Con mucha delicadeza Egan la lleva a la ducha, donde deja correr el agua y espera a que se temple, se queda mirando a Anna, quien parece aún perdida y no la culpa, lo que acaba de pasar es horrible.
—Vamos, muñequita, tienes que quitarte la ropa que te queda —le dice con una dulzura que incluso a él lo estremece y ella asiente.
Egan fija la mirada en sus ojos, rojos por el llanto, con un dolor indescriptible, cuando Anna está lista se queda parada allí, él frunce el ceño y ella le dice bajito.
—¿Vas a entrar así? —Egan se mira la ropa y tiene razón, no debería entrar con todo eso.
Se quita la camisa, el cinturón, los zapatos y calcetines, se deja el pantalón porque no sería correcto quedarse en ropa interior con ella. Entran a la ducha y Anna suspira de alivio cuando el agua la hace espantar el frío que la cubría.
Cuando consiguen separarse para respirar, Egan une su frente con la de Anna y sonríe como no lo hacía desde hace mucho tiempo, Anna le acaricia la mejilla con timidez y él con su hombro aprisiona su mano para sentir más su contacto.—Ay, muñequita… no sé qué me hiciste, pero lo único que hago es pensar en ti todo el día.—Y yo… yo también. Aunque el otro día… me heriste —Egan la mira a los ojos y por primera vez ella ve arrepentimiento en ellos.—Lo siento, pero esto es nuevo para mí. Ese día lo hice para alejarte, para poder separarme de ti y no aceptar esto que me pasa.—¿Y qué es lo que te pasa? —le pregunta ella con curiosidad, Egan le toma una mano y la lleva a su corazón.—¿Sientes cómo late? —Anna asiente y él sonríe—. Sólo
Tras dos semanas de haber perdido nuevamente a Anna, Gretta permanece en cama, deprimida y sin querer nada con nadie. Joshua sale de la ducha cubierto con una toalla en la cintura, la ve dormir y la nota tan frágil, tal como la vio hace dieciocho años. Los recuerdos de aquella época le llegan a la mente y le estrujan el corazón. «Al pasar los días, Gretta se va recuperando del parto, pero no de la pérdida de su hija. Joshua intenta darle amor y consuelo, pero ella no quiere hablar con nadie, todo lo que pide es a su hija, porque ni siquiera alimentarse ha querido. —Mi vida, por favor… debes comer algo. —¿Cómo crees que podría comer sabiendo que tal vez mi niña no tiene su alimento, que soy yo? —Joshua se siente impotente por no poder darle esa felicidad a su esposa, pero decide que es momento de terminar con eso. —¿Y tú has pensado qué comerá nuestra pequeña si aparece y tú no estás preparada? —ella hace un puchero—. Gretta de mi corazón, por favor no te abandones. —¡Para ti es f
En Florencia, Giada está sentada en su escritorio revisando algunos documentos con una sonrisa que no se puede quitar del rostro, le entra una llamada a la oficina y contesta cordial, pero al oír la voz su sonrisa desaparece.—Fabrizzio, ¿por qué me llamas al trabajo? Estoy ocupada.—Hola, amor mío. Ya que no me respondes las llamadas en tu móvil, no me queda otra opción.—¿Te estás muriendo que no puedes esperar a mi descanso? —le dice ella de mala manera y sólo oye un suspiro del otro lado.—Lo siento, no debí insistir —le dice derrotado—. Sólo quería invitarte a comer al mejor restaurante de la ciudad, te tenía una sorpresa… pero, me imagino que ahora ya no es buena idea. Adiós.—¡Espera! —pero Fabrizzio ya ha cortado la llamada. Giada intenta regresarle la llamada a su esposo, pero ahora es él quien ignora las llamadas, hasta que el teléfono suena como fuera de servicio.Niega con la cabeza por su forma de tratarlo, pero es que ese matrimonio nunca ha tenido como base el amor. Lo
