Hestia estaba sentada en su silla de escritorio en su despacho. Su secretaria le leía su horario laboral; eso era lo que la mantenía ocupada, para no pensar en Heros.—Mañana en la tarde está programada una junta directiva, para presentar al nuevo accionista de la compañía —dijo Ava, mientras sostenía la tableta tecnológica.Al día siguiente, Hestia se preparó de mala gana. Sus cambios de humor eran de estar enojada, enfadada, molesta, irritada y aburrida.—Quizás Heros te ponga feliz —dijo Deméter, con afán de molestarla—. A ver si te soporta ese carácter del demonio que te cargas.Hetia salió rumbo a la compañía. ¿Por qué todo era tan aburrido y sin gracia? Pronto tendría que encontrar a un CEO, para que se hiciera cargo de su empresa. El embarazo avanzaría y no podría estar tan ocupada, por lo que solo se mantendría en el puesto de presidenta ejecutiva. Moldeó una sonrisa astuta en sus labios cincelados, porque tenía al candidato perfecto, Heros Deale. Ya había trabajado un tiempo
Los dos estaban sentados en el restaurante preferido de Hestia, pero en esta oportunidad Heros había apartado una mesa VIP diferente, puesto que era él quien invitaba. La miraba por encima de la carta de menú. En verdad había querido resistirse y se había controlado por estar con Hestia, pero cada vez que la tenía cerca, su voluntad se derrumbaba ante ella. Era como un adicto que trataba de dejar la droga, pero no podía hacerlo, si seguía oliendo el aroma de su perfume, su cuerpo y sintiendo el tacto de su cuerpo. Era un hombre débil que cedía ante las tentaciones de la vida. Hestia Haller era su más hermoso y ardiente pecado, en el que no se arrepentía de haberse quemado hasta el cansancio. Pero su crimen de infidelidad había acabado el año pasado y lo que hicieran de ahora en delante estaba libre de culpa.Hestia moldeó una sonrisa sagaz, pues notaba las reiteradas vistas que Heros le dedicaba. Había deseado probar algo desde hace mucho tiempo, incluso, cuando se estuvieron protegie
Al día siguiente, tal como habían acordado, volvieron a reunirse y compartieron juntos, como una pareja verdadera. No habían salido a citas y en el pasado se debían esconder, para que no fueran descubiertos en su infidelidad. Pero ahora podían estar al público con tranquilidad y con calma, porque eran ya no estaban atados por las cadenas de la traición.Hestia disfrutaba de la compañía de Heros. Sin embargo, aquellas palabras de la verdad se le atascaban en su garganta y no hallaba el momento, ni el lugar para contarlo. No sabía qué, pero algo faltaba. Pasaron varios días en que se encontraban, no solo en restaurantes, sino que fueron a otros sitios, como el cine, el gimnasio y más establecimientos de entrenamiento, ejercicio y descanso. Recibió un beso en la mejilla de Heros y se volvieron a despedir. Subió hasta su suite. Era de tarde. Miró el paisaje con anhelo. Su cuerpo se estremeció. En su pecho sintió un vacío. Deseaba contarle la verdad a Heros. Entonces, ¿por qué no podía hac
Era sábado por la tarde. Heros había estado trabajando en las mañanas en su empresa y luego de medio día había estado saliendo en citas con Hestia. Era un tonto por seguir estando con ella, cuando Hestia no se decidía ni por dejarlo, ni por estar con él. A esto era lo que llamaban un romance tóxico. Pero estaba enamorado de Hestia y había notado, aunque fuera un poco, un cambio en la actitud de Hestia; ella se mostraba más tranquila y calmada. ¿Le estaba sucediendo algo? Le gustaba más aquella Hestia fuerte e imperativa, pero no tenía problema en ver su lado amable, solo que era raro de apreciar. No obstante, Hestia le había dicho que se tomaran algunos días, para colocarse al día, ella con su compañía y él en su empresa. Estaba en la cafetería, sentando en una de las mesas. Esta vez se hallaba revisando su computadora. Había mucho qué hacer y lo había descuidado por sus encuentros con su diosa. Agarró la tasa de té y bebió un trago. Luego suspiró con cansancio. Deseaba arreglar las
