Ada solo podía respirar pausada y tranquilamente, buscando controlar las emociones mientras su mente organizaba el siguiente paso. Se había negado a pronunciar palabras y solo afirmaba o negaba con respecto a las indicaciones médicas.

Ángel en dos ocasiones se acercó a ella para reclamar por lo que había hecho, pero ella solo lo miraba con desprecio por su rápida traición.

—Todo fue un juego ¿Pensaste celebrar por sobre mis ruinas? No sabes lo importante que es un hijo para mí.

Ella solo podía pensar en su siguiente paso y hasta le molestaba la presencia de él en ese momento.

—¿Qué quieres? ¿Qué te pida perdón? Eso no lo haré nunca. No soy culpable de que no sepas colocar bien un hijo, por eso lo perdí.

—¿Qué quiero? El divorcio. No quiero tener nada que ver contigo.

—Sí —respondió colocando los ojos en blanco —Ya quieres darle ese lugar a la mosca muerta de la rubia escandalosa. Solo te voy a decir que la estudies muy bien, pues todo lo que brilla no es oro.

—Lo aprendí muy bien cont