En la finca, Anna se despierta por segunda mañana consecutiva en la cama de Egan, en donde él ya está despierto y la está viendo con esa sonrisa que le encanta, pero que de todas maneras la hace sonrojar.—Bu-buenos días —le dice ella con timidez y Egan le acaricia una mejilla.—Buenos días, mi muñequita, ¿cómo te sientes hoy?—Mucho mejor, ya no me duelen los brazos ni la espalda, ¿será que hoy sí puedo salir de la cama? Tengo cosas que hacer.—¿Y qué se supone que mi chica debe hacer? —le pregunta él divertido y Anna sale de la cama con aquella playera que le queda enorme, pero no cubre sus piernas desde la mitad del muslo.—Atender a Zafiro, ordeñar a las vacas, limpiar el establo —comienza ella a enumerar, viendo a todos lados, hasta que recuerda que no tiene ropa allí y se deja caer en una silla—. No tengo ropa…—¡Que lástima! —dice Egan saltando de la cama y tirando de ella para levantarla, dejándola en su cuerpo como si fuera un koala—. Debes regresar a la cama.—¡Egan, no quie
Los días de Anna se pasan entre seguir con sus tareas y reír mucho, porque ahora todos le hablan, comparten con ella y cuando Egan no está, las comidas son mucho más agradables. Aunque todos mantienen el respeto al dirigirse a ella como señorita Esposito, las anécdotas de todo tipo no se dejan guardadas por nada.Están terminando la cena con una historia sobre andar de enamorado con la hija del patrón, Anna se ríe animada, pero el cansancio le pasa factura y bosteza sin poder evitarlo.—Creo que llegó la hora de que te vayas a descansar —le dice Ángel serio y ella hace un puchero.—Pero las historias están entretenidas.—Sí, lo sé. Pero si Egan se llega a enterar de que estás cansada y despierta, me va a colgar y no de un lugar agradable —ella hace una mueca de dolor y se pone de pie.—Disculpen, me iré a descansar. Que tengan todos buenas noches —todos se despiden de ella, Ángel se pone de pie también, pero en lugar de irse a dormir, se va a la terraza en la parte trasera y se queda
Anna se despierta feliz, ya es viernes y Egan llegará para quedarse el fin de semana. Pero además de verlo, lo que le entusiasma más es la promesa que le hizo de enseñarle a cabalgar esos días.Sale de la cama, espera su turno para entrar al baño y cuando sale de allí vestida para trabajar, se encuentra con Ángel, a quien le sonríe sinceramente.—Buenos días, jefe —él se ríe y le saluda.—Buenos días, señorita Esposito, hoy pareces de buen ánimo.—Es que hoy llega mi novio —le dice con una risita nerviosa y él asiente—. y este fin de semana me enseñará a cabalgar.—Eso es una excelente noticia, podría llevarte a conocer los campos. Estoy seguro de que te encantarán.Ella da un saltito feliz y se va a su cuarto para dejar sus cosas, Ángel la está esp
Al día siguiente de todo, Anna se despierta de buen ánimo, sobre todo porque ve a su lado a Egan dormido, algo que hace mucho no tenía la dicha de disfrutar. Se acerca a él y lo besa con suavidad en los labios, cuando intenta separarse Egan la atrapa por la cintura y la besa con más intensidad, dejándola bajo él, aunque siguen durmiendo separados por las cobijas.—Que lindo es despertarse con un beso de mi novia —le dice acariciando su rostro, sin poder creer que ella sea real—. ¿Cómo te sientes?—De maravilla, así que quiero mi paseo por la finca, porque asumo que no me dejarás montar.—Asume bien, señorita… salgamos de la cama y disfrutemos de ese día —Egan salta de allí, especialmente porque tener a Anna allí, tan cerca y bajo él no es nada bueno.Se mete primero a la ducha porque necesita la ducha f
Luego de cenar algo liviano, los dos se van al cuarto, en donde Anna se deja caer en la cama rendida, abraza una almohada y tiene toda la intención de dormirse, pero Egan tira de ella con suavidad. —Vamos a la ducha, muñequita, debes quitarte la tierra de encima porque luego no podrás dormir bien. —Pero tengo sueño, me duelen los pies, no tengo fuerzas ni para bañarme —le dice con un puchero y escondiendo la cara en la almohada. —¿Y para qué crees que te sirve el novio ahora? —la levanta sin esfuerzo y ella lo rodea con sus brazos por el cuello. —¿No estás cansado? —No, yo estoy en forma, hago mucho ejercicio casi a diario, así que puedo aguantar el ajetreo como el de hoy. La lleva al baño, la sienta en la silla y comienza a quitarle la ropa como si fuera de lo más normal, Anna no se siente cohibida para nada, porque ese hombre la ha visto así antes y ahora no se pondrá pudorosa, no tendría sentido. Esta vez Egan no aparta la mirada de su cuerpo y se lo hace saber al demorarse
Cuando el avión comercial aterriza y Alonzo se baja arreglándose el traje, su único objetivo es ir a hablar con su cuñada acerca de lo que ha ocurrido con Anna, saber cómo es posible que ella no lo supiera y que le dé toda la información acerca de su sobrina.Pero cuando llega al orfanato se encuentra con la noticia de que Giada no está.—Pero deme un momento —le dice uno de los hombres que allí trabaja—. Iré por la persona que la está reemplazando, es la hermana de la señora Giada, tal vez ella tenga más datos de su hermana.—Muchas gracias —Alonzo se queda esperando la respuesta de la mujer, rogando que quiera recibirlo y no sea como su cuñada, de la cual ya todos le conocen el carácter.Se queda mirando el lugar, su arquitectura exquisita y sonríe al ver a algunos niños jugando allí. Un par de ni&nt
Los primeros rayos del sol se cuelan por la ventana y Anna se despereza con dolor en todo su cuerpo, se voltea para ver a Egan, quien sigue dormido, esta vez con un brazo sobre su abdomen y el cabello revuelto.Anna sale de la cama con cuidado de no despertarlo, busca con qué cubrirse, pero la voz ronca de Egan la hace dar un saltito.—¿Qué necesitas, amor mío?—Estaba… estaba buscando algo para cubrirme —le dice ella con un ligero rubor en las mejillas y Egan sonríe.—¿Por qué quieres tapar tu belleza?—Pues porque no puedo andar por allí desnuda —le dice sacando una playera de la cómoda y Egan se ríe.—Mi muñequita preciosa, tú puedes andar como se te dé la gana, mejor si andas así —le dice él saltando de la cama y quitándole la playera, atrae su cuerpo y la besa con intensid
En la oficina del Grupo Petrucci, Joshua mira atento todo lo que Alonzo le ha traído por iniciativa propia desde Florencia, pero lo que más le preocupa es el hecho de que la mujer de su hermano al parecer sí sabía de la existencia de Anna y nunca dijo nada.Peor para él, se ha instalado en su corazón la sospecha de que su hermano tiene mucho que ver con que él no tenga a su hija a su lado. Sin embargo, es muy fácil salir de la duda, porque su hermano ya tiene allí unos cuantos días en casa de su padre.De pronto, uno de sus hombres de confianza llega a su oficina agitado, se acerca a él y le deja un documento sobre el escritorio.—¡La encontré! —Joshua abre los ojos y el hombre respira—. Bueno, no como tal, pero rastreé su nombre hasta un centro médico a tres horas de aquí.—¡Tengo que ir ahora mismo! Tal vez mi hija