Capitulo 3

Capítulo 3

¿Será tu final?

Base Aérea del Ejército Británico.

Un soldado entra corriendo en el cobertizo donde Antony de Castilho está terminando de reparar el motor de un helicóptero militar.

- ¿Vamos a almorzar? - preguntó el soldado mientras se detenía a su lado observándolo trabajar.

- Gracias, pero ahora no puedo. Estoy terminando de armar y haremos la prueba enseguida.

- La bolsa vacía no se levanta. Después del almuerzo tomas la prueba.

- No esta vez. Tengo que entregarlo listo hoy a primera hora de la tarde – dice la última frase alejándose del barco y dando por terminado su trabajo.

- Está bien, entonces la próxima vez - dice el soldado alejándose.

El Coronel Lawford ingresa a las instalaciones junto con el piloto y el copiloto. Al escuchar pasos, Antony agarra un paño y se limpia las manos, dando la vuelta al helicóptero para ver quién es. Cuando ve al coronel, deja lo que está haciendo, dejando la tela a un lado y esperando a que se acerque.

- ¿Este helicóptero puede volar, muchacho? - pregunta el coronel sabiendo ya la respuesta, sabe que el chico es un excelente especialista en lo que a motores se refiere.

- Sí, coronel. Hice los últimos ajustes, seguro que está en perfecto estado.

- Genial, pronto harán la prueba. Te necesito de vuelta en una hora.

- Sí, señor – dice Antonio esperando a que el coronel se vaya.

Piloto y copiloto toman sus lugares, están debidamente vestidos, antes de encender los motores para iniciar las pruebas, sacan el helicóptero del tinglado.

Mientras tanto, Antonio va a lavarse las manos y beber un poco de agua. Fuera del cobertizo, el piloto enciende los motores.

- ¿Oyes algún ruido diferente en el motor? - pregunta el copiloto.

- Nada, parece estar en perfectas condiciones de uso, ese chico es un genio - respondió satisfecho el piloto.

Antony termina de lavarse las manos en el baño y se mira en el espejo para quitarse unas manchas de aceite de la cara, bebe agua y vuelve al vestuario.

Se pone el equipo de seguridad que le falta a su equipo, especialmente el clip para el cinturón en caso de que necesite salir del helicóptero mientras aún está en movimiento.

Adecuadamente vestido y equipado, diríjase al área de despegue. Con el helicóptero fuera del cobertizo y los motores en marcha, observa las hélices mientras escuchas el ruido del motor.

- Podemos despegar - dice después de entrar, cerrar las puertas laterales y ponerse el cinturón de seguridad.

Antony se cruza de brazos, prestando atención a cada giro de las hélices y al ruido que sale del motor cuando despegan y sobrevuelan la ciudad.

Asiente para sí mismo mientras observa la belleza de la ciudad, pero no deja de prestar atención a cualquier eventualidad que le pueda pasar a la nave.

***

Riddick nota que el panel del elevador está en el piso sesenta y cinco, saca su arma de su espalda y la amartilla, sale corriendo tan pronto como se abren las puertas.

Mirando hacia los lados mientras sube corriendo las escaleras, llegando a la puerta del ático, la abre con el pie muy lentamente.

Mire a su alrededor, aparentemente nada fuera de lo común. En lo que respecta a su visión, no ve al joven Smith, lo que le preocupa demasiado.

¿Dónde estará ella? Solo estaba terminando el trabajo, ¡qué carajo! Mi corazón es muy tierno cuando se trata del sexo femenino – piensa nervioso mirando a su alrededor.

- ¡Mira quien esta aquí! - dice uno de sus compañeros de trabajo, cruzando los brazos y sonriendo con cinismo.

Jonas descruza los brazos, dejando el costado de un árbol plantado en un enorme jarrón, diciendo:

- Eres débil, trabajo es trabajo. No costaría nada matar a esta monada – dice señalando su costado izquierdo.

Riddick frunce el ceño mirando hacia un lado, detrás de otro árbol sale el compañero de Jonas sujetando a Mary por el cuello con brutalidad.

Suspira al ver la desesperación escrita en el rostro de la joven, su boca está amordazada y sus ojos bien abiertos.

- ¡Déjala ir! Este servicio es mío – dice tratando de ganar tiempo para acercarse.

"¿De verdad crees que nací ayer, Riddick?" Esta lindura de aquí – dice tomándose la barbilla con fuerza haciéndole daño en la piel. - Ahora es mío. Sube con ella a la cornisa. - dice la última frase al cómplice.

Jonas abre una puerta de doble vidrio, su compañero empuja a Mary con desconocimiento diciendo:

- Vamos, linda, no tengo todo el día.

- Baja el arma Riddick - dice apuntándole con una pistola. - Puedes intentarlo, pero no tienes oportunidad. Ella va a morir de todos modos, no hay escapatoria.

Riddick está en un callejón sin salida, la joven se deja llevar como un escudo al que no puede disparar, y Jonas es muy astuto. Estás sin alternativas, el camino es rendirte.

- ¡Te dije que bajaras el arma! - grita Jonas con impaciencia.

Con una mirada llena de rabia, Riddick levanta las manos y luego tira el arma al suelo mientras se desliza hacia los pies de Jonas.

- Excelente. Ahora verás cómo hacer un buen trabajo.

Todavía con las manos en alto Riddick mira a su colega sintiendo una vena sobresalir en su frente.

- Jonás, déjala ir. Ella no hizo nada, podemos hablar mejor y... - intenta persuadirlo.

- ¡Callarse la boca! Me está empezando a desgastar.

En la barandilla, Mary pierde el equilibrio, esto hace que se rompa de un salto, respira con dificultad por la desesperación y el miedo.

Con piernas temblorosas, se quita los zapatos, las lágrimas lo ciegan, no ve un pie delante de él.

Está desesperada, siente que su corazón late tan fuerte que parece que le va a dar un infarto, sus pensamientos llegan a la familia que tanto ama, su padre, su hermano y su tía.

"Quítale la mordaza", dice Jonas.

El hombre tira de la cinta con tanta fuerza que ella puede sentir el sabor de la sangre en la comisura de su boca.

"Di tus últimas palabras, linda", dice Jonas, mirándola a ella, luego a Riddick.

Mary no puede decir una palabra, su cuerpo tiembla incontrolablemente, está tan asustada que le cuesta pensar.

- Yo... yo no... yo no hice nada.

- Pero que lindo, sabemos que no hiciste nada. Alguien a quien no le gustan los Smith los quiere a todos. ¡Basta de tonterías, juega! dice Jonas mirando con satisfacción a Riddick.

La mirada de Mary a Riddick es de absoluta desesperación, no tiene idea de cómo podría ayudar a la joven. Con el corazón apesadumbrado, observa cómo su compañero de trabajo la empuja.

- ¡No! Grita y aprieta los dientes con enojo.

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