DANIELA —¿De qué hablas? —exige saber Liam—. ¿A qué te refieres con que no pudiste detenerla?—¡A mi loba! —digo con desesperación—. No puedo controlarla. Esto no debió pasar.—¡Espera! —grita, mientras se viste y yo trato de alejarme—. Daniela, no te vayas así.—¡Aléjate de mí! —¿Yo cómo iba a saber? Sé que tiene razón, pero, en este momento es la última persona a la que quiero ver. Me toma del antebrazo, dándome vuelta hacia él, pero la vergüenza me impide enfrentarlo. Lo que hicimos no debió suceder, no de esta manera por lo menos.Siempre imaginé que la primera vez que me entregara a mi pareja de esta forma, sería después de nuestra unión, cuando tuviéramos la suficiente confianza el uno en el otro, no así.Ahora mismo odio a mi loba y me odio a mí misma por no poder controlarla. Cuando tomó mi cuerpo se lo permití, pues pensé que deseaba salir y explorar el bosque, a decir verdad, yo también lo necesitaba; pero cuando me di cuenta de a dónde se dirigía, traté con todas mis fu
DANIELAHa pasado un mes desde que Azul se fue de la manada y, son pocas las veces que he podido hablar con ella. Ocasionalmente conversamos sobre nuestros trabajos y lo mucho que nos extrañamos mutuamente, a pesar de que no lo expresa, sé que se siente muy sola al igual que yo; sin ella en casa, me he sumido en una profunda tristeza de la que no logro salir.Fui una ilusa al pensar que todo mejoraría entre Liam y yo, lamentablemente ha sido todo lo contrario. Los arrebatos de mi loba han seguido sucediendo, con menos frecuencia gracias a la Diosa, pero en todas y cada una de las ocasiones, el idiota de Liam ha ignorado mis súplicas y se ha aprovechado de mi estado para tomar mi cuerpo a su antojo.Toda la vergüenza que en un principio sentí, hoy se ha convertido en un profundo resentimiento. Desgraciadamente aún no puedo decir que lo odio, pues sé que muy en el fondo, sigo sintiendo una necesidad de tenerlo cerca y de saber que se encuentra con bien.El amor no es un síntoma, es una
LIAMLas palabras de Daniela atraviesan mi pecho como si fueran balas y... duele.«¡Carajo! Duele como el infierno»Doy un paso hacia ella, pero retrocede abrazándose a su cuerpo; me acerco sin importar su resistencia y tomo su rostro, elevándolo hacia mí.Las lágrimas que resbalan por sus mejillas me lastiman aún más que cualquier rechazo y, saber que yo las provoqué, me hace odiarme un poco más de lo que ya me detesto.—Nena... El rechazo debe ser mutuo —digo con dolor, mientras retiro el agua de su rostro.Daniela dirige su mirada inundada de lágrimas hacia mis ojos y algo se rompe en mi interior. No merezco su dolor... Mucho menos su amor.Me siento el ser más despreciable de todo el jodido mundo, cuando sus hermosos labios tiemblan reprimiendo el sollozo que guarda por vergüenza, mientras que el único avergonzado aquí debería de ser yo.—Lo sé —admite—. Es solo que... Quería recuperar aunque sea un poco de mi dignidad, no lo sé... Quería poder decir que tuve el valor de rechazart
¡¡ALTO AHÍ!!Si aún no has leído Pregúntale a la Luna, y deseas hacerlo, te aviso que este capítulo contiene spoilers, así que lees bajo tu propia responsabilidad.¡¡Que lo disfruten!!LIAMUna semana ha pasado desde el funeral del antíguo Alfa, y el ambiente en la manada pasó de la más profunda tristeza, a la más eufórica felicidad, ya que hoy está por celebrarse la unión entre el Alfa y su pareja.Daniela se ha mantenido ausente durante este tiempo, después de la última vez que estuvimos juntos en el bosque, «cuando nos besamos»Trato de convencerme de que es mejor así, pero no puedo olvidar ese beso que me dejó flotando en el aire, tanto así, que no fui capaz de reaccionar cuando salió huyendo de mis manos y desapareció.«Y ¡qué beso!»Aun puedo sentir esos suaves y aterciopelados labios entre los míos, ese olor exquisito, embriagante y, el cosquilleo que dejaron sus manos en mi nuca…Estiro y encojo mis dedos al recordar cómo se sintió su delicado cuerpo pegado al mío y mi necesid
