—No, no debería de hacer esto —dijo Lorena viéndose en el espejo. Emma le había prestado uno de sus vestidos. Quien no la conociera, diría que es una dama de la aristocracia o una modelo. Pese a su reducida estatura, Lorena tenía una proporción adecuada de curvas delicadas y agradables a la vista.
—¿Ajá? —Tiene que acompañarnos —agregó mientras su compañero se acercaba para ayudarla con la silla. —¿A dónde? ¿Por qué? ¿Qué hice? —Por favor, no haga un escándalo, no querrá que la gente se entere de que la señora Gibrand hace trampa en las cartas —susurró el primer guardia y le guiñó un ojo
Emma veía con rencor a Will cortando su filete delante de ella, mientras sus brazos estaban cruzados. Tenía hambre, pero no quería comer con él, era algo más que demostrar su indiferencia, sino era una cuestión de orgullo y dignidad. Él le había mentido y no solo eso, se había estado divirtiendo con
—Lo haré, te guste o no. Ya estoy cansada… llevo cuatro años cargando con mi culpabilidad y el miedo de que tu padre se presente a la puerta y me arrebate todo. Además… ¿A ti en qué te afecta? Serás libre, dame las gracias y abre la m*****a puerta… —¿Libre? —¡Por favor, William! ¡Sé perfectament
William mordió suavemente su cuello, haciendo que el cuerpo de Emma se retorciera debajo de él. —¡Dios mío! ¡Espera! —exclamó Emma aterrada. —Dios no está aquí… —Will no podía contenerse, sus manos comenzaron a deshacerse de las prendas de Emma, ansioso por probar su piel y embriagarse de ella to
—No eres precisamente la persona con la que me encantaría hablar de eso —dijo Emma recordando el rencor que le guardaba. —Will tiene fama de ser muy voraz y tosco. ¿Te lastimó? ¿Necesitas algo? ¿Tal vez analgésicos? —La preocupación de Gina parecía sincera. Al ser una de las abogadas más apegadas
—Dime, mi amor… ¿Quién te dio esto? —preguntó Will en un susurro mientras tomaba el zafiro. —Un amigo… —respondió Emma y Bastian no pudo esconder su incertidumbre. Si deseaba ser presentado como el primer amor de Emma, se había llevado una gran desilusión. «¿Eso soy, Emma? ¿Solo un amigo?», pensó
—¡Se están llevando tus cosas! —exclamó Lorena colgada de una maleta. —También te llevarán a ti si no te sueltas —dijo Álvaro resoplando. —¿A dónde se las llevan? —Emma arrebató uno de sus bolsos de las manos de ese guardia que la había retenido ayer. —Al pent-house del señor Harper —respondió