Heros reflexionó sobre ese comentario. Era cierto. Aunque hubiera sido seducido, todavía se encontraba en otra relación. Entonces, ¿qué era lo que le molestaba? Era que lo hubiera ofendido. En aquel momento lo había tocado un poco, pero ya eso no le importaba. ¿Qué era lo que quedaba? Nada.—Tienes razón. Fui tan despreciable como tú en esta situación.—Y con respecto a las ofensas que te dije —comentó Hestia. Ser directa era su cualidad natural, y no podía dejar de usarla—. Sí, buscaba ofenderte, pero mentí y estuvo mal. Hoy me has mostrado lo que siempre supe. Eres el hombre más maravilloso y bondadoso que he conocido. Quería terminar nuestra relación y que te alejaras de mí. Pero…Hestia se expresaba con sinceridad. Su orgullo y su soberbia no la dejaba disculparse como era debido. Se sentía aliviada por haber corregido, aunque sea un poco, los errores de su impulso.Heros se asombró por las inesperadas palabras de Hestia. Por algún motivo, siempre supo que lo había hecho como últi
Al día siguiente, estaba sentada en el consultorio, luego de hacerse la prueba de sangre. Había esperado por un buen tiempo. Era paciente, pero por esta vez, estaba ansiosa por conocer los resultados. Solo la idea de comprobar lo que era demasiado evidente, le hacía erizar los vellos de su tersa piel.—Felicitaciones, señora Haller, está embarazada —dijo el doctor, que leía los resultados—. La recomendaré a la mejor obstetra del país, para que esté al cuidado de usted y de cada fase de del embarazo. Además, le voy a sugerir una colega nutricionista, para que tenga la mejor dieta en esta etapa de su vida. —El médico continúo hablando.Un hijo, pensó Hestia, mientras asimilaba la noticia. Sus piernas tiritaban, sus manos temblaban y su cabeza se quedó en blanco. Un hijo de Heros y mío, se repitió.Hestia salió del inmenso hospital. Se había colocado un abrigo escarlata, debido a la nieve y al frío que hacía en esta época del año. Su respiración formaba un humo blanquecino. Reposó la man
Heros lo pensó por un par de segundos y cuando se decidió a hacerlo, se acercó uno de los meseros.—Disculpe, joven señor. —Se acercó a la oreja de Heros y le susurró—: aquella mujer lo ha mandado a buscar. Dice que solo el dueño puede atenderla.Heros vio a Hestia que lo miraba de vuelta con una sonrisa tensa. Su semblante se mantuvo inexpresivo y se puso de pie, excusando con las chicas.—¿Qué desea comer? —preguntó Heros, adaptando el rol de un mesero con su clienta.—A ti —respondió Hestia, mirando en dirección de las muchachas.—No tenemos ese platillo disponible. Por favor, escoja algo que se encuentre en venta —dijo Heros. Observaba con fijeza a Hestia. Ambos se mantenían con sus rostros serios.—Café. Entonces —comentó ella—. Veo que los meseros son amables con ciertas chicas y seco con otras.—No, solo contigo, Ms. Haller. Ahora recoges lo que cosechaste. —Hizo un gesto con su mano, para indicarle que trajeran una taza de café.La mirada verdosa de Hestia y la azulada de Hero
—Por menos de una hora. No sé si sea suficiente —dijo Deméter, restándole importancia.—Es el tiempo necesario, para ser la que manda —comentó Hestia, mostrándose superior.Hestia y Deméter Haller, en definición, eran gemelas, no idénticas (mellizas). Sin embargo, sus facciones faciales y los otros rasgos de su cuerpo eran iguales, como si fueran un reflejo, a excepción de su pelo, por supuesto, su único distintivo. Era por esto que su madre les había otorgado los nombres de la diosa del cabello rojo, que representaba el fuego sagrado, y la diosa rubia por naturaleza, Deméter. Desde niñas comenzó su disputa, ya que Hestia siempre tomaba las pertenencias de Deméter. Incluso, uno de sus pasados amantes había sido el hombre del que Deméter había estado enamorado; lo había hecho, lo para quitárselo a su melliza. Era, por ese motivo, que nunca se había mantenido en una relación estable, sin mencionar que aquellos se jactaban de ser buena cama, cuando eran pequeños en su virtud, por lo que
