Hestia llevó a Heros a un médico nutricionista, para que le diera una dieta óptima para él.Heros fue pesado y medido, por parte del doctor. ¿Y quién era la persona que lo acompañaba en este proceso? Hestia Haller, una mujer que no conocía, hasta hace pocos. Luego, fueron al supermercado. Llevaba el carrito, mientras veía a Hestia, agarrar cualquier cosa de los estantes y lo arrojaba dentro de coche. Arrugó el entrecejo, y sonrió con diversión.—¿Habías hecho mercado antes? —preguntó Heros, sin poder contener su humor.—No, jamás lo había hecho. ¿No es solo agarrar, echar y pagar por lo que gustes? —contestó ella, con disimulada arrogancia—. Es hasta divertido hacerlo.—No, esa no es la manera —respondió Heros, de modo cortes—. ¿Puedo? Quizás, yo también te pueda enseñar algunas cosas.—Adelante —dijo Hestia, complacido con el muchacho—. No me niego a prender. El conocimiento, siempre es bienvenido.Hestia había cambiado de puesto con Heros; ella era quien conducía el carrito de compr
Así, los dos terminaron su día, más distanciados que cercanos. La conversación entre ambos, no fluyó como en otras ocasiones. Había silencio y ninguno se veía de forma directa a los ojos.Heros iba en el asiento trasero del auto, junto a Hestia. Desde que había iniciado, ella lo traía y lo dejaba cerca del lugar donde vivía. Miraba a la preciosa Hestia, de manera disimulada. ¿Por qué la parecía más hermosa y encantadora que nunca? Era como si se hubiera quitado una venda de la cara, en el que por cualquier ángulo que la detallara, solo podía atestiguar esa magnífica belleza celestial. Su corazón latió de una forma diferente y percibió en su torso una especie de vacío, acompañado de inquietud. Sí, estaba nervioso, como cuando estaba al lado de la chica que le gusta y no sabía qué hacer, para poder charlas con ella. En las ocasiones pasadas, había podido empezar un diálogo fluido y ameno. Sin embargo, en esta ocasión, no sabía cómo empezar. No entendía; se suponía que su relación había
Hestia estaba excitándose de nuevo. No había llegado a imaginar, que simples mensajes fueran así de estimulantes. Era distinto a estar en persona, ya que se mantenía el suspenso y la intriga, de lo que fuera a responder el otro. Su tierno conejito, tenía el poder de encenderla, sin siquiera tocarla.Heros ni siquiera lo dudó; confiaba en Hestia. Además, que ella ya lo había hecho, por lo que era justo y también deseaba hacerlo. Era como si una cadena de timidez, se hubiera quebrado en su interior. Se puso de pie y se alzó el suéter, para regresarle la foto, con una de su abdomen marcado y su bello rostro. Respiraba de manera acelerada, cuando sacó una foto de su bóxer, en el que se manifestaba su erguido atributo. Debido a tanta adrenalina recorriéndole las venas, lo hizo llegar a un estado de trance, en el que sus pensamientos se habían nublado. Así estuvieron por varios minutos más, hasta que recordó, por lo que había querido conversar con ella.Heros.Creo que dejé mi mochila en tu
Heros no contuvo su deseo de besar a Hestia. Incitado por las palabras que le había dicho, era como si una flama de valentía hubiera sido encendida en su alma. Cada fibra de él, anhelaba tocar y sentir el magnífico cuerpo de su diosa. Su virtud se endureció al momento en que continuaron con su intercambio de saliva. Deslizó sus manos por los muslos de Hestia y le apretaba las nalgas, sin timidez. Jamás había estado de esa forma, era como si hubieraHestia fue quien la tumbó sobre una las almohadillas del gimnasio. Se puso ahorcajadas sobre la entrepierna de Heros, en la que podía sentir la firmeza del chico a través de su licra. Se apoyó el torso de él, y comenzó a menear sus caderas con sutileza, frotándose contra el gran talento de su amable ángel. Entonces, se dejó caer sobre él, y aplastó sus enormes senos en el pecho del joven. Estaba tan excitada, como lo estaba Heros. Los años de abstinencia, su obsesión por tenerlo, y el hecho de, poder haber logrado su cometido, luego de vari
