**Mikail**—¡Krimson! —rugí al cruzar la línea del bosque con Lyra en brazos—. ¡Manda a alguien por el médico, ahora!Su rostro se tensó al verla, y se acercó un paso, con expresión de espanto.—¿Está viva? —preguntó con voz ronca, preocupada.—Apenas —escupí la palabra, con la rabia y el miedo retumbando en mi pecho—. ¡Muévete!Sin decir más, me lancé hacia la casa. No podía pensar en otra cosa que no fuera su aliento entrecortado, su piel fría, el olor a sangre empapando mi ropa.La llevé directamente a mi habitación y la acosté con sumo cuidado. Mis manos temblaban. Su respiración era débil, su cuerpo temblaba como si aún estuviera en ese maldito bosque.—Estoy aquí —murmuré, agachándome junto a ella y sujetando su mano con fuerza—. Vas a estar bien. No te voy a dejar.Estaba limpiando su frente con un paño húmedo cuando escuché pasos apresurados y voces molestas en la entrada.—¿Qué está haciendo aquí esa? —bufó Ágata.—¿La… llevaste a tu habitación? —soltó Sienna, con un deje d
**Mikail**No podía creer lo que acababa de escuchar. El lobo solitario escupió sangre mientras sonreía con descaro, como si lo que acababa de confesar no tuviera peso alguno.—Alguien importante de la Moonfang me pagó bien… para silenciar a esa perra —dijo, burlándose incluso mientras jadeaba por los golpes que le había dado.Mi puño se estrelló contra su mandíbula con un crujido nauseabundo.—¡Vuelve a llamarla así y te saco los dientes uno por uno! —rugí, mientras lo levantaba del cuello y lo arrojaba contra la pared de piedra del calabozo.Mi rabia ardía en mi pecho como brasas vivas. Pensar que algún imbécil en esa manada de cobardes había osado mandar a alguien para matar a Lyra. Mandarla a la muerte. Así, como si su vida valiera tan poco.Quería mandar a mis mejores hombres a quemar esa madriguera y a Rowan junto con todos sus lamebotas. Pero no podía iniciar una guerra. Aún no.Apreté los dientes y me alejé del cuerpo maltrecho que apenas respiraba. No me detuve cuando algui
**Mikail**Lyra se veía tan frágil que me daban ganas de sentarme a su lado y no moverme nunca más. Pero sabía que cualquier palabra mal dicha rompería lo poco que aún sostenía entre nosotros. Suspiré y me pasé una mano por el cabello. —Estás muy sensible, Lyra. Será mejor que descanses. Ya hablaremos luego… de ese asunto —dije, intentando mantener la calma.Ella me miró con esa mezcla de tristeza y rabia que se le daba tan bien.—No quiero más promesas vacías, Mikail.Sentí el latigazo de esas palabras en el pecho. Mis puños se cerraron con fuerza.—¿Y qué quieres entonces? ¿Castillos? ¿Un anillo? —solté, con más brusquedad de la que pretendía.El sonrojo en sus mejillas me dejó sin aire por un segundo. Tragó saliva y desvió la mirada, pero su silencio habló más que mil reclamos.Mierda. Quería eso. Todo eso. Quería pertenecer. Ser elegida.Y yo… yo no podía dárselo. No ahora.La habitación se volvió un lugar demasiado estrecho de pronto. El peso de la manada estaba sobre mis hom
**Mikail**Entré en la habitación con sigilo, como si el silencio fuera lo único que aún me pertenecía. La noche estaba fría, pero el calor que irradiaba su cuerpo, aún dormido en la cama, bastaba para abrigar todo el maldito palacio.Lyra.Estaba allí, acurrucada sobre su costado izquierdo, con los labios entreabiertos y el ceño ligeramente fruncido. Incluso dormida parecía llevar una carga. Me acerqué despacio, con una mano extendida como si temiera que al tocarla, ella se desvaneciera.Algo en mi pecho se estremeció. No era deseo. Era otra cosa. Algo más profundo, más crudo.