Paulina prácticamente me jalo del brazo hasta traerme a su habitación y yo no entiendo nada de lo que sucede, «¿qué fue lo que me perdí?» Cierra la puerta detrás de ella y me empuja hacia la cama haciendo que me siente en el borde de la misma.
—Créeme que si te traje hasta aquí no es para que pasemos otro rato de desenfreno. —me dice con algo de desespero en su voz. —necesito saber ya mismo de donde o como es que conoces a Vera. — me exige.
— ¿Puedo saber qué es lo que sucede? No entiendo nada. — explico bastante confundido.
— Tu primero dime lo que te pedí y yo después te explicare todo. — negocia.La miro con dudas de si esto es una broma de mal gusto o no, y finalmente me decido a responderle— Vera y yo fuimos novios tres años, es más, nos íbamos a casar—sentencio sin rodeos. Al parecer, esto no le sorprende demasiado, sino que, todo lo contrario, despierta aún más su curiosidad— ¿Hace cuánto de esto? — indaga.— No entiendo porque me lo preguntas, seguramente ella ya te lo ha contado todo — le respondo un poco enfadado. — ¿Hace cuánto de esto? — vuelve a preguntar ignorando lo que le he dicho. — Hace dos años que me dejo— le respondo serio.Paulina me mira fijamente y no entiendo que sucede — Ella no te dejo— sentencia finalmente.— Por favor… de verdad que no necesitas fabricar excusas para que no salga allí y le diga todo lo que pienso y lo enojado que estoy con ella— le digo indignado. Dándome cuenta que ella es su amiga e intenta cubrirla, me levanto de la cama, me dirijo a la puerta y cuando estoy a punto de abrirla ella me sujeta de mis hombros y hace que me gire para verla nuevamente.
— Vera sufrió un accidente y perdió la memoria. — me dice sin más.«¿Cómo que sufrió un accidente? ¿Cómo que perdió la memoria?» Las palabras de Paulina me han dejado paralizado.
— ¿Cómo que ha sufrido un accidente? ¿Cuándo? ¿Perdió la memoria? No entiendo— consigo decir en una mezcla de sensaciones y consigo volver a sentarme sobre el borde de la cama.Paulina me observa, se agacha enfrente de mí, y suspira como intentando encontrar las palabras adecuadas — hace dos años yo iba manejando por las calles de San Francisco y encontré el coche de Vera estrellado contra un poste de luz, no sé cómo fue que sucedió, pero la encontré muy mal herida. Sin dudarlo, llame a emergencias inmediatamente y cuando ellos llegaron, la llevaron al hospital. Al ver el grado de gravedad en el que ella se encontraba fui al hospital y la acompañé todo el tiempo, ella estuvo en coma más de un mes… Cuando Vera despertó el doctor le practico varios exámenes porque ella no recordaba nada de lo ocurrido los últimos cinco años. Después de varios estudios el doctor no me aseguro que ella volvería a recordar, aunque no descarta la posibilidad de que eso ocurra algún día. Ella me dijo que si recordaba que sus padres habían muerto y que no tenía hermanos, por lo tanto, yo le ofrecí que viniera a vivir conmigo ya que en el transcurso de su recuperación nos hemos hecho buenas amigas. — me explica.Las palabras de Paulina son como un puñal a mi corazón, yo la estuve odiando todo este tiempo creyendo que ella me abandono cuando en realidad ni siquiera se acuerda de mi ni de nada de lo que hemos vivido juntos... No tiene memoria de nuestra historia... Repaso las palabras de Paulina en mi mente una y otra vez y no consigo asimilarlas, es demasiado fuerte… — ¿Cómo iba vestida el día del accidente? — le pregunto de la nada.«Necesito saber si mis sospechas son ciertas...»
