―Nena. ―Aiden corrió a la cama y se arrodilló al ver a Greta llorando, abrazando al bebé. ―No… no… ―Negó una y otra vez viendo como su oportunidad de reinar se había esfumado. ―¡Ni siquiera pudiste traer a mi hijo con vida! ―Gritó perdiendo el control. ―¡¿Cómo pudiste matar a mi hijo?! ―Greta lo mir
―Aiden, no, por favor. ―Rogó Karman. ―Te juro que yo no le dije nada de tu plan, ¿Por qué haría eso? ―Miró a su amigo temblando. ―Te lo suplico, no le hagas más daño, ¡Por favor! ―Chilló por el nuevo puñetazo al abdomen de Stefan, la herida que tenía inmediatamente se le abrió e inició a sangrar muc
―¡Mierd4! ―Aiden retrocedió al ver al enemigo invadiéndolo todo. ―Perr4. ―Empujó con fuerza a Greta tirándola al piso. ―Ve aquí, debemos irnos. ―Tomó con fuerza a Karman del brazo y la arrastró, debe sacarla de ahí. ―No, ¡Déjame! ―Karman forcejeó para soltarse. ―No puedo dejar a Stefan, ¡Suéltame!
Karman despertó con un poco de dolor en su cabeza, habían pasado dos días y su condición parecía no mejorar. Se siente temerosa y extraña por estar en un lugar que no recuerda, lo único que para ella es familiar, es Stefan. ―Mmmm. ―Se quejó al tratar de moverse. ―¡Dios! ―Se sobresaltó al ver al imp
Dominic decidió no ir a ver a su hijo, después de todo está dormido y de sentirlo cerca se despertaría y tiene muchas cosas de las que ocuparse. Al entrar a la habitación de Stefan, resopló, él había estado luchando desde siempre y lo que para el doctor estaba resuelto, se complicó en cuestión de ti
―Por favor. ―Karman miró a Dominic. ―Permíteme quedarme a su lado, él jamás me abandonó a mí, yo no podría irme y dejarlo solo. ―Sollozó. ―Quiero estar en su último momento, se lo suplico. ―Dominic miró esos hermosos, pero tristes ojos y no pudo negarse a su petición.―Se queda. ―Miró al doctor con
―Miserable. ―Gruñó. ―¿Ya no tenían contacto? ―Greta negó, sabe que debe contarle sobre el hechizo que la oculta de cualquier lobo que la conozca y de Trevor en especial, pero no se arriesgará, si él llega a tenerla en su poder, la hará sufrir por el resto de su vida y lo que ella más desea es morir.
―Ven aquí, campeón. ―Trevor tomó a su hijo en brazos. ―Eso es. ―Besó su cabeza. ―Dioses, qué grande estás, cariño. ―El bebé de siete meses sonrió igual a su madre. ―Cada día te pareces más a ella. ―Lo miró con amor y tristeza al mismo tiempo. ―Gracias por existir. ―Le besó la mejilla. ―Ma… má. ―Mir