Hestia estaba sentada en su silla de escritorio en su despacho. Su secretaria le leía su horario laboral; eso era lo que la mantenía ocupada, para no pensar en Heros.—Mañana en la tarde está programada una junta directiva, para presentar al nuevo accionista de la compañía —dijo Ava, mientras sostenía la tableta tecnológica.Al día siguiente, Hestia se preparó de mala gana. Sus cambios de humor eran de estar enojada, enfadada, molesta, irritada y aburrida.—Quizás Heros te ponga feliz —dijo Deméter, con afán de molestarla—. A ver si te soporta ese carácter del demonio que te cargas.Hetia salió rumbo a la compañía. ¿Por qué todo era tan aburrido y sin gracia? Pronto tendría que encontrar a un CEO, para que se hiciera cargo de su empresa. El embarazo avanzaría y no podría estar tan ocupada, por lo que solo se mantendría en el puesto de presidenta ejecutiva. Moldeó una sonrisa astuta en sus labios cincelados, porque tenía al candidato perfecto, Heros Deale. Ya había trabajado un tiempo
Los dos estaban sentados en el restaurante preferido de Hestia, pero en esta oportunidad Heros había apartado una mesa VIP diferente, puesto que era él quien invitaba. La miraba por encima de la carta de menú. En verdad había querido resistirse y se había controlado por estar con Hestia, pero cada vez que la tenía cerca, su voluntad se derrumbaba ante ella. Era como un adicto que trataba de dejar la droga, pero no podía hacerlo, si seguía oliendo el aroma de su perfume, su cuerpo y sintiendo el tacto de su cuerpo. Era un hombre débil que cedía ante las tentaciones de la vida. Hestia Haller era su más hermoso y ardiente pecado, en el que no se arrepentía de haberse quemado hasta el cansancio. Pero su crimen de infidelidad había acabado el año pasado y lo que hicieran de ahora en delante estaba libre de culpa.Hestia moldeó una sonrisa sagaz, pues notaba las reiteradas vistas que Heros le dedicaba. Había deseado probar algo desde hace mucho tiempo, incluso, cuando se estuvieron protegie
Al día siguiente, tal como habían acordado, volvieron a reunirse y compartieron juntos, como una pareja verdadera. No habían salido a citas y en el pasado se debían esconder, para que no fueran descubiertos en su infidelidad. Pero ahora podían estar al público con tranquilidad y con calma, porque eran ya no estaban atados por las cadenas de la traición.Hestia disfrutaba de la compañía de Heros. Sin embargo, aquellas palabras de la verdad se le atascaban en su garganta y no hallaba el momento, ni el lugar para contarlo. No sabía qué, pero algo faltaba. Pasaron varios días en que se encontraban, no solo en restaurantes, sino que fueron a otros sitios, como el cine, el gimnasio y más establecimientos de entrenamiento, ejercicio y descanso. Recibió un beso en la mejilla de Heros y se volvieron a despedir. Subió hasta su suite. Era de tarde. Miró el paisaje con anhelo. Su cuerpo se estremeció. En su pecho sintió un vacío. Deseaba contarle la verdad a Heros. Entonces, ¿por qué no podía hac
Era sábado por la tarde. Heros había estado trabajando en las mañanas en su empresa y luego de medio día había estado saliendo en citas con Hestia. Era un tonto por seguir estando con ella, cuando Hestia no se decidía ni por dejarlo, ni por estar con él. A esto era lo que llamaban un romance tóxico. Pero estaba enamorado de Hestia y había notado, aunque fuera un poco, un cambio en la actitud de Hestia; ella se mostraba más tranquila y calmada. ¿Le estaba sucediendo algo? Le gustaba más aquella Hestia fuerte e imperativa, pero no tenía problema en ver su lado amable, solo que era raro de apreciar. No obstante, Hestia le había dicho que se tomaran algunos días, para colocarse al día, ella con su compañía y él en su empresa. Estaba en la cafetería, sentando en una de las mesas. Esta vez se hallaba revisando su computadora. Había mucho qué hacer y lo había descuidado por sus encuentros con su diosa. Agarró la tasa de té y bebió un trago. Luego suspiró con cansancio. Deseaba arreglar las