— Llevaba un vestido negro de encaje. — responde de inmediato. «No hay dudas, el accidente ocurrió la misma noche que discutimos después del coctel que ofreció la editorial.» La desesperación me consume, me siento el hombre más estúpido del mundo y el más culpable también…— ¿Qué sucede? — me pregunta preocupada.— Esa noche habíamos discutido. — confieso entre un llanto lleno de rabia y culpa. — necesito hablar con ella. — le digo desesperado.— No... No creo que sea conveniente, primero ve a hablar con su psicóloga, ella te dirá que hacer. Cualquier cosa que le digas puede causarle daños que luego serán difíciles de reparar. — me explica y sé que tiene razón, que la situación es muy difícil. — Pero... Necesito que sepa quién soy Paulina... se casa en un mes, me lo ha dicho anoche... no puedo perderla... tu no entiendes... ella y yo... — intento decir, pero la desesperación, impotencia, tristeza y rabia se apoderan de mí y no puedo continuar hablando.— Lo sé... pero habla con ella primero... — insiste y me da una tarjeta de presentación que saco del cajón de su mesita de noche. — ahora mejor vete sin que ella te vea. — me pide, y es así como me hace salir del departamento una vez que Vera entro a su cuarto
Divago por las calles de San Francisco necesito pensar…Las palabras de Paulina dan vueltas en mi cabeza una y otra vez. La mujer que yo ame y si, sigo amando a pesar de que intente odiarla con todo mi ser al creer que me había abandonado, perdió la memoria de todo lo que hemos vivido juntos «¿Cómo puedo hacer para recuperarla?¿Cómo la convenzo de que no se case con Mario?»Observo la tarjet
(Al día siguiente)Estoy sentado sobre la escalinata que se encuentra en la entrada del edificio donde viven Paulina y Vera, y como no tengo el celular de Paulina, la única manera de hablar con ella nuevamente es esperándola aquí.
Camino detrás de Vera quien me está llevando hacia su cuarto para que podamos hablar a solas y yo no hago más que observarla y darme cuenta que sigue con esos andares que me han vuelto loco cuando la conocí. No sé cómo hare para controlar las ganas que siento por volver a sentir sus labios sobre los míos, las ganas de volverla a acariciar, de amarla... «¡concéntrate Iker!» me reclamo a mí mismo. (2 días después)Fueron los dos días más largos de mi vida desde que recibí su mensaje diciendo que si vendría a Miami conmigo. Estuve ansioso, nervioso y contando las horas todo este tiempo. Ahora, por fin estoy afuera de su departamento dentro del taxi esperando a que ella baje para ir al aeropuerto y partir rumbo a Miami.No aparto la vista de la entrada d7
Salgo de la casa y la veo sentada sobre la acera con sus manos sujetando su cabeza. Me acerco a ella lentamente y la observo intentando entender si se siente mal o es simplemente el shock de la noticia y con muchísimas dudas, me siento a su lado manteniendo una distancia prudente y continúo mirándola, parece estar muy confundida.— Por favor perdóname ¿Quieres que llame a Amanda? ¿Te sientes bien? — le
Sigo aquí sentado a su lado en el borde de la acera, llevamos así al menos diez minutos y ninguno de los dos ha dicho absolutamente nada. Se claramente que en estos instantes, su mente es un caos, pero debo sacarla de ese lugar, debo intentar que recupere la calma.— Vera, preciosa, ven vamos a casa. — le propongo
Estamos todos almorzando en el jardín como aquel primer día que la traje a casa como mi novia y siento que repito momentos de mi vida, algunos que están plasmados entre las páginas de mis libros. Mi padre me mira, me sonríe, y se claramente por qué. Si no hubiera sido por él jamás la hubiera conocido. Mi madre la observa y una tímida sonrisa se escapa de su rostro, después de todo, Vera fue la nuera que ella siempre deseo. «Como no quererla con lo especial que es.»
Estamos entrando al restaurante donde vine con ella la primera vez que vinimos aquí a Miami donde el gerente del lugar me conoce a la perfección y me recibe amablemente. Él también saluda a Vera, a quien también conoce, pero ella lo saluda indiferentemente, cosa que es normal dada la situación. Muy amablemente nos guía hasta la terraza del lugar y nos lleva a una mesa apartada del resto la cual cuenta con una vista espectacular. La noche esta hermosa, este clima se presta para pasar una velada ideal junto a ella… «Como quisiera poder decirle todo lo que siento... » No puedo... me repito a mí mismo una y mil veces.
Último capítulo