, ¿por qué no analizas más el panorama? Tal vez podrías...—¡Lo haré a mi manera! Ella se lo ha buscado, maldición. Alex expiró y se puso en pies. —Solo sé que estás perdiendo la cabeza y podría ser demasiado tarde para arrepentirte —expresó y el tipo solo le dedicó una mirada asesina. ***Aquel día, Vanessa cerró la puerta de su casa tras de sí, sintiéndose aliviada de haber llegado a salvo después de estar afuera durante un rato
Cuando recobró la consciencia, Vanessa se encontraba atada y amordazada en una habitación oscura y tenebrosa. La falta de luz y la imposibilidad de ver el rostro de su secuestrador aumentaban aún más su terror. Los minutos se sentían como horas, y cada sonido desconocido la paralizaba.Escuchó pasos acercándose a la habitación, y el corazón de Vanessa latió con fuerza. Una puerta chirrió al abrirse, revelando a un hombre con una mirada fría y amenazante. Era imposible ver sus rasgos con claridad debido a la tenue luz que provenía de una lámpara tenue en la esquina de la habitación.El secuestrador se acercó lentamente a Vanessa y la observó con una sonrisa siniestra. No pronunció palabra alguna, dejando que el silencio pesara sobre ellos. El miedo se intensificó dentro de Vanessa, quien temblaba de pies a cabeza.Intentando encontrar una solución, Vanessa comenzó a analizar su entorno en busca de alguna posibilidad de escapar. Sus ojos se posaron en una ventana pequeña y sucia en una
Al día siguiente, el sol comenzaba a asomarse por las cortinas de la habitación de Verónika, iluminando su rostro mientras ella disfrutaba de un sueño tranquilo. De repente, despertó sobresaltada, ante la presencia de él. Verónika abrió los ojos lentamente y se encontró con ella amor de su vida sosteniendo una bandeja llena de manjares, estaba sobre su regazo. Frutas frescas, jugo de naranja recién exprimido, pan recién horneado y un café humeante, todo preparado con esmero. —Buenos días, espero hayas tenido un reparador descanso —saludó el CEO con una sonrisa radiante mientras acariciaba la barriguita de Verónika, aquello todavía seguía siendo un acto inesperado para ella, Sebas era tan dulce —. He preparado un desayuno sorpresa para ti. Quiero asegurarme de que comas bien ahora que estamos esperando nuestro bebé.Verónika se quedó sin palabras, sorprendida y sintiéndose especial por la atención de Sebastián.—¿En serio? —aún no daba crédito —. Sebas no tenías que hacerlo, yo deb
«—La noche se cernía sobre la ciudad mientras Verónika caminaba inquieta de un lado a otro en su apartamento. Un mal presentimiento parecía haberse apoderado de su ser, y su mente no podía evitar asociarlo con su hermana, Vanessa. Siempre habían tenido una conexión especial, capaz de sentir los altibajos emocionales del otro incluso a kilómetros de distancia. Y en ese momento, Verónika sentía una inmensa angustia que no podía ignorar.Decidida a calmar sus temores, Verónika tomó su teléfono celular y marcó el número de Vanessa. Pero la llamada se quedó sin respuesta. El corazón de Verónika comenzó a acelerarse, y una ansiedad creciente se apoderó de su ser. ¿Dónde estaba Vanessa? ¿Por qué no contestaba?Desesperada, intentó llamar una y otra vez, pero su hermana seguía sin responder. El silencio en el otro extremo de la línea la desgarraba, alimentando su preocupación y llevándola al borde del pánico. No podía ignorar ese presentimiento que se le clavaba como una espina en el corazón.
Verónika despertó por la mañana con una sensación de desasosiego en el pecho. Se levantó de la cama y se miró al espejo, tratando de sacarse la imagen de su pesadilla de la cabeza. Después del sueño en el que Vanessa había sido raptada y no podía sacudirse esa horrible imagen de su mente.Mientras se preparaba el desayuno, Verónika seguía sintiéndose intranquila. El sueño había sido tan vívido y real que sentía como si algo malo le fuera a suceder a Vanessa. El miedo se apoderó de ella, y las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.En ese momento, alguien llamó a la puerta. Verónika se secó rápidamente las lágrimas y se apresuró a abrir. Era Sebastian. Ella creyó que a esa hora ya estaría en el trabajo. —Sebas, yo pensé que estarías en el trabajo —mencionó suspirando. Sebastián la miró con cariño y preocupación, notando de inmediato que algo no iba bien.—¿Es por lo de anoche? Solo ha sido una pesadilla, todo está bien. —Es que se ha sentido tan real. Vi a Vanessa siendo rapt
Vanessa yacía en el suelo frío de aquella sórdida habitación, sus manos y pies atados con fuerza mientras miraba con odio a Arthur. Su cuerpo temblaba de rabia y angustia, no podía creer que había caído en las garras de aquel despiadado secuestrador.―¡Déjame ir, Arthur! ―suplicó Vanessa, con la voz quebrada por la desesperación.Arthur soltó una carcajada burlona y se acercó lentamente a ella, disfrutando cada segundo del sufrimiento que le causaba.―No, no, Vanessa. No tienes idea de cuánto tiempo he esperado este momento. No tengo intención de dejarte ir hasta que te haya enseñado una buena lección. Además, tengo planes para ti. ¿No te ha quedado claro? Ya basta, eh. Los ojos de Vanessa se llenaron de lágrimas mientras luchaba por contener el miedo. No podía resignarse a quedarse allí, a convertirse en su prisionera.¡No le daría ese gusto! ¡Él no se saldría con la suya! ―¡No puedes hacer esto! ¡No tienes derecho a quitarme mi libertad! ―gritó ella, la furia estaba tomando contro
—Sídney, cariño, ¿qué haces aquí? —inquirió, sorprendida al ver a su hija en ese momentoCreyó que estaría en su habitación. —Escuché voces y pensé que eras tú, mamá. ¿Quién es esa señora? —emitió Sídney, señalando a Jasmine.Era escaso el recuerdo que tenía la niña de su propia abuela, que ahora solo veía a una desconocida. Jasmine la miró con una sonrisa amable y se acuclilló para estar a su altura. Lo que desconcertó a Verónika, porque pensó que solo la iba a ignorar. —Hola, pequeña. Soy Jasmine, la mamá de Verónika. ¿Y tú cómo te llamas?—Soy Sídney, la hija de Verónika. ¿ por qué viniste a casa de mi mamá?La pregunta inocente de la niña hizo que tanto Verónika como Jasmine se quedaran sin palabras. Era evidente que Sídney no conocía la relación complicada que existía entre su madre y su abuela, pero también era lo suficientemente inteligente para saber que nada era perfecto. Su madre decidió intervenir y explicarle a su hija de la manera más sencilla posible.—Sídney, Jasmin