Capítulo 17 —Ridícula, inocente, estúpida.Narrador:Aylin se quedó inmóvil, con las manos apoyadas sobre la mesada de mármol, mirando al vacío mientras las palabras de Amalia le zumbaban en los oídos.—Roxanne. La novia del señor Adler.Sintió cómo el estómago le dio un vuelco lento y doloroso. Como si alguien la hubiera apretado por dentro con la mano fría y sin piedad.Claro que tenía novia. ¿Qué había esperado? ¿Que El Diablo estuviera solo, esperando por una simple niñera ilegal que apenas podía sostenerle la mirada? Se sintió ridícula... patética.Amalia siguió con lo suyo, como si no notara la tormenta que le acababa de detonar al lado. Y Aylin, sin saber muy bien cómo, se movió hacia la puerta que daba al pasillo trasero, el que conectaba discretamente con el comedor.Desde allí, sin ser vista, podía escuchar.Y escuchar fue peor.—Roxanne, como siempre, impecable —dijo Dominic, con esa voz de galán barato que usaba cuando quería divertirse.—Ay, Dom, por favor… —respondió ell
Capítulo 18 —El Diablo incómodoNarrador:La mañana amaneció pesada.Aylin bajó temprano, con la determinación de fingir que nada le importaba. Que lo de la noche anterior había sido solo una cena más. Que no se había quedado en vela abrazada a la almohada repitiéndose que no iba a volver a mirar a Roman Adler como si fuera algo más que su jefe.Preparó café, puso la mesa y se sentó con Sasha, que masticaba distraída mientras miraba el móvil.El ambiente estaba tranquilo. Casi cómodo. Hasta que la desgracia apareció.Roxanne entró como si la casa fuera suya, descalza, despeinada, vistiendo únicamente una camisa blanca de Roman que le quedaba apenas por debajo de las caderas. Y nada más. La tela le marcaba las curvas y le dejaba las piernas al descubierto, perfectas y bronceadas, como si acabara de salir de una sesión de fotos.Aylin la vio de reojo y sintió un vacío helado en el estómago, pero tragó saliva y bajó la vista hacia su taza.No pensaba darle el gusto. Roxanne bostezó, exag
Capítulo 19 —RdidículoNarrador:Desde aquella mañana en la cocina, Aylin cambió.Y él lo notó al instante. Ya no estaban las miradas largas. Ni los saludos suaves. Ni los silencios compartidos que antes se llenaban de tensión y electricidad.Ahora era puro hielo, frío y perfecto.—Buenos días, Aylin —la saludó Roman al día siguiente, cruzándola en el pasillo.Ella apenas asintió con la cabeza.—Buenos días, señor Adler.Y siguió de largo, sin detenerse, sin mirarlo, sin darle la oportunidad de que le dijera nada más.Roman se quedó quieto, mirando cómo se perdía escaleras arriba, frunciendo el ceño, como si no entendiera qué demonios había pasado. Pero sí había pasado y siguió pasando.En el almuerzo, Aylin se sentó con Sasha en la cocina. Cuando Roman entró, ellas hablaban y reían. Al verla, él esperó... esperó que lo invitara a sumarse, que le dedicara al menos una de esas sonrisas suaves que últimamente le estaban haciendo adicto, pero no.—¿Desea que Amalia le sirva algo, señor A
Capítulo 20 —Te juro que te vas a quemarNarrador:Los días pasaron, pero no como Roman Adler esperaba.Porque Aylin no solo mantenía la distancia, la perfeccionó. Ya no solo era fría, era inalcanzable.—Buenos días, señor Adler. —Seco, sin mirarlo.—¿Sasha ya regresó del colegio? —Sí, está en su habitación —Breve, con un tono tan neutro que hasta dolía. Y él… cada vez peor.Roman empezó a buscarla sin darse cuenta. A entrar a la cocina cuando sabía que ella estaba. A pasar por el jardín con la excusa más ridícula posible, solo para ver si la encontraba sentada en la banca. A cruzar los pasillos más lentos, como si en cualquier esquina pudiera aparecer.Pero nada. Porque ahora Aylin se había convertido en una sombra elegante. Presente solo para cumplir su trabajo, inexistente para todo lo demás.Incluso en la mesa, cuando cenaban los tres, ella le dirigía solo lo justo.—¿Todo bien con Sasha hoy? —preguntó Roman una noche, intentando suavizar la conversación.Aylin le sonrió… pero s
