Escape.

Emilia estaba en la sala de espera del hospital central y caminaba de un lado para otro muy alterada. Ya llevaba mucho rato de espera y esto solo activaba su desesperación.

—¡Hija, de no tranquilizarte, le pediré a la doctora que ponga un sedante o algo para dormir! ¿Ya no recuerdas que estás embarazada?

—¿No lo viste madre? Él no está bien, no huele bien. Ángel está muy mal y solo quiero verlo, escucharlo y abrazarlo.

—Los doctores te aseguraron que está fuera de peligro.

—Estoy segura de que lo hicieron para que me sintiera tranquila —ella seguía caminando de un lado para otro esperando a que la puerta se abriera y llegarán las noticias que estaba deseando escuchar.

Mientras su madre, al verla tan agitada, sentía mucha preocupación por su hija y hasta maldijo el momento en el que decidió regresar a esa ciudad, pues fue cuando toda su vida cambió.

Pasaron dos días y ella durmió una tarde completa y no se despertó hasta el día siguiente, pero en una camilla del hospital al lado de Áng
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