Cada una de esas voces hacían que la cabeza de Liz diera vueltas como un remolino «Ustedes me van a volver loca» pensó, pero de inmediato escuchó a Roman decir —Lo siento nena, tú eres una chica demasiado especial y esto es sólo el comienzo, te lo aseguro así que mejor concéntrate bien. Y mientras Howard seguía esperando por una respuesta, los ojos de Liz se abrían como un plato. —De una buena vez, ¿me vas a decir que te pasa? —Era Howard otra vez casi interrogándola, sin poder entender aun que le estaba pasando a él con esa chica. Aunque al mismo tiempo Arthur seguía esperando, sólo que esta vez decidió guardar silencio esperando por una respuesta que tal vez cambiaría el rumbo de sus vidas y aun no estaba seguro si lo que quería escuchar de verdad sería lo correcto. Liz respiró profundo y decidió ser honesta no sólo con Howard, pero de una buena vez también con ella misma —Tal vez en otro momento de mi vida me hubiese rendido con ese beso, pero lamentablemente en el corazón
Liz tragó saliva al escuchar sobre la llegada de ese hombre y al mismo tiempo veía desde la distancia como la tal Alice se le insinuaba descaradamente a Arthur. «Ni se te ocurra zorra» pensó presionando los dientes para no decir eso en voz alta. Y Román respondió —celosa por lo que veo. «No me molestes ni me confundas más… no es justo y mucho menos en este momento» —¿Por qué mejor no dejas a tu jefe solo aquí con la tal Alice y ese Jorge? en una de esas arman su buena reconciliación o quién sabe hasta su buena orgía de tres esta noche... tal vez es lo que tu jefe necesita. «Esa vieja es una loca ¿Qué cree que está haciendo?» —seguía pensando Liz mientras casi ni podía controlar la rabia viendo como desde la distancia Alice actuaba con total descaro. —Ella cree que está haciendo lo que te estás imaginando… eso es seguro. «No me estás ayudando, si supiera ella que estás aquí de seguro buscaba una noche de placer con un espíritu» —¿Tú crees que funcione? —respondió Román ri
Para Liz esas habían sido las palabras más lindas que jamás había escuchado, nunca un hombre le había dicho de verdad que la amaba y menos Roman que sólo la uso, y en el momento en que Arthur lo olvidó todo se acercó a Liz para ese beso que ambos habían soñado tantas veces y que sabían que ya no habría más distancia entre ellos, cuando el corazón de Liz latía a mil y él la tenía pegada a su cuerpo lo suficiente como para sentirla incluso temblar, en ese momento Liz cerró sus ojos sabía que por fin sentiría el sabor de sus labios, eso era menos de un centímetro de distancia podía sentir incluso su respiración cuando ambos escucharon por los audífonos. —Señor de verdad lamento interrumpir el momento, pero es mejor que saquen a Howard de este lugar lo antes posible. Liz abrió los ojos como si alguien la sacara de un trance de donde no quería salir —Ken serías tan amable de llevártelo lejos tu solito. —Sólo si lo secuestro... y no creo que sea una buena idea —respondió Ken.Mira
Apenas se alejaron un par de cuadras del evento Ken recibió una llamada de Arthur y lo escucharon responder —Señor por favor quédese tranquilo, todo está bien, voy en camino al departamento del señor Howard junto a Liz —lo siguiente fue escuchar por el altavoz del carro. —Pelirroja, te alcanzo allá no te preocupes y dile al señor Howard que nosotros le llevaremos el auto a su departamento ya tenemos las llaves. —Te estaré esperando —fueron las palabras de Liz con la esperanza de que Arthur no la dejaría sola. Aunque esas palabras no fueron del agrado de Howard decidió tratar de ignorarlas ya que tenía la esperanza de estar a solas con ella en su departamento. —jefe, yo sé bien que usted tiene muchas preguntas y créame yo estoy dispuesta a responderlas, pero antes de explicarle lo que sucede, quiero pedirle que por favor… no confíe en Jason —dijo mirándolo directamente a los ojos. —Jason es uno de mis pocos amigos y la verdad no lo había visto en años, pero te puedo asegurar que é