—Ya pronto se va a solucionar, dame tiempo, Lyra —le susurré al oído.Ella murmuró algo ininteligible, su cuerpo se agitó levemente, como si una pesadilla la envolviera en sus garras. Me dolió. Me dolió no saber si yo era la causa de ese tormento.Le acaricié la mejilla con suavidad, y sus párpados temblaron antes de volver a cerrarse. Le dejé un beso en la frente, me quedé ahí unos segundos más, como si eso
**Krimson**Lyra estaba sentada en la parte trasera del jardín, envuelta en un silencio que se sentía más fuerte que cualquier grito. La luz del atardecer le bañaba la piel pálida, pero no lograba devolverle el color. Parecía cetrina y gris, casi como una sombra de la mujer que conocí… y eso me revolvía el estómago.No me gustaba verla así.Me acerqué con pasos lentos, casi temiendo quebrar ese delicado momento de tregua que parecía haberse construido entre ella y el mundo.—¿Estás bien? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.Lyra no me miró. Solo desvió un poco la cabeza, como si le costara incluso eso. Su voz salió baja, casi como un suspiro.—Estoy cansada, Krimson… Cansada de fingir que no me duele, de sonreír cuando siento que me estoy partiendo por dentro.Sentí un pinchazo en el pecho. Esa confesión me cayó como una piedra. Me senté a su lado, sin apuro, dejando que el silencio hiciera su trabajo. No quise llenarlo con palabras vacías. Algunas heridas no se curan con prom
**Rowan**Sabía que algo no encajaba. Las fechas, las excusas, las cartas… aquel tipejo.Los informes de mis espías habían sido lo suficientemente claros, aunque me negaba a verlos con los ojos que debía. Quería creer que era solo una coincidencia, un malentendido. Pero entonces, escuché su voz. No hablaba conmigo, no sabía que yo estaba allí. Pero sus palabras fueron como puñales directos a la garganta.—Me deshice de ella, madre. Ahora nada se interpondrá entre Rowan y yo —su voz estaba cargada de satisfacción—. Lyra siempre fue una amenaza... belleza, inteligencia, coraje. Lo tenía todo, y yo... nada. Pero ahora, ahora todo es mío.El suelo pareció hundirse bajo mis pies. Y aun así, me mantuve en pie.—Encuéntrenla —ordené con voz fría a mis hombres—. Quiero a Lyra de vuelta. No importa lo que cueste. Tráiganla al territorio Moonfang, aquí es donde pertenece.No dejé espacio a dudas. Lyra debía volver. Y Calista… pagaría por cada una de sus mentiras.Cuando se enteró, irrumpió en
**Rowan**El territorio de Mikail apestaba a tensión. Su manada estaba armada hasta los dientes cuando crucé los límites, pero no me detuve. No había venido a negociar.Mikail me recibió con esa arrogancia que siempre lo caracterizaba, el ceño fruncido, los brazos cruzados.—Quiero a Lyra de vuelta —fui claro, conciso y preciso.—No puedes llevártela —espetó ceñudo—. Lyra está aquí por voluntad propia.—¿Por voluntad o por miedo? —dije con los dientes apretados—. No te atrevas a jugar con eso, Mikail. Ella es mi Mate, me pertenece.—Ya no. La perdiste.Quise destrozarlo con mis propias manos. Pero respiré hondo.*****Mikail**Desde el primer segundo en que vi a Rowan cruzar los límites, supe que algo no cuadraba. Venía solo, sin su séquito de idiotas engreídos, y con el ceño marcado por una tormenta que no supe leer de inmediato.No era el mismo Rowan altivo y seguro de siempre.La quiere de vuelta, dice que es su Mate y le pertenece. Tenía que decírselo, ella no era su Mate, era m
El aire olía a incienso y a sangre. El salón principal de la manada Moonfang, que una vez fue mi hogar, se sentía ahora como una prisión. Cadenas de plata ardían en mis muñecas mientras me arrodillaba en el centro de la sala, con la mirada baja y el corazón latiendo con furia. No por miedo, sino por la impotencia. La conferencia de los Alfas había sido un evento de honor, un momento en que los líderes de las manadas más poderosas se reunían para discutir alianzas y disputas. Sin embargo, lo que debería haber sido un evento diplomático se había convertido en un juicio público contra mí, la hija del Alfa asesinado y la mate del recién nombrado Alfa Rowan. Estaba de rodillas en el centro de la sala, mi cabello caía desordenado sobre mi rostro, mientras mi respiración temblorosa era lo único que rompía el silencio antes de la sentencia. —Yo rechazo a la Luna Lyra como mi compañera —la voz de Rowan resonó con frialdad, haciendo eco en la sala. Las palabras de Rowan fueron un cuchi