Heros caminaba a paso lento. Se había guardado el brasier en uno de sus bolsillos. Extendía su brazo zurdo hacia delante, para evitar chocar con algún objeto. No era un prodigio de la memoria, pero recordaba, de forma vaga, los puestos de algunos muebles de la suite.—¿A dónde tengo que seguir? —preguntó él, mientras sonreía. Era un poco desesperante no poder ver. Además, que su premio era algo muy tentador.—Vas por buen camino. Avanza dos metros más.Hestia continúo dándole indicaciones, hasta que se quedó sin moverse.Heros percibió en su palmar el abdomen plano de Hestia, y la abrazó, para que no se pudiera escapar.—Ya te he atrapado —dijo Heros, mientras seguía sumergido en la oscuridad, a causa de la venda.Hestia sonrió de modo tenso y lascivo. Volvió a guiar las manos de Heros, esta vez, las llevó sobre sus pechos.Heros sintió la calidez de los blandos y grandes atributos de Hestia. Empezó a rozarlas y apretarlas con levedad, como un niño probando su nueva adquisición. Se di
Heros se apoyó con sus antebrazos en la cama, y percibió el palmar de Hestia en su entrepierna. Suspiró con pesadez, mientras seguían besándose. Hestia deslizó su mano por esbelto abdomen, y luego la deslizó por debajo de la ropa interior, sosteniéndolo a gusto. No deseaba abrir su regalo todavía, por lo que se empapó con saliva y comenzó a frotarlo, sin sacarlo a la vista. Estuvo haciéndolo por casi una hora debido a que la forma en que estaban era cerrada y limitada. Heros se agarró en la espalda de Hestia y la apretó con fortaleza al venirse. Se percibía el olor y la mancha mojada en su bóxer. —¿Dónde está el baño? —preguntó Heros, sintiéndose incómodo, por lo que quería limpiarse. —Toma esto. —Hestia le facilitó otro interior, para que se lo pusiera—. Está por allá. —Gracias. Hestia se quedó sola, en tanto observaba los residuos del fluido en sus dedos. El aroma era particular y distintivo. Sin embargo, al probarlo con la punta de su lengua, no había un sabor que destacara; n
Al día siguiente, luego de que ambos se dieran una ducha por separado, siendo Hestia la primera.—Aquí tienes este traje para ti —dijo ella, con amabilidad. Se había colocado una corta bata de baño de satén. Miró a detalle el maravilloso cuerpo mojado de Heros, que solo era tapado una toalla blanca de la cintura para abajo—. Puedes colocarte este por ahora. El desayuno está listo.Hestia moldeó un agradable gesto en su bello rostro, y quiso salir de la habitación, para que se cambiara. Sin embargo, fue detenida por su antebrazo.—Espera —dijo Heros, y le giró hacia él. Entonces, tomó la iniciativa de darle un beso. Era imposible resistirse a ella, y menos, si siempre vestía de esa forma de sexy y provocadora.Hestia había logrado lo que tanto había anhelado. Ya no era ella la que lo buscaba, sino que, era el mismo Heros quien venía por voluntad propia.—Debes darme uno así todas las mañanas —dijo Hestia, complacida con la iniciativa del chico—. Y al menos veinticuatro durante día.—Ta
Heros divisó los muebles con formas extrañas y los objetos de castigo que estaban, de manera ordenada, en distintos armarios que, se hallaban pegados a la pared. La luces púrpuras, podían dejar ver con claridad el sitio. Era parecido a aquel burdel erótico de baile de pole dance, al que lo había llevado cuando se habían conocido, pero este, era más espacioso y había más parafernalia. Así que, ¿estos eran esas satisfacciones extrañas que le había comentado? No era diestro para conquistar y seducir, pero había leído sobre los juegos sexuales del Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo, más conocido como el BDSM. Jamás en su vida había realizado tales prácticas y tampoco era el hombre más dominante, como para ejercer ese rol. Caminó con lentitud, mirando y palpando los diferentes elementos que se encontraban en el lugar. Había esposas policiales y otras que eran de cuero, cinturones, máscaras satinadas, consoladores, vibradores, látigos, fustas, cuerdas, cadenas c