De camino al departamento sabían bien dentro de ellos que ese beso había derribado la pared que los dividía, sus corazones latían como nunca. Liz sentía las emociones a flor de piel, acomodó con ternura la cabeza en el hombro de Arthur, nunca se sintió tan segura como ese momento, podía suspirar y sonreír mientras sentía el aroma de su piel, ese si era un afrodisiaco porque en un semáforo en rojo Arthur puso su mano sobre la pierna de Liz para acariciarla suavemente y podría jurar que sólo necesitó eso para que se le erizara la piel.Por momentos Arthur pensó detener el carro y hacerle el amor ahí mismo, pero no era eso lo que hubiese querido para su primera vez con ella, Liz merecía algo especial, quería estar seguro de que ese momento sería de la mejor manera, pensó parar en el primer hotel de camino porque esos quince minutos de distancia parecían una eternidad, pero no la quería forzar a algo así, su cabeza daba vueltas y ese perfume que emanaba de la piel lo tenía ya con una erec
Para Arthur ese despertar fue el más dulce de su vida. Liz se había quedado dormida totalmente desnuda entre sus brazos, no tenía dudas de que ya era muy tarde para arrepentirse, porque a pesar de estar completamente seguro de sus sentimientos aún tenía miedo, o tal vez pánico de que alguien la pudiera poner en peligro sólo por estar a su lado. El recuerdo de lo que esa novia de su pasado había vivido siempre estuvo latente y fue por eso en que nunca permitió que ninguna relación en su vida durara mas de una semana, tanto así que se había convertido en el soltero inalcanzable.La acarició suavemente, su rostro ahora se veía aún mejor a pesar de tener el pelo alborotado y casi nada de maquillaje, era ahora donde apreciaba su belleza de verdad, era una chica aun joven, tal vez demasiado para él cómo lo pensó en más de una vez, pero eran sólo ocho años, aunque debía reconocer que era muy madura para su edad además él sólo tenía 32 años y ella 24. De pronto recordó el día que llegó a su
Después del fin de semana en el que ninguno de los dos puso un pie fuera de ese departamento excepto para que Arthur moviera las cosas desde el suyo que ya tenía una maleta lista pensando en que volvería a New York después de esa noche, algo que jamás sucedió, era hora de volver a la realidad, aunque esa mañana no hubiese sido perfecta sin un apasionado desayuno que por primera vez él preparaba para una mujer, debía reconocer que llevar esa bandeja a la cama era una tentación muy grande. Liz llegó para ayudarlo a la cocina, ahora conocía el poder que su cuerpo ejercía en ese hombre y haría lo que fuera para excitarlo desde sentarse en sus piernas, insinuar con el escote, pegarse a su cuerpo y en más de una ocasión descaradamente acariciarlo sin restricciones lo que lo ponía cada vez más nervioso. —¿Qué tal si nos quedamos encerrados otro día, o mejor una semana, que tal un mes? —dijo Liz toda melosa mientras se sentaba en las piernas de Arthur y acurrucaba su cabeza en el cuello de
Esos minutos en el ascensor camino al primer piso se sintieron para Liz como una eternidad, en cambio para Howard fueron simplemente un par de segundos.«Algo tienes que hacer» pensaba «No puede ser que esta chica no quiera nada conmigo, primero me atrajo su parecido hasta agresivo en esa personalidad que tanto me gustaba de Alice cuando la conocí, pero debo admitir que Liz la supera en todos los aspectos» seguía pensando mientras prácticamente se la comía con la mirada.Ahora estaba ahí, en ese ascensor donde se imaginó incluso deteniéndolo y cumpliendo una fantasía de hacerla suya en ese lugar, imaginaba como sería su ropa íntima, de seguro era una mujer ardiente en la cama, porque no podía ser de otra manera, sentía incluso que le sudaban las manos y cada vez se le hacía más difícil no delatar esa erección prácticamente involuntaria.«Haré lo que sea para que te olvides de ese tal novio, de seguro no es competencia para mi» pensó mientras se miraba a través del espejo de una de las