—Ya empezó… Román Gibrand intentará acabar con nosotros —dijo Aaron desesperado. —Él no… —contestó Rainer con la voz cargada de dolor. Había seguido de cerca las noticias relacionadas a los Gibrand. Sabía de la nueva CEO del Corporativo y también de su boda con Noah Smith—. Carina Gibrand. Ese e
Sus pasos la llevaron a la puerta de la universidad, pero no tuvo valor para entrar, después llegó hasta la empresa y trató de visualizar el último piso donde sabía que Rainer debía estar trabajando. El dolor fue tal que tuvo que irse de inmediato para evitar llorar. No quería verlo, su corazón no l
Rainer profundizó el beso, sus labios tenían el mismo sabor, a ese momento de adolescencia y libertar, donde no había grandes responsabilidades y creía que Candy sería la mujer con la que compartiría el resto de sus días, pero algo faltaba, se sentía incompleto y no alcanzaba a tocar su corazón. S
—¿Novia? —Rainer no parecía entender lo que Carina decía, hasta que de pronto volteó hacia Candy. Cuando regresó su atención hacia Carina, buscando las palabras indicadas para explicarse, esta había corrido hacia la avenida y subió a un taxi. Rainer trotó hasta ella, queriendo detenerla, pero el a
»Tú posiblemente regreses a la escuela, termines una carrera y comandes el Corporativo con tal habilidad que seas recordada como una de las mejores CEOs, no por tu capacidad de mando ni por tu frialdad o crueldad, sino porque en verdad hiciste algo por esa empresa más allá de imponer miedo, como tus
—No fallaste, mi amor… Creciste… Maduraste… Aprendiste… —dijo Román acariciando la cabeza de su hija antes de abrazarla de esa forma protectora y reconfortante. Carina se aferró a su camisa y de nuevo lloró desconsolada—. Me siento muy orgulloso de ti, mi «elefantita». Has demostrado ser mejor que t
Aida solo retrocedió, notando que Frida no era la misma mujer que hacía años traicionó y le quitó a su esposo. —…Gracias a ti me liberé de Gonzalo. —Frida buscó a Román y tomó su mano para besarla con infinita ternura—. A veces me aterra pensar cuál hubiera sido mi destino de haber seguido con él.
Sin esperar a ser presentado, Marco Gibrand traspasó el umbral, con la frente en alto y esa sonrisa arrogante de quien se siente indestructible, traía un pequeño paquete en la mano que no tardó en dejar en el escritorio, delante de Rainer. —Tú… —Lo recordó con recelo. Era el hombre que había acomp