Francisco podía admitir lo que había dicho Mía, ya que todavía tenía unos escrúpulos sobre ella.Llamó a este clavo de antemano simplemente para ahuyentarlos.Si Mía lo tomara serio, este clavo no podría apagar su ira.—Yo, hoy, no voy a irme —declaró Mía con sus brazos cruzados en el pecho, como si
—Miguel, no me intentes calumniar —Francisco, un poco ansioso, refutó inmediatamente.Estaba muy agitado y pretendió persuadir:—¿Si no fuera por Alicia, piensan que me importa su seguridad?Ana escuchó las palabras de Francisco y sintió más respeto por él.—Mira, ¡qué benevolente es el señor Ramos!
Rulo dio una palmada en la cabeza del calvo, apretó los dientes:—No vaciles y date prisa, vámonos.Al terminar la frase, salió sin darse la vuelta rápidamente.Parecía que tenía mucho miedo de que Miguel lo llamara.Los otros secuaces tampoco sabían qué estaba pasando.Pero su jefe ya se marchó, ¿c
—Sí, sí, muchas gracias, señor Ramos.Ana asintió con la cabeza sin pensar.De hecho, entendió muy bien lo que quería Francisco, aun así no rechazó.En lugar de la castidad de su hija, le importaron más los lazos verdaderos con la familia Ramos. Era mejor que Alicia estuviera embarazada, por eso, l
Por cierto, tenía que darle las gracias a esta vieja.Si no fuera por ella, no podría enamorar a Alicia tan rápido. Ja, ja, ja…Francisco subió al asiento del conductor y estaba a punto de ponerse en marcha.Miguel extendió el brazo y lo sacó de manera violenta del coche.Y su otro brazo, arrancó la
Francisco, asombrado, cubrió su cabeza con las manos y suplicó:—Ah… No me golpee, no me golpee, por favor, Rulo…Rulo pensaba que unas patadas no bastaban para menguar su ira, por eso se dio la vuelta y se dirigió a Miguel corriendo.—Lo siento muchísimo, señor Rodríguez. No tengo nada que ver con
No quería que Miguel ayudara tanto a Alicia, especialmente de manera tan íntima.Miguel guardó silencio y pensó que era mejor permanecer callado.En el asiento del conductor, Miguel condujo hasta el Hotel Paraíso.Miguel abrazó a Alicia hasta su suite.Mía apoyó a Ana y caminó detrás de Miguel.—Pre
En la habitación al lado, el servidor puso a Ana en la cama de la habitación.Al querer salir rápidamente, alguien le abrazó de manera fuerte de espaldas.—Venga, guapo… No te vayas...El servidor se dio la vuelta y encontró un encanto especial en la cara envejecida de esta vieja.Aunque era un homb