En la finca, Anna se despierta por segunda mañana consecutiva en la cama de Egan, en donde él ya está despierto y la está viendo con esa sonrisa que le encanta, pero que de todas maneras la hace sonrojar.—Bu-buenos días —le dice ella con timidez y Egan le acaricia una mejilla.—Buenos días, mi muñequita, ¿cómo te sientes hoy?—Mucho mejor, ya no me duelen los brazos ni la espalda, ¿será que hoy sí puedo salir de la cama? Tengo cosas que hacer.—¿Y qué se supone que mi chica debe hacer? —le pregunta él divertido y Anna sale de la cama con aquella playera que le queda enorme, pero no cubre sus piernas desde la mitad del muslo.—Atender a Zafiro, ordeñar a las vacas, limpiar el establo —comienza ella a enumerar, viendo a todos lados, hasta que recuerda que no tiene ropa allí y se deja caer en una silla—. No tengo ropa…—¡Que lástima! —dice Egan saltando de la cama y tirando de ella para levantarla, dejándola en su cuerpo como si fuera un koala—. Debes regresar a la cama.—¡Egan, no quie
Los días de Anna se pasan entre seguir con sus tareas y reír mucho, porque ahora todos le hablan, comparten con ella y cuando Egan no está, las comidas son mucho más agradables. Aunque todos mantienen el respeto al dirigirse a ella como señorita Esposito, las anécdotas de todo tipo no se dejan guardadas por nada.Están terminando la cena con una historia sobre andar de enamorado con la hija del patrón, Anna se ríe animada, pero el cansancio le pasa factura y bosteza sin poder evitarlo.—Creo que llegó la hora de que te vayas a descansar —le dice Ángel serio y ella hace un puchero.—Pero las historias están entretenidas.—Sí, lo sé. Pero si Egan se llega a enterar de que estás cansada y despierta, me va a colgar y no de un lugar agradable —ella hace una mueca de dolor y se pone de pie.—Disculpen, me iré a descansar. Que tengan todos buenas noches —todos se despiden de ella, Ángel se pone de pie también, pero en lugar de irse a dormir, se va a la terraza en la parte trasera y se queda
Anna se despierta feliz, ya es viernes y Egan llegará para quedarse el fin de semana. Pero además de verlo, lo que le entusiasma más es la promesa que le hizo de enseñarle a cabalgar esos días.Sale de la cama, espera su turno para entrar al baño y cuando sale de allí vestida para trabajar, se encuentra con Ángel, a quien le sonríe sinceramente.—Buenos días, jefe —él se ríe y le saluda.—Buenos días, señorita Esposito, hoy pareces de buen ánimo.—Es que hoy llega mi novio —le dice con una risita nerviosa y él asiente—. y este fin de semana me enseñará a cabalgar.—Eso es una excelente noticia, podría llevarte a conocer los campos. Estoy seguro de que te encantarán.Ella da un saltito feliz y se va a su cuarto para dejar sus cosas, Ángel la está esp
Al día siguiente de todo, Anna se despierta de buen ánimo, sobre todo porque ve a su lado a Egan dormido, algo que hace mucho no tenía la dicha de disfrutar. Se acerca a él y lo besa con suavidad en los labios, cuando intenta separarse Egan la atrapa por la cintura y la besa con más intensidad, dejándola bajo él, aunque siguen durmiendo separados por las cobijas.—Que lindo es despertarse con un beso de mi novia —le dice acariciando su rostro, sin poder creer que ella sea real—. ¿Cómo te sientes?—De maravilla, así que quiero mi paseo por la finca, porque asumo que no me dejarás montar.—Asume bien, señorita… salgamos de la cama y disfrutemos de ese día —Egan salta de allí, especialmente porque tener a Anna allí, tan cerca y bajo él no es nada bueno.Se mete primero a la ducha porque necesita la ducha f
Luego de cenar algo liviano, los dos se van al cuarto, en donde Anna se deja caer en la cama rendida, abraza una almohada y tiene toda la intención de dormirse, pero Egan tira de ella con suavidad. —Vamos a la ducha, muñequita, debes quitarte la tierra de encima porque luego no podrás dormir bien. —Pero tengo sueño, me duelen los pies, no tengo fuerzas ni para bañarme —le dice con un puchero y escondiendo la cara en la almohada. —¿Y para qué crees que te sirve el novio ahora? —la levanta sin esfuerzo y ella lo rodea con sus brazos por el cuello. —¿No estás cansado? —No, yo estoy en forma, hago mucho ejercicio casi a diario, así que puedo aguantar el ajetreo como el de hoy. La lleva al baño, la sienta en la silla y comienza a quitarle la ropa como si fuera de lo más normal, Anna no se siente cohibida para nada, porque ese hombre la ha visto así antes y ahora no se pondrá pudorosa, no tendría sentido. Esta vez Egan no aparta la mirada de su cuerpo y se lo hace saber al demorarse