—Si no le gusta la idea, puedes ir a dormir con nosotros… —No creo que a Johan le agrade mucho. —La sonrisa de Carina no se consumaba, siempre quedaba a medias, aún encogida por la tristeza que traía cargando de Alemania y eso lo notó Lorena. —Me contó Álvaro lo sucedido… —¿Qué de todo? —Del ch
—¿Por qué no se queda a la fiesta, señor Winter? —preguntó Frida entrando al despacho sin avisar. Había escuchado parte de la conversación y veía en ese empresario una solución a la ausencia de BlackGold. —Mi hermosa mujer y su encantadora costumbre de no tocar la puerta —dijo Román torciendo los o
—Te recuerdo que yo seré el hombre en esta m*****a relación… —dijo furioso, pero solo desencadenó la risa hiriente de Carina. —Claro, como lo has demostrado hasta ahora. Irresponsable, torpe y sin un gramo de cerebro. Seamos claros con nosotros mismos, acéptate tal cual eres y cierra la boca «guapo
—¡¿Cómo pudiste?! —exclamó Carina una vez que estuvieron solos. La fiesta había terminado y Frida intentaba calmar a Román antes de que hablaran con Carina, mientras esta se refugió con Rainer en su habitación, esperando el momento del juicio. —¿En verdad te sientes indignada? Tú me arruinaste dos
—Bien… quiero escucharte romperle el corazón a Noah —dijo Rainer con sadismo, creyendo que sería una tarea imposible para Carina. Sospechaba que de alguna forma escondía alguna clase de afecto hacia él. —¡Trato hecho! —exclamó emocionada y le ofreció su mano, pero en cuanto Rainer la iba a estrecha
—Él es maravilloso, mamá, te vas a enamorar de él —dijo Lena emocionada. Habían dado de alta a su madre, ahora podría cuidar de ella en casa. Habló con Fred y quería que las acompañara a casa y viviera con ellas. Anhelaba tener una vida a su lado y que fuera parte de la familia. Sabía que estar en
—¡¿Qué se supone que estás haciendo?! —exclamó mientras se metía debajo de las sábanas, cubriéndose hasta la nariz. Aunque se moría de vergüenza, quería seguir viendo. —No traje pijama y duermo desnudo cuando hace tanto calor —respondió Rainer a la ligera. —¡¿Desnudo?! ¡Pero si está haciendo frío
—Señorita, su caballo… —dijo el capataz de la caballeriza, entregándole a Carina un caballo negro con patas blancas. Era el hijo del caballo de Román. —Gracias —respondió Carina acariciando al bello percherón—. ¿Sabe montar, señor Winter? La pregunta hizo sonreír a Rainer, quien se acercaba con pa