Capítulo 98 —Cenarás con AylinNarrador:Roman apoyó los codos sobre el escritorio, con el rostro entre las manos y el celular frente a él como si fuera un arma cargada. Había leído el mensaje de Miranda al menos diez veces, pero no era ella quien ocupaba sus pensamientos. No realmente. La imagen de Aylin, sola en esa casa, envuelta en una tristeza que él mismo había provocado, no lo dejaba respirar.Desbloqueó el teléfono. Entró a su lista de contactos. Su dedo se detuvo sobre su nombre. No pulsó, aún no. Volvió a dejar el teléfono sobre la mesa. Se levantó, caminó por el despacho. Abrió la ventana, cerró la ventana. Volvió a sentarse. Otra vez la pantalla, otra vez su nombre.Finalmente, apretó la pantalla. El tono comenzó a sonar. Una vez... dos... tres.Del otro lado, Aylin sostenía su taza de café con ambas manos cuando la vibración la sobresaltó. El celular descansaba sobre la mesa de la cocina, y al verlo iluminarse, el mundo se detuvo. Su pecho se cerró, la respiración se le c
Capítulo 99 —3 metrosNarrador:El auto se detuvo frente a la residencia, imponente dentro del barrio cerrado donde la tranquilidad parecía respirarse en cada rincón. Las luces del porche ya estaban encendidas y, desde la puerta, Aylin esperaba en silencio, con los brazos cruzados sobre el pecho y el corazón al borde del abismo.Dominic bajó del coche, dio la vuelta y abrió la puerta trasera.—Llegamos —dijo con suavidad.Sasha descendió sin decir una palabra. Tenía los ojos brillosos, pero el rostro sereno. Apretaba la mochila contra su pecho como si necesitara sostener algo más que sus pertenencias.Cuando sus ojos se encontraron, ninguna de las dos se movió de inmediato.Y entonces, la ni*ña corrió.Aylin no lo dudó ni un segundo. La abrazó con fuerza, con el alma, con todo el amor contenido que no había podido darle en esos días de ausencia. Sasha se aferró a su cuello, respirando hondo, como si el solo contacto de sus cuerpos pudiera calmar el vacío.—Te extrañé —susurró —Mucho.
Capítulo 100 —No eres una madre.Narrador:Miranda habla con esa mezcla de veneno suave y falsa dulzura que la caracteriza. Todo en ella es una jugada, incluso las palabras.—Vaya —dijo al fin, con una sonrisa tenue, paseando la vista por el despacho como si estuviera viendo un recuerdo olvidado —Qué nostalgia. Todo está igual… incluso tú.Roman no se movió. Seguía de espaldas, la mirada fija en el jardín oscuro más allá del vidrio.—No me interesa hablar del pasado —respondió con voz grave.Miranda caminó despacio por la habitación, dejando que sus tacones resonaran en el piso como pequeñas provocaciones.—Oh, claro que no —dijo —Tú nunca quieres hablar del pasado. Pero el problema, Diablo, es que el pasado siempre vuelve… aunque lo entierres bien hondo. —Se detuvo detrás de él, observando la línea tensa de sus hombros, su nuca rígida. —Y esta vez, soy yo quien volvió.Roman giró lentamente. Sus ojos oscuros la examinaron con la misma calma con la que se miraba a una amenaza latente.