Deméter había estado preparando una fiesta desde que Hestia se había sincerado con sus sentimientos y tres días después había visitado a Heros, para darle la invitación. Era la encargada de la organización y la decoración. Era un pasatiempo suyo organizar eventos. Estuvo ocupada en ese intervalo. Además, que le servía como celebración a todos los contratos que cerró y a los nuevos magnates y empresarias con los que se había asociado. El objetivo principal, por supuesto, era que su hermana y Heros Deale arreglaran su relación. ¿Matrimonio? Afirmaba con su cabeza, mientras se imaginaba a cargo de la organización de la ceremonia nupcial. Pero sus pensamientos se fueron apagando, pues Hestia era su hermana y era poco probable que decidiera casarse tan pronto. Si apenas había decidido entregarse a la felicidad y aceptar al hombre que amaba, no sabía cuánto duraría en querer pisar una iglesia; a ella le gustaba la libertad. Suspiró con tristeza, ya que no podía hacer uso de su habilidad par
Heros cayó encima de Hestia en el sofá de la sala de estar de la suite. Sus pesadas respiraciones se chocaban, mientras sus pieles ardían. Deslizó su mano por los suaves muslos de Hestia a través del majestuoso vestido escarlata que se había colocado. Se acomodó en la entrepierna de su diosa, con su dura virtud rozando la blandura de Hestia. Las mejillas de Hestia se habían enrojecido. Había extrañado tanto los besos y el olor del cuerpo de Hestia. Ese aroma lo embriaga y lo hacía enloquecer, como si fuera un animal salvaje percibiendo las feromonas en el ambiente. Quiso seguir, pero Hestia le puso el dedo índice en la boca.—Espera —dijo Hestia, doblegando su impulso de querer estar con Heros. Deseaba hacerlo, pues entre los dos, ella era la adicta concúbito. Sin embargo, en esta nueva oportunidad, empezaría haciendo las cosas bien.—¿Qué sucede? —preguntó Heros, respirando de manera uniforme.—Antes, quisiera mostrarte algo. —Moldeó una sonrisa tensa.Heros le dio un corto ósculo en
Heros se quedó viendo al bello rostro de su diosa. Entonces, al ver las lágrimas, acercó su boca hacia la cara y lamió el camino del llanto de Hestia, justo como ella lo había hecho en el auto, cuando había interrumpido el matrimonio.—No llores, yo lo haré por ti —dijo Heros, con amabilidad. Le limpió las mejillas con un pañuelo.—Debo verme muy lamentable en este momento —dijo ella, con alegría. Sentía que ahora todo estaba bien y que nada mancharía su felicidad.—Ni, aunque te esforzarás en hacerlo, podrías lucir así —dijo Heros, colocándose de pie, en compañía de Hestia. ¿Y ahora qué debía hacer? Por fin estaba con la mujer que amaba y serían padres. Sus pensamientos se quedaron en blanco. Pero luego resolvió que debía ser el mismo. Estaba seguro de que a Hestia no le gustaría que la trataran como una minusválida o que la limitaran a hacer las cosas. Conociendo la soberbia y la arrogancia, no lo permitiría.—Bueno, hasta aquí he planeado lo que sucedería. De ahora en adelante, no
—Un accidente. Solo eso —comentó Deméter, terminándose de arreglar por segunda vez en la noche. Era la anfitriona de la fiesta, por lo que no podía demorar mucho tiempo—. Veo que arreglaste las cosas con él.—Sí, ahora estamos juntos —dijo Hestia.—¿Ya sabe qué seré tía?—Sí, lo sabe.—Me alegro por ti. Espero duren para siempre, porque yo he tomado cartas en el asunto y debe ser eterno.—No te preocupes por eso. Yo me encargaré —dijo Hestia, mirando a la ingenua de Deméter, pues así era como pensaba de ella—. ¿Y tú? ¿Tienes a alguien?—Una larga fila que pretende. —Deméter le guiñó el ojo.—Ya veo. ¿Y ya has estado con un hombre?Deméter se mantuvo en silencio por unos segundos.—Con varios de hecho —dijo ella, sin titubear.Hestia se mantuvo calmada al escucharla, pero luego expresó una extensa sonrisa que se convirtió en una fuerte carcajada. Sabía que era más virgen y más pura que el aceite de oliva, y que, similar a ella, no estaba acostándose con cualquiera.—Si no fueras mi her