CAPITULO 3

Después de aceptar el trato, Marco quien era el único presente para ser testigo de la nueva pareja del Capo de la Familia Martinelli, miro con algo de tristeza al joven pelinegro después de ver como acepto el trato de su desquiciado jefe y amigo, si, amigo, por si no sabias.

-Buen niño, me encantas – dijo el rubio realizando actos de cariño en el rostro del pelinegro, después de guardar su pistola. – Marco – llamo a la piña, quien se acercó a ellos para escuchar con mayor claridad cualquier orden que le fuera a dar su jefe. – Diles que se ocupen de todo, yo me quedare esta noche a cuidar y consolar a mi lindo Kyoshi, ya sabes, tuvo un día pesado – indico mientras veía a los ojos negros de su pareja.

-Kufufu ¿Estoy a cargo?

-Si, tu estas a cargo. – Kyoshi miro como el hombre de ojos miel le expresaba una descarada lujuria que no trataba de ocultar. Así que el joven decidió solo desviar su mirada aborreciendo en sus adentros lo que acababa de suceder, pues ahora pertenecía a un mafioso italiano, algo con lo que sus ideales y justicia debería enfrentar, pero al parecer, ese ya no sería el caso. Mientras tanto, Marco obedeció órdenes y los dejo solos. – Tú qué opinas, ¿debería aprender lenguaje de señas? – le pregunto el rubio, obligando a Kyoshi a mirarle de frente cuando uso su mano para tomar la barbilla del chico, provocando una obvia molestia en el pelinegro, porque él mafioso parecía estar a punto de obligarlo a estar debajo suyo en ese mismo instante para ser violado, a pesar de la pregunta. – ¿Sabes? Ya quiero saber cuánto te gustara lo que haremos – Kyoshi no respondió y solo volvió a desviar la mirada.

Pasaron unos segundos y Kyoshi señalo la libreta, pues estaba claro de que debía responderle de algún modo y no en señas, ya que esa persona era un idiota a su parecer. Y Nicolas al ver sus acciones, asintió complacido de saber que pedía su permiso para actuar, observando como el chico tomaba la libreta y bolígrafo necesarios para escribir una respuesta a la pregunta antes de su descarado comentario sexual.

- Supongo que sería bueno para que me entendieras sin esta libreta.

-Tienes un punto, así Marco no haría mal tercio – respondió divertido el rubio, intentando acercarse para poder abrazar a Kyoshi, sin embargo:

-Kibird, Kibird – en eso el pequeño canario capto la atención de ambos, pues él quería salir de la jaula, provocando una sonrisa aliviada de Kyoshi, quien se alejó de Nicolas para sacar a su amigo mirando que piaba y posteriormente comenzaba a volar en picada hacia el mafioso. – Idiota, idiota – decía el ave, buscando darle su merecido por encerrarlo y a sus ojos dañar a su dueño, pero miro que la mano de su dueño lo detenía y al prestarle atención, Kyoshi le indico que no podía atacarlo, algo que se le hizo curioso el hombre de ojos miel.

Sobre todo, cuando el pajarito pareció comprender la situación y no ataco al hombre, para volar hacia su dueño y colocarse en su hombro. Fue entonces que el joven pelinegro en un intento de lidiar con lo que acababa de pasar, avanzo a la cocina para sacar un frasco con alpiste y se dispuso a servirlas en un platito, escuchando como su amigo le agradecía la cena del día junto con su agua, claro está. Pero, aunque la escena de como un canario y su dueño eran felices, ponía un poco celoso a cierta persona, pues él también desde esos momentos y desde que vio a Kyoshi, él quería ser cercano a él. En eso observo como el joven regresaba a su lado y le escribía nuevamente en la libreta.

-¿Quieres algo de cenar?

-¿Te refieres a comida o a ti? – devolvió la pregunta con un tono coqueto y descarado.

-Eres un pervertido, me refiero a la comida, yo no he cenado y seria descortés, aunque quisiera, no invitarte algo.

-Eso me dolió amor – respondió divertido, – pero bueno, que te parece si yo espero con este amiguito tuyo y me sorprendes con tus dotes culinarios y de paso, te pones coqueto para mi mientras cocinas.

-No hare eso frente a Kibird

-¿Kibird? – Pregunto el chico, mirando que el azabache le señalaba discretamente al canario, provocando una risa suave en él. – Bueno, lo dejare pasar por hoy.

