S A R A H H A L E.✨Las tareas del hogar se acumulaban como una tormenta implacable desde que Alissa se fue. Cada rincón de la casa parecía recordarme su ausencia: los platos sin lavar, los juguetes desperdigados, los espacios vacíos que antes se llenaban con su risa y su presencia. Exhausta y aún con el cuerpo debilitado por el resfriado, subí a mi habitación. El día había sido abrumador, intenso, y mi mente no dejaba de revolverse con pensamientos que prefería evitar. El conflicto con Daphne seguía fresco, una herida abierta que me dolía con solo recordarlo. Todo lo que pasó con Theo se reprodujo en mi cabeza una y otra vez. No entendía cómo las cosas pudieron cambiar tan drásticamente. Mi relación con él, una vez tan llena de amor, ahora era un vaivén entre momentos de calidez y otros de completo abandono. Estaba terminando de arreglar la cama cuando una voz suave rompió el silencio: —¿Podemos dormir aquí? La pequeña cabeza de Tristán se asomó por la puerta. —Claro, ciel
S A R A H H A L E ✨Sin Alissa en casa, todo se siente más caótico, más pesado. Las mañanas son un torbellino de tareas y responsabilidades. Hoy me levanté incluso antes de lo habitual, con los ojos hinchados por el cansancio y la alarma interna zumbando en mi cabeza. Preparé el desayuno mientras el sol apenas se asomaba en el horizonte.El olor a café recién hecho y tostadas llenaba la cocina, pero no lograba calmar el agotamiento que me recorría. El sonido de pequeños pasos corriendo por el pasillo me puso en alerta: los niños ya estaban despiertos. —¡Mamá Sarah, a mí no me gustan las fresas! —se quejó Tristán, arrugando la nariz cuando vio su plato. Suspiré y forcé una sonrisa mientras le cambiaba las fresas por uvas, que sabía que le encantaban. —Ay, nene… lo siento. Ya está, ¿mejor?Tristán asintió con una sonrisa tímida. No era culpa suya; tenía derecho a sus preferencias. Pero, cuando llevas días haciendo malabares con todo, pequeños contratiempos como ese se siente
Sarah Hale✨ A veces, cuando todo parece perdido, la vida te da un motivo para seguir adelante. En mi caso, ese motivo era mi hijo. No podía describirlo del todo, pero era como si algo me hubiera anclado a esta realidad, algo que no me dejaba rendirme. —Hola. La voz de Sebastián me sacó de mis pensamientos. Levanté la vista y lo vi acercarse con su habitual calma. —Hola… ¿Qué haces aquí? —pregunté mientras comenzaba a caminar, esperando que él siguiera mi paso. —Theo me envió por ti. Dijo que estabas enferma —respondió, colocándose a mi lado. Solté una risa amarga y sacudí la cabeza. —¿Enferma? No sabía que estar embarazada era una enfermedad —murmuré, dejando que mi molestia por las palabras de Theo se escapara sin filtro. —Oh… wow. ¿Eso es? Felicidades. —La sorpresa en el rostro de Sebastián era genuina, como si no supiera cómo reaccionar. —Sí —respondí en un tono seco, sin darle espacio a que siguiera con los típicos cumplidos. —Vamos, el auto está por aquí. Cam
Sarah Hale✨ Siento que no tengo fuerzas. Llevo aproximadamente media hora encerrada en el baño, y parece que la sensación de asco no se va. Siento que ya vomité todo lo que comí en el mes. Esta sensación es horrible; me duele la espalda, mi garganta arde y todo mi cuerpo parece agotado. De nuevo, las náuseas me atacan. Es como un ciclo sin fin, una tortura constante. —Aquí estás. Los niños ya se van —la voz de Theo me sorprende cuando entra al baño. Su tono es neutral, pero no alcanzo a responderle. Estoy demasiado agotada incluso para hablar. Otra arcada llega, mi cuerpo se contrae, y la miseria continúa. Theo no dice nada más. Se agacha, toma mi cabello con cuidado y lo aparta de mi rostro. Puedo escuchar cómo busca algo en los cajones, y luego abre la llave del lavabo. —Tómate esto, ayudará con las náuseas —dice, extendiéndome un vaso con agua. Dudo por un momento, pero su mirada es firme—. Henry me las dio. Dijo que esto ayudaría sin lastimar al bebé. Sus palabras me
