Capitulo 4

Capítulo 4

Conozco esa mirada...

Después de todas las pruebas necesarias, Antony anota todo lo que necesita en su Tablet y lo guarda. Mirando la vista frente a ti, observas el sol y desde tu posición debe ser aproximadamente la una de la tarde o casi.

Mira a su alrededor admirando la ciudad hasta que su rostro cambia, queda horrorizado por la escena que ve frente a él. Sin darse cuenta de lo que hace, le habla al piloto para que se acerque, pero no son lo suficientemente rápidos para detenerla, la chica es arrojada por su agresor.

Mary se siente sin aliento cuando la empujan, trata de agarrarse al hombre que la empujó, pero falla y cae gritando.

Riddick observa cómo la joven es arrojada y cae soltando un grito agudo. Se enfada tanto que aprovecha el descuido de su colega, saca un cuchillo que tenía en la espalda y lo tira, golpeándolo en medio de la frente, cae muerto del edificio.

- ¡Oh Dios! - dice Antony desesperado al ver que la mujer es arrojada, rápidamente revisa si el gancho está sujeto a la correa de su ropa, le da la orden al piloto y salta del helicóptero. - Inclinación y retroceso. ¡Ahora!

El piloto acepta la orden inclinando la nave a tiempo para que el cuerpo de Mary pase sin que las hélices lo golpeen. Antony abre los brazos, sujeta con fuerza el cuerpo de Mary, los dos caen hasta llegar al final de la correa que sujeta a Antony al helicóptero.

- Vi un helipuerto en el edificio de al lado, vayamos allí para bajarlos sanos y salvos - dice el piloto, dándose la vuelta.

***

Riddick se lanza entre las flores para esquivar los tiros de Jonas.

- ¡Bastardo! ¡Tengo que irme, pero te encontraré Riddick y acabaré contigo aunque sea lo último que haga!

Riddick lo ve correr hacia la puerta, toma otro cuchillo que estaba en la vaina amarrado a su pierna y lo lanza, golpeándolo en el hombro, él grita de dolor, pero eso no impide que huya.

Corre tras él, pero lamentablemente logró escapar por el ascensor. No pudo llegar a tiempo para atraparlo en el estacionamiento, por lo que respira hondo y se vuelve para ver el cuerpo de la joven en el asfalto desde la cornisa.

Con el ceño fruncido, ve un helicóptero aterrizar en el edificio de al lado con dos personas colgando de él y, por lo que parece, es la joven Mary. Con una sonrisa en los labios por haberse salvado, se pone la chaqueta, se pasa la mano por el pelo y se va satisfecho pero preocupado, sabe que va a pagar caro no haber hecho el trabajo y hasta haber matado a un colega.

¡Pero que se jodan! Quiero que todos vengan. Voy a eliminar uno por uno – piensa yendo al ascensor.

Después de entrar en el ascensor, diríjase directamente a la planta baja y salga por la puerta principal. Tomar la tableta desbloquea todas las cámaras de seguridad del edificio y libera un virus en el sistema.

Pasando por detrás del edificio, tira la tablet a la basura, rompiendo la pantalla, cruza el callejón hasta llegar a su vehículo. Al entrar, se quita la corbata y la chaqueta, se desabrocha los tres primeros botones de la camisa, sintiendo un inmenso alivio.

Prende el auto y toca una de las canciones que más le gustaban en su adolescencia, Crazy, de la banda Aerosmith, y se va.

En el camino recibe un mensaje en su celular, mira la pantalla, es el contratista amenazándolo.

"¡Eres un inútil! No puedes ver una cola de falda que se ilumina. Prepárate, te voy a cazar. El trabajo estaba hecho, incluso sin ti. Pero prepárate, voy a eliminarte del mapa"

Tira el celular en el asiento del pasajero, cuando el contratista descubre que la niña está viva, irá tras ella, no tiene dudas. Entonces, si está lloviendo, es hora de mojarse.

***

Antonio sostiene a la mujer con fuerza en sus brazos para que no se caiga. El helicóptero se acerca al helipuerto descendiendo lentamente, él cae de rodillas, estaba tan nervioso y preocupado que sus fuerzas se habían ido.

El piloto espera a que se levante para aterrizar, el copiloto se levanta para quitar la cinta que los une al helicóptero.

Aún con las piernas temblorosas, Antonio se aferra a ella y se alejan, se sienta junto a la pared con ella en sus brazos respirando con dificultad.

Se queda quieto mientras el helicóptero aterriza, tiene los ojos cerrados y la barbilla sobre la cabeza de ella, no puede soltarla, cree que lo que acaba de experimentar fue demasiado duro para los dos.

Un sollozo no muy fuerte llama su atención, su corazón salta en su pecho por la preocupación, toma su barbilla con su dedo índice haciendo que su cabeza se levante levemente.

El cabello negro da paso a una piel tersa y aparentemente suave, unos ojos azules que no sostienen los suyos, queda paralizado por las emociones que esa mirada despierta en él.

Ella parpadea, sus largas pestañas haciéndola lucir más sensual, ambos están en silencio mirándose. Tanto Antonio como María tienen la sensación de que conocen esta mirada.

- ¿Estás bien? - pregunta Antonio sin apartar la mirada.

- Ahora estoy. Gracias... ¡Fue horrible! - dice la última frase sintiendo de nuevo el terror del momento.

Mary cierra los ojos, presionando su cabeza contra el pecho de Antonio. Con las manos libres lo abraza, arrugando su ropa, la sensación que tiene es que se va a caer de nuevo y él es su refugio seguro.

- Tranquila, no pasa nada - dice pasándole la mano por la espalda para consolarla.

- No me sueltes. Por favor... no dejes que se vuelvan a acercar a mí.

- Me quedaré contigo todo el tiempo que necesites.

El piloto y el copiloto se acercan a la pareja.

- Llamé a una ambulancia. La llevarán a hacerse unas pruebas y probablemente llamen a un psicólogo para que la ayude a afrontar lo sucedido – dice el piloto.

Minutos después aparece la ayuda, María se niega a soltar a Antonio, sigue aferrada a él.

- ¡No! ¡No me dejes ir, quédate conmigo! - María habla entre lágrimas e hipo.

- Yo me quedaré contigo.

Aún temblando, toma a Mary en sus brazos y se dirigen al ascensor.

En la planta baja llaman la atención de varios empleados del edificio que pasan por allí. Una dama se detiene y se pone la mano sobre la boca, luego habla con un hombre a su lado.

- ¡Dios mio! ¿Qué le pasó a esta niña?

- Por la forma en que sostiene la ropa del hombre, no lo soltará pronto. Tal vez encontró algún desvergonzado en el edificio.

- ¡Oh Dios! Si es así, espero que estés en la cárcel.

Otra mujer se detiene junto a ellos y dice:

- Ni yo mismo soltaría ese trozo de mala manera - camina de regreso entonces.

La dama y el hombre miran a la mujer que se aleja con la boca abierta.

- Tiene razón, ese chico es un bagel - dice la señora viéndolos salir del edificio.

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