DANIELAMi cuerpo se siente pesado y extrañas sensaciones invaden mi pecho: temor, angustia y…. satisfacción. Abro mis ojos despacio, y de inmediato reconozco el lugar. La habitación de Liam se encuentra vacía a parte de mí y la oscuridad es desplazada solo por una leve luz, proveniente de la lámpara que yace sobre el buró.Tomo asiento a la orilla de la cama y un leve escozor en mi piel me hace recordar mi motivo de estar aquí. La imagen de Liam, con sus colmillos asomados y clavándose en mi cuello, me aterra de nuevo y, por inercia, llevo mi mano hacia ese lugar, tocando lo que se siente como una pequeña cicatriz casi imperceptible.«¡Por la Diosa! El infeliz me marcó como suya»Miro mis piernas desnudas al sentarme y toco mi pecho asustada, sin embargo, descubro que llevo puesta una camiseta blanca que cubre hasta la mitad de mis muslos. «Liam debió cambiarme de ropa»La puerta se abre y su alta figura se asoma, entrando por completo al verme despierta.—Liam… ¿Qué has...? —No te
LIAMMi cuerpo se siente caliente, y algo afilado lastima mis costillas en cada respiración que tomo. Trato de abrir los ojos, pero al instante vuelvo a cerrarlos debido a la luz que daña mi vista. Intento de nuevo, haciendo sombra con mi mano y me levanto despacio, aturdido.La cabeza me da vueltas como si tuviera resaca y me obligo a recordar por qué me encuentro en el patio trasero de mi casa, semidesnudo y adolorido.Pequeños flashbacks de la noche anterior estallan en mi mente como fuegos artificiales: la fiesta, el bosque, Daniela… Entro a la casa, trastabillando con cada objeto que se cruza en mi camino, mientras trato de mantenerme en pie.La voz de Daniela resuena en mi cabeza y tengo un vago recuerdo de sus pequeños puños golpeando mi pecho «"Te odio, Liam"» Sus piernas rodeando mi cintura, un árbol, mis colmillos…Respiro con dificultad al entrar a mi habitación y ver nuestra ropa desparramada por el suelo: mi traje, sus tacones, mis zapatos, su hermoso vestido negro roto
DANIELA—Mami, cuéntame un cuento ¿Sí?—Está bien, mi niña —dijo la mujer de mediana edad a su pequeña y se sentó junto a la cama—. Vamos a ver… Ah, sí… Lo tengo, ¿estás lista?—¡Sí, mami!—Acuéstate y cierra tus ojitos.—¡Ya! —pronunció emocionada la niña, mientras se acurrucaba más en las mantas y esperaba por el relato de su madre.—“Había una vez, un joven lobo que vivía en una manada muy lejana a esta. —Empezó el relato la mujer—. Sus padres eran dos Omegas humildes que trabajaban para la familia Alfa. Cuando el chico cumplió su mayoría de edad fue cuando tuvo su primera transformación, sin embargo, su lobo no era como los de la mayoría de los lobos de la manada, era más grande y fuerte, y siempre se preguntó cuál sería el motivo. Al joven le gustaba salir a pasear en la naturaleza y pasaba la mayor parte de su día como un lobo. A veces se perdía por día enteros, incluso semanas y aunque al principio sus padres se asustaban cuando este no aparecía por ningún lado, con el tiempo s
Liam[Daniela, escúchame, amor. Iré por ti, resiste por favor]—Amor, responde por favor… —La mano de Azul se posa sobre mi hombro y se deja caer al piso junto a mí.—La vamos encontrar, Liam —dice, sorbiendo su nariz y tallando sus ojos húmedos por las lágrimas que ha derramado—. Jamás permitiremos que algo le pase, hay que tener fé en la Diosa.No puedo responder, solo me limito a asentir con la cabeza. «No me queda de otra que tener fé»—Sarah, ¿Hay manera de rastrear los vehículos? —pregunta David.—Podríamos revisar las grabaciones de seguridad de los alrededores, y así llevar un seguimiento de la ruta que tomaron —habla dubitativa—. Pero eso tomaría algo de tiempo.—¿Cuánto? —pregunto poniéndome de pie.—No lo sé, ¿un día…? —responde, rompiendo mi esperanza de nuevo—. Incluso dos, y aun así, podrían seguir alejándose cada vez más.La madre de Daniela llora en brazos de su compañero, viéndose tan culpable como derrotada.—¿Por qué se la llevaron? —cuestiono dirigiéndome a ellos—.