Will bajó en ropa casual, pues ese día no iría a trabajar. Sentía su corazón lleno de rencor, pero luchando por aferrarse a esa angelical imagen de Emma cuidando de él durante la noche, para terminar dormida sobre su pecho como un dulce cachorrito. Como todas las mañanas, ella acomodó la comida fr
—¡¿Emma?! —Bastian se hincó a su lado y con cuidado hizo girar su rostro hacia él, notando que la ceja de Emma estaba abierta y sangrando—. Tranquila, todo estará bien. La tomó en brazos y se dirigió hacia la enfermería. —No tenías que defenderme… —dijo Emma cuando la doctora había limpiado la
—Emma, siéntate —pidió el director sobándose las sienes—. No saldrás de aquí hasta que le pagues la blusa a tu compañera… —No traigo el dinero para pagarle… Déjeme ir a casa y… —Llama a tus padres, que ellos vengan y paguen. —¿Está bromeando? ¿No se ha dado cuenta que estamos en la universidad y
—¿Perdón? ¿A qué se refiere? —preguntó el director con las manos temblorosas. —Mi esposa sufrió de un altercado grave. La tomaron por el cuello y la golpearon con una piedra… después, los culpables huyeron, haciendo que el incidente se volviera delito. —Una sonrisa comenzó a formarse en sus labios—
—Aquí está la información que solicitó… —El ayudante de Will le entregó un folder repleto de papeles—. Su nombre completo es Bastian Gibrand… —¿Gibrand? —interrumpió Will. «¿Qué clase de interés incestuoso tiene Emma en él?», pensó desconcertado. —Según su expediente médico, hace unos años su mad
Emma despertó más temprano que otros días y cuando llegó a la cocina ya estaba Lorena acomodando las ollas y cacerolas para el desayuno. —¿Has visto a Frannie? —preguntó de repente haciendo memoria, parecía que en esos días no se había aparecido. —El señor Harper la despidió. ¿No te lo dijo? —c
El auto de Tina daba vueltas y derrapaba alrededor de la pequeña glorieta, dando giros como si fuera manejado por un gran conductor de carreras. Después el auto se deslizó hasta el pie del pórtico y se estacionó en un solo movimiento con elegancia y precisión. Las llantas echaban humo y el carro par
—Sí, necesito que le compres un auto de la misma marca y modelo a Tina. —Deslizó las llaves por la mesa del comedor hacia Mike—. Deshazte después del auto de la entrada. —¿Quiere que me deshaga de él? Se ve en buen estado… —Lo está… pero Tina no lo quiere y yo menos. —Sí, señor. —También necesi