Capítulo 101 — El hombre que sostuvo su mundo cuando tú lo hiciste pedazosNarrador: —Yo no sabía que ese dinero estaba marcado, tienes que creerme, Diablo —soltó Miranda, hundiendose en el sillón —No sabía…Roman golpeó el respaldo a los costados de su cuerpo con ambas manos, haciendo temblar el mueble.—¡Mientes! —rugió—. ¡Claro que lo sabías! ¡Sabías perfectamente de dónde salía ese dinero! Sabías lo que pasaba si lo tocabas… ¡por eso justamente lo hiciste! —Miranda se estremeció, pero no bajó la mirada. Roman se acercó a ella con una furia contenida, oscura, tan densa que parecía llenar el aire del despacho. —Lo que no sabías… —continuó con voz baja, pero llena de veneno —Lo que no supiste jamás… es que yo siempre tengo un seguro. Siempre. —La miró con un od*io seco, sin dramatismos, solo una certeza cortante. —Tenía algo con qué negociar. Algo para salvarme si todo se venía abajo. Y lo hice. Sobreviví, aguanté lo suficiente como para ver caer al que me quiso borrar… y ocupar su
Capítulo 102 —Todo temblaba otra vezNarrador:—¿Y sabes qué es lo peor, Diablo? —murmuró Miranda, clavándole la mirada con los ojos brillantes de rencor —No fue solo que mataste a quien yo amaba. No fue solo que me lo arrebataste como si fuera bas*ura. —Se acercó un poco más, sus palabras saliendo envenenadas, apenas un susurro, pero cargadas de fuego. —Fue que después de eso… me raptaste. —Roman no se movió. —Me metiste en esa casa tuya. Me encerraste como si fuera un trofeo roto. Como si yo te perteneciera. Me hiciste tuya a la fuerza una y otra vez hasta que ya no sabía quién era. Hasta que ya no me reconocí frente al espejo. Dijiste que era por amor. Dijiste que lo hacías para “protegerme”. Pero fue por lo mismo que lo mataste a él. Porque eres un mal*dito monstruo. Porque eres el Diablo, y tomas todo lo que se te antoja, aunque todo lo que tocas… se quema. —Su respiración estaba agitada, las manos crispadas a los costados. —¿Quieres que Sasha sepa eso también? ¿Quieres que sepa
Capítulo 103 —Lo que me está matando...Narrador:Aylin no se movió. Roman estaba ahí, parado frente a ella, con los hombros tensos, la mirada perdida y el rostro de un hombre al que la noche entera le había pasado por encima.—Por favor —murmuró él, apenas —Solo un momento.Ella se hizo a un lado, con el corazón retumbando en la garganta y Roman entró.No tocó nada, no preguntó si podía quedarse. Caminó hasta el centro de la sala y se quedó ahí, como si no supiera cómo empezar, como si no supiera quién era.—Anoche… no dormí —dijo al fin, con voz grave —No podía. No después de lo que pasó. —Aylin no dijo nada. Solo lo observaba. Sabía que estaba por decir algo importante. Algo que dolía. Y entonces lo soltó. —Miranda está viva.El mundo de Aylin se quebró en un silencio seco.—¿Qué…?Roman levantó la mirada. Ya no tenía dónde esconderse.—Miranda. La madre de Sasha. La mujer que todos creen muerta. La que Sasha llora cada año. La que tú también creíste una sombra del pasado…Hizo una
Capítulo 104 —Su DiabloNarrador:Roman la miró. Y por primera vez… no se escondió detrás del poder, del control, del nombre que todos temían.Solo fue él. Con las defensas bajas, con el pecho roto, con el corazón en carne viva.—Lo que me está matando… —murmuró —es la idea de perderte. —Aylin contuvo el aliento. —No es la culpa, no es el miedo, eres… tú. —Avanzó un paso. No la tocó. Solo la sostuvo con los ojos. —Tú, tu voz en mi oido, tus pasos por los pasillos, tu forma de calmar a Sasha. La manera en que me miras cuando crees que no te estoy viendo. El pu*to silencio de esta casa sin ti. —Su voz se quebró apenas. —Me jodiste, Aylin. Y no me arrepiento. —Un instante, solo uno, pero entre ellos… el mundo se detuvo. Aylin no dijo nada. Ni una palabra. Solo lo miraba. Y aunque por fuera no se movía, por dentro… su corazón retumbaba con tanta fuerza que le costaba respirar. Roman lo notó. Notó ese temblor contenido. Ese miedo. Esa pregunta muda. Y entonces, fue él quien rompió el silen
Capítulo 105 —Me diste una hija...Narrador:Aylin tenía la cabeza apoyada en el pecho de Roman, su respiración aún agitada y su cuerpo desnudo, cubierto solo por el calor de él. El aire olía a piel, a se*xo, a deseo satisfecho pero todavía palpitante. Roman le acariciaba la espalda con los dedos, lento, con una ternura que contrastaba con la brutalidad con la que la había amado minutos antes. Era como si ese gesto simple fuera su manera de recordarle que estaba ahí, que no iba a desaparecer, que no iba a huir más.Ninguno de los dos hablaba. No hacía falta. El silencio entre ellos ya no dolía. Ahora era paz. Roman bajó la mirada y la encontró observándolo, con los ojos húmedos, pero en calma. No había reproche. No había rabia. Solo esa forma suya de mirarlo que siempre lo desarmaba.—¿Estás bien? —murmuró él, con voz grave.Aylin asintió y luego dibujó un leve “sí” con los dedos sobre su piel.—Estoy donde quiero estar —susurró, y Roman cerró los ojos como si esas palabras fueran más