Lucía y Miguel ya se conocían de antes, así que ella le saludó de inmediato.—Buenos días, señor Rodríguez.A Mateo nunca le había gustado Miguel y, lo que es más, no creía que fuera capaz de proteger a Mía, así que se limitó a resoplar y no prestarle atención. Miguel puso los ojos en blanco y dijo:
—¿Los Martínez? —Preguntó dudosa.—Tienes buena vista, Mía. Estos tres chicos son ni más ni menos que los tres hermanos de la familia Martínez de la ciudad Palmito —dijo Pablo asintiendo con la cabeza.—Vaya, no me habría imaginado que tenías contacto con la familia Martínez, no me extraña que te si
Álvaro medía un metro noventa, le sacaba una cabeza a Mateo, así que eso le daba una clara superioridad física. Afortunadamente, Mateo era muy ágil y flexible moviéndose, evitando fácilmente los golpes y encontrando la oportunidad para contraatacar. Entonces, Álvaro recibió un puñetazo y su cara se
¿No se estaba pasando de listo queriendo enfrentarse a los tres él solo?Mía entrecerró ligeramente los ojos. Conociendo como conocía a Miguel, sabía que no haría nada de lo que no estuviera totalmente seguro. Se preguntaba si se habría tomado el reishi la última vez, incrementando nuevamente su fue
Pablo tragó saliva y sacudió la mano al ver la mirada asesina de Mía.—Señorita Álvarez, solo estoy bromeando, no lo tome serio.Mía acarició el tubo de acero que estaba en su mano y preguntó con ironía:—Es una broma, ¿verdad?Al terminar la frase, Mía agitó el tubo y dio un golpe fuerte en la cabe
—¿Señorita Álvarez, usted necesita que lleve a unos mazos desde la capital hasta aquí?—No hace falta. Tenemos a Miguel. Ante Miguel, los supuestos Martínez no es nada.Lo más importante era que no quería movilizar fuerzas de la casa principal, si lo hiciera, solo demostraría que era débil y su post
Francisco vio la cara cándida de Alicia, no evitó sentirse orgulloso.¿Cómo podía ganarme una chiquita como ella? ¡Qué gracia!¡Qué inteligente era atribuir este asunto a su padre!Tanto Alicia como Ana no podían preguntarle la verdad a su padre personalmente.¡Era realmente un genio!Alicia agarró
—Sí, presidenta Salamanca. ¡Qué envidia! —una compañera de trabajo juntó las manos y dijo con un par de ojos llorosos.Francisco sonrió de manera muy contenta, ya que con esta atmósfera, en este lugar, no podía pensar ninguna razón por la que Alicia rechazaría su propuesta de matrimonio.Por la pres