Sarah Hale✨ Sebastián está frente a mí, su imponente altura me hace sentir diminuta. Su postura es relajada, pero hay algo en sus ojos que refleja cierta incomodidad. —Theo me dijo que estaría aquí —comienza—, y quise traerle una propuesta. Es un cliente que quiere que lo represente. Habla con un tono que me hace sentir como si fuera algo natural que yo supiera cada detalle de la vida profesional de Theo. Como si yo tuviera ese nivel de conexión con él… aunque, últimamente, ni siquiera sé si seguimos siendo una pareja. —Claro, fue por los niños. Pasa —digo, haciéndome a un lado para dejarlo entrar—. Puedes esperarlo en su oficina. ¿Te ofrezco algo de tomar? —No, así estoy bien. Gracias. Antes de moverse, Sebastián extiende una pequeña caja envuelta con un delicado moño. —Es un pequeño regalo para tu bebé. Sé que, al lado de todo lo que Theo le ha comprado, no debe ser nada. Pero lo vi en una tienda de bebés y no pude evitar pensar en tu hijo. Sus palabras me toman por
Theodore 🍂 El aire frío golpea mi rostro, despejando mis pensamientos por un instante, pero no lo suficiente. Mientras conduzco, no puedo evitar reflexionar sobre cómo me he estado comportando con Sarah en estos últimos dos meses. Ella está embarazada, vulnerable, y sin embargo, yo sigo castigándola por lo que pasó con Marcus hace tanto tiempo. No sé si lo hago por rencor, orgullo o simplemente por miedo. —¿Estás listo? —la voz de Daphne me saca de mi mente, y sin darme cuenta, sonrío. Ella está frente a mí, con un vestido rojo que abraza su figura a la perfección. El contraste de su piel pálida contra el rojo vibrante llama mi atención de inmediato. Es imposible no notar lo bien que se ve, y mi cuerpo, traidor, reacciona a pesar de que mi mente intenta resistirlo. —Sí, vamos —respondo, y la ayudo a subir al auto, asegurándome de no mirarla por más tiempo del necesario. Una vez que está acomodada en el asiento del copiloto, me siento frente al volante y enciendo el motor—. ¿A
Sarah Hale✨ Por fin, después de horas de limpiar y organizar, la casa está en orden. Mis músculos están tensos por el cansancio, pero encuentro algo de paz mientras arropo a los niños. Estoy en la habitación de Tristán, quien me observa con esos grandes ojos llenos de curiosidad y algo de tristeza.—¿Dónde está mi papá? —pregunta el pequeño con esa inocencia que siempre logra desgarrarme un poco el corazón.—Mmm… él salió —respondo suavemente mientras lo arropo, intentando que mi voz suene tranquila.—¿Puedo dormir contigo hoy?La petición me toma por sorpresa, pero no tengo el corazón para negarme.—Me gustaría —respondo con una sonrisa mientras él se hace a un lado, dejando espacio en la cama.Me acomodo junto a él, y Tristán se acurruca cerca de mí. Su pequeña mano encuentra la mía, y por un momento siento que el mundo exterior desaparece.—Extraño cuando mi papá estaba en casa y nos llevaba a jugar —dice de repente, su vocecita cargada de añoranza.Sus palabras me atraviesan como
S A R A H 🥀Caminaba con pasos vacilantes, sintiendo a Sebastián a mi lado. Sus pasos eran firmes, seguros, pero los míos se sentían pesados, como si cada paso fuera un recordatorio del peso que llevaba encima.De repente, el aire se volvió más denso. Respirar comenzó a ser difícil.—¿Qué sucede? —preguntó Sebastián, su tono preocupado.Negué con la cabeza, tratando de recomponerme.—Nada, creo que solo necesito tomar un momento.Me detuve, cerrando los ojos por un segundo. Sentí cómo Sebastián se acercaba más, su presencia irradiaba una calidez que no recordaba haber sentido en mucho tiempo. Sus ojos estaban llenos de preocupación genuina, la clase de preocupación que anhelaba ver en Theo pero que nunca encontraba.—Creo que necesitas dejar a Theo. Te está lastimando.Su voz era baja, pero sus palabras fueron un golpe directo al pecho.—No, todo está bien —mentí, forzando una sonrisa que no llegó a mis ojos—. Solo son malos momentos, pero estamos bien.Sebastián bufó, su frustración