—¿Señorita Álvarez, usted necesita que lleve a unos mazos desde la capital hasta aquí?—No hace falta. Tenemos a Miguel. Ante Miguel, los supuestos Martínez no es nada.Lo más importante era que no quería movilizar fuerzas de la casa principal, si lo hiciera, solo demostraría que era débil y su post
Francisco vio la cara cándida de Alicia, no evitó sentirse orgulloso.¿Cómo podía ganarme una chiquita como ella? ¡Qué gracia!¡Qué inteligente era atribuir este asunto a su padre!Tanto Alicia como Ana no podían preguntarle la verdad a su padre personalmente.¡Era realmente un genio!Alicia agarró
—Sí, presidenta Salamanca. ¡Qué envidia! —una compañera de trabajo juntó las manos y dijo con un par de ojos llorosos.Francisco sonrió de manera muy contenta, ya que con esta atmósfera, en este lugar, no podía pensar ninguna razón por la que Alicia rechazaría su propuesta de matrimonio.Por la pres
Francisco fue al baño para llamar a alguien.Hoy, si no echaba a Miguel a fuera, Alicia definitivamente no iba a aceptar su propuesta.—¿Hola? ¿Quién eres?—Hermano Morales, soy yo. ¡Francisco!El tono de otro lado del teléfono se volvió más suave inmediatamente:—¡Hola, señor Ramos! ¿Para qué me ha
Francisco podía admitir lo que había dicho Mía, ya que todavía tenía unos escrúpulos sobre ella.Llamó a este clavo de antemano simplemente para ahuyentarlos.Si Mía lo tomara serio, este clavo no podría apagar su ira.—Yo, hoy, no voy a irme —declaró Mía con sus brazos cruzados en el pecho, como si
—Miguel, no me intentes calumniar —Francisco, un poco ansioso, refutó inmediatamente.Estaba muy agitado y pretendió persuadir:—¿Si no fuera por Alicia, piensan que me importa su seguridad?Ana escuchó las palabras de Francisco y sintió más respeto por él.—Mira, ¡qué benevolente es el señor Ramos!
Rulo dio una palmada en la cabeza del calvo, apretó los dientes:—No vaciles y date prisa, vámonos.Al terminar la frase, salió sin darse la vuelta rápidamente.Parecía que tenía mucho miedo de que Miguel lo llamara.Los otros secuaces tampoco sabían qué estaba pasando.Pero su jefe ya se marchó, ¿c
—Sí, sí, muchas gracias, señor Ramos.Ana asintió con la cabeza sin pensar.De hecho, entendió muy bien lo que quería Francisco, aun así no rechazó.En lugar de la castidad de su hija, le importaron más los lazos verdaderos con la familia Ramos. Era mejor que Alicia estuviera embarazada, por eso, l