Capítulo 21 —Entonces hágaloNarrador:Roman no apartó la mano de su cuello. Sus dedos firmes, envolviéndola con fuerza medida, como si necesitara recordarle quién mandaba o recordárselo a sí mismo. Porque Aylin temblaba,sí, pero no era miedo y eso fue lo que lo desarmó.Esa respiración agitada, esa piel caliente bajo sus dedos, ese brillo desafiante en los ojos, incluso así, atrapada, vulnerable... y preciosa. Se acercó más. Tanto que su aliento le rozó la mejilla.—Debería echarte ahora mismo —murmuró, con voz ronca, baja, llena de veneno dulce—. Debería hacer que recojas tus cosas y desaparezcas antes de que termines de arruinar lo poco que funciona en esta casa.Aylin no parpadeó.—Entonces hágalo.Roman cerró los ojos un segundo. Un mal*dito segundo. Porque no iba a hacerlo, porque no podía. Apretó un poco más la mano, solo para sentirla latir contra su palma.—Debería mandarte de vuelta a ese agujero del que saliste.Aylin tragó saliva, pero su voz no titubeó.—Entonces hágalo —
Capítulo 22 —Ahora eres oficialmente un problema para mí.Narrador:Roman la levantó sin esfuerzo. Una mano firme bajo sus muslos, la otra sujetándola de la espalda mientras sus bocas seguían enredadas, desesperadas, hambrientas de todo lo que habían callado durante días.Aylin rodeó su cuello con los brazos, aferrándose como si el suelo ya no existiera, mientras sentía su cuerpo duro, caliente, fuerte, pegado al suyo, guiándola hasta la cama sin soltarla ni un segundo.La dejó caer sobre las sábanas, despacio, como si colocarla allí fuera un acto ritual.Y la miró. Desde los pies hasta los labios.Se tomó su tiempo, admirándola como si fuera un pecado divino.—Mírate... —susurró, arrastrando la voz como si le pesara contenerse—. Tan jodidamente perfecta.Aylin no tuvo tiempo de responder.Roman se despojó de la camiseta con un solo movimiento y quedó ante ella, piel dorada, músculos tensos, respiración agitada... un hombre hecho para pecar y hacerla pecar con él.Se inclinó sobre la
Capítulo 23 —Eres una contradicción deliciosaNarrador:Aylin respiraba aún agitada, recostada sobre su cama, con Roman a su lado, una mano firme deslizándose por su espalda desnuda, lenta, como si quisiera memorizar cada centímetro de su piel, como si grabarla con sus dedos pudiera detener el tiempo. El silencio era espeso, apenas roto por sus respiraciones entrecortadas, mezcladas con la tibieza que quedaba flotando después del deseo saciado. Roman tenía la cabeza apoyada contra la almohada y la mirada fija en el techo, como si buscara excusas para no levantarse. —No quiero irme —murmuró, casi como si hablara para sí, pero su voz la envolvió como un susurro prohibido. Aylin lo miró de reojo, con el pulso acelerado de nuevo, aunque ahora por razones distintas. Se incorporó suavemente, envolviéndose con la sábana, sin perder la compostura. —Debe hacerlo, señor Adler. Roman giró el rostro hacia ella, arqueando una ceja. —¿Otra vez con eso? —Sí —afirmó sin vacilar—. Porque
Capítulo 24—Ese juego no había terminadoNarrador:Aylin apenas escuchó la puerta cerrarse tras Sasha, se levantó de la mesa con intención de desaparecer. Había demasiada tensión en ese espacio, demasiado aroma a pecado flotando entre los muros, y el recuerdo de la noche anterior le ardía en cada centímetro de piel.Sin embargo, no llegó lejos. Roman la detuvo sin esfuerzo. Su mano atrapó su brazo, firme, con ese toque que no dejaba lugar a dudas ni escape.—¿Adónde crees que vas? —murmuró, tan cerca que su aliento rozó su nuca.Aylin tragó saliva, enderezándose con la poca dignidad que le quedaba.—A ocuparme de mis tareas, señor Adler.Roman sonrió apenas, de ese modo que lograba desarmarla y enfurecerla al mismo tiempo. No soltó su brazo; al contrario, tiró suavemente de ella hasta tenerla pegada a su pecho.—¿Así de fácil pretendes ignorarme? Después de lo de anoche…Ella alzó la vista, manteniendo la compostura a duras penas.—Ya le dije que no cambia nada. No pienso convertirme e