-No hay de que, mientras sigas siendo bueno conmigo, no tengo porque quejarme. – Explico Nicolas dejando que el chico se fuera a la cocina, donde el rubio fue a colocarse en una de las sillas de la mesa y se dedicó a observar a lo lejos como el chico se movía y acomodaba todo para hacer de comer. – Un lindo mandil... Unas medias... Tal vez unas orejas~ – Murmuraba Nicolas con una sonrisa ladeada mientras observaba de arriba abajo a Kyoshi, quien se estremeció pues entendía que era lo que ese hombre se estaba imaginando con él, a pesar de traer puesta su ropa de trabajo. – No tienes por qué sentir miedo, cuando tenga oportunidad, te are sentir el mejor placer de todos.

Kyoshi un poco harto de sus palabras, insinuaciones y descaro, se giró a verlo y le hizo señas para luego desviar la mirada y volviendo su atención a la cocina, dejando al rubio confundido, quien intento memorizar las señas e imitarlas, pues tenía curiosidad de su significado. Pero al no funcionar le pregunto.

-¿Qué me dijiste? – entonces no recibió respuesta, algo que le enfado, porque en primera: le ignoro, y en segunda: se sentía inútil por primera vez.

Kyoshi suspiro avergonzado, y con un sonrojo miro a ver al rubio que tenía una mueca en su rostro, fue entonces que busco escribirle en la libreta, para que al menos no terminara haciendo una locura en su contra, y Nicolas miro como se le acerco con el escrito y le volvió a dejar solo, el rubio entonces bufo y de mala gana leyó lo que escribió, dejándole una sensación agradable que le subía el ego.

-No se dé eso porque jamás lo he hecho así que no existe punto de referencia en tu argumento

-He… interesante – dijo con una sonrisa triunfal de haber encontrado algo raro como un virgen solo para él. Kyoshi por otro lado, al final solo le miro de reojo antes de terminar de preparar algo ligero, un recalentado de la comida y llevarle un poco al rubio que ahora le miraba más a detalle algo que no le agradaba mucho, pero sabía que debía acostumbrarse porque ese era ya su destino.

-Huele rico, son esas bolas de arroz ¿no?

-Se llaman onigiri, pero estas están rellenas de sobras que tenia

-Entonces a disfrutar la primera comida de mi prometido. – Indicó Nicolas abriendo la boca para morder la bola de arroz y disfrutar del rico sabor de las sobras de carne que le ofrecía el pelinegro. – Te felicito, sabe mejor que lo que prepara mi chef.

-Gracias, eso me alegra

-¿Enserio?

-No, porque sé que mi comida es buena. – Explico Kyoshi sin más.

-Sí que eres alguien seguro y confiado – indico divertido Nicolas para luego comer en silencio.

Al terminar Kyoshi levanto los platos y los lavo para dirigirse a dormir o eso creyó, ya que el plan de Nicolas era otro, es por eso que acorralo al pelinegro con su cuerpo y comenzó a besarlo y acariciar su cuerpo, sin embargo, el chico se resistía, pero en vez de enojar al mafioso, solo lo excitaba más.

Kyoshi buscaba quitarse de encima al rubio que le besaba con desesperación, donde sintió su mano ser sujetada con fuerza en un intento de doblegación, algo que provoco un grito insonoro de dolor, lo que fue la respuesta natural perfecta que esperaba Nicolas para permitir el paso de su lengua al interior bucal del pelinegro, profundizando el beso y empezando a disfrutar más el cuerpo del chico, quien se logró separar de Nicolas por la falta de aire.

Sin esperar respuesta o reacción de Kyoshi, Nicolas lo llevo a la habitación para lanzarlo a la cama, Kyoshi en un intento desesperado por alejarse de Nicolas, busco salir de la cama, sin embargo, fue jalado de nuevo hacia Nicolas, quien se puso encima de él para sostener las muñecas de su alborotado hombre. Aunque esto era algo muy claro, pues Kyoshi no estaba listo, no para tener sexo, no para ser violado, pero claro, Nicolas conocía unos trucos para esas situaciones en las que se resistían.

...

Kyoshi le pedía que se detuviera, generando sonidos de ruego, cuando sentía que el rubio le estaba lamiendo su cuello, pero claro Nicolas no quería ceder a su pedido, pues se imaginaba lo que decía a pesar de no escuchar una palabra en concreto.

-No te resistas... Déjate llevar... No quiero lastimarte. – Aclaro el rubio dejando que sus ojos se cruzarán con esos ojos